Jimena Matallana y Renzo Gamboa junto a sus hijos Luciana, Nicolás, Salvador y Vaquita. (Foto: Andrea Carrión)
Jimena Matallana y Renzo Gamboa junto a sus hijos Luciana, Nicolás, Salvador y Vaquita. (Foto: Andrea Carrión)
/ Andrea Carrión
Andrea Carrión

Los perros de la calle, esos que no tienen ni hogar ni humano que se preocupe por ellos, tienen muchos factores en contra y uno de los más bravos de superar es el clásico ”Si ese perro entra, yo salgo”.

Jimena Matallana conoce muy bien esa frase porque la dijo fuerte y claro varias veces en su casa. Ella siempre le tuvo miedo a los perros y la sola idea de sumar una responsabilidad más a las que ya tenía le estresaba el día. No había forma de hacerla ceder. Hasta que apareció Vaquita.

Su hija Luciana Gamboa es la cara opuesta. Ella pidió un perro desde que tenía un año de edad. Tanta era su insistencia que un día, su padrino se apareció en la casa de esta familia con una cachorrita, prácticamente con un moño de regalo en la cabeza. Luciana estaba feliz, pero sus padres no.

“Fue impuesto, nunca nos consultó si podíamos tenerla”, comenta Jimena. “Encima nos agarró en un mal momento. La perrita duró 6 meses en casa y luego le encontramos otro hogar. Fue mi primera experiencia, yo nunca había tenido perro”, agrega.

Vaquita aprende a ir tranquila en un auto. (Foto: Cortesía)
Vaquita aprende a ir tranquila en un auto. (Foto: Cortesía)

Cuando Luciana ya tenía 7 años, el pedido insistente para que le compraran un perro volvió. Durante los siguiente 4 años su lista de deseos por cumpleaños y Navidad incluyeron un perro; desde las razas Bulldog Francés y Maltés hasta Bichón Frisé y Boyero de Berna.

“Una vez mi papá me dijo ‘Si logras ser elegida como la ‘class captain’ (capitana de la clase), te compramos un perro’, pero ni así, gané y nada. Me molestaba mucho con ellos”, recuerda Luciana.

Todo cambió el día en una profesora de Luciana, la Miss Kira, organizó una feria de adopción en el jardín del colegio. Llevó como 30 perros con un pasado bastante triste. Luciana y sus hermanos se enamoraron de una en particular llamada Vaquita, quien había sido rescatada de negligencia y abuso en las calles de la selva peruana.

Esto fue a fines del 2018 y el 15 de diciembre de ese año Luciana recibió el mejor regalo de Navidad cuando sus papás la llevaron a recoger a Vaquita a un albergue en Lurín.

Vaquita y su primera Navidad con sus hermanos humanos: Luciana, Nicolás y Salvador. A la derecha, Vaquita ya se deja abrazar por el pequeño Salvador. (Fotos: Cortesía)
Vaquita y su primera Navidad con sus hermanos humanos: Luciana, Nicolás y Salvador. A la derecha, Vaquita ya se deja abrazar por el pequeño Salvador. (Fotos: Cortesía)
El hecho de vivir en un departamento no fue obstáculo para adoptar a Vaquita. Luciana, Nicolás y Salvador corretean con ella por la sala (ojo, muebles forrados) y también cuando la sacan a pasear al parque. (Foto: Cortesía)
El hecho de vivir en un departamento no fue obstáculo para adoptar a Vaquita. Luciana, Nicolás y Salvador corretean con ella por la sala (ojo, muebles forrados) y también cuando la sacan a pasear al parque. (Foto: Cortesía)

Los primeros dos meses fueron los más difíciles. Vaquita le tenía terror a la escoba, los scooters, la correa, las pelotas, los aspavientos, etc. También sucedió que reaccionaba muy mal cuando Salvador, el menor de esta familia, la molestaba.

Otro factor en contra fue Liz, la señora que ayuda en casa. A ella no le gustaban los perros, les tenía miedo.

El panorama no pintaba bien, pero los Gamboa se pusieron a trabajar para cambiar las cosas. Contrataron a un especialista en conducta canina, le enseñaron a Salvador la forma correcta de tratar a un perro y educaron a Vaquita para que haga sus necesidades donde debía.

El esfuerzo no tardó en hacerse notar.

Ser disciplinado y paciente funciona. Hoy Vaquita sabe cuándo subir y cuándo no subir a la mesa. (Foto: Andrea Carrión)
Ser disciplinado y paciente funciona. Hoy Vaquita sabe cuándo subir y cuándo no subir a la mesa. (Foto: Andrea Carrión)

“Me ha costado bastante”, confiesa Jimena. “Yo no me sentía en la capacidad de lidiar con tres hijos, esposo, chamba, la casa y encima un perro. Y cuando Vaquita llegó yo seguía con mis miedos. Pero ahora se volteó la tortilla”.

Felizmente Vaquita puso de su parte. Aprendió a jugar con Salvador y con Nicolás, hoy se porta tan bien que tiene permiso para dormir con Luciana y ahora Liz la extraña cuando sale de vacaciones.

El fuerte frío que Lima ha vivido este invierno jugó a favor de Vaquita.  Jimena aceptó que Luciana la dejara dormir sobre su cama. (Foto: Andrea Carrión)
El fuerte frío que Lima ha vivido este invierno jugó a favor de Vaquita. Jimena aceptó que Luciana la dejara dormir sobre su cama. (Foto: Andrea Carrión)
Nicolás en pleno romance con su primera mascota. (Foto: Cortesía)
Nicolás en pleno romance con su primera mascota. (Foto: Cortesía)

Una de las recomendaciones que ofrece la Asociación WUF a personas interesadas en sumar un perro a sus vidas es informarse, así como también tener disciplina y paciencia para educarlo y/o adaptarlo a su nueva vida.

WUF es una asociación sin fines de lucro dedicada a la promoción de la adopción, el trabajo de concientización sobre la realidad de los perros en estado de abandono y la ejecución de proyectos que contribuyan a la construcción de un mundo mejor para todos los perros.

Antes de la llegada de Vaquita, Luciana escribió un contrato en el que comprometía a amarla y cuidarla mucho. (Foto: Andrea Carrión)
Antes de la llegada de Vaquita, Luciana escribió un contrato en el que comprometía a amarla y cuidarla mucho. (Foto: Andrea Carrión)

Luciana pasó de pedir que le compren un perro de raza a adoptar una perra mestiza de 2 años y sin hogar tras involucrarse en talleres relacionados con servicio a la comunidad. Eso le permitió ver realidades muy distintas a la suya.

“Ahora cada vez que mis amigas me dicen ‘Quiero un perro’ yo les digo ‘Adopta’. Siento que cuando quieren comprar es como si creyeran que los perros de raza son superiores a los mestizos y no es así, son perros, son lo mismo“, comenta Luciana.

Jimena Matallana, Renzo Gamboa y sus hijos Luciana, Nicolás, Salvador y Vaquita. (Foto: Andrea Carrión)
Jimena Matallana, Renzo Gamboa y sus hijos Luciana, Nicolás, Salvador y Vaquita. (Foto: Andrea Carrión)

Para Renzo, adoptar es un gesto más noble.

“Te permite inculcarle a los hijos un tema de responsabilidad social. Vemos a tanto perro solo sufriendo que para qué comprar más en lugar de adoptar y mejorar su calidad de vida”, dice Renzo.

Por su parte Jimena, si tuviera que darle un consejo a esas personas que están evaluando la posibilidad de adoptar pero no terminan de animarse, les diría:

“Vaquita me ha cambiado para bien, nos ha cambiado a todos. Los perros vienen con sus cosas, definitivamente sí, pero es un proceso que al superarlo, se siente bien”, dice Jimena. “Lo mejor es no pensarla, lo vale todo”, agrega.

Vaquita pasó de vivir sola y expuesta a abusos en las calles de la selva peruana a vivir en familia y a tener su propio retrato artístico. (Imagen: Cortesía)
Vaquita pasó de vivir sola y expuesta a abusos en las calles de la selva peruana a vivir en familia y a tener su propio retrato artístico. (Imagen: Cortesía)


WUF

Si estás interesado en adoptar un perro, hoy en día hay muchas opciones. Una de ellas es WUF, una Asociación sin fines de lucro dedicada a la promoción de la adopción, el trabajo de concientización sobre la realidad de los perros en estado de abandono y la ejecución de proyectos que contribuyan a la construcción de un mundo mejor para todos los perros. Encuentra a tu compañero ideal en .

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