La inauguración del hipódromo concitó la atención de los limeños. Fue uno de los primeros espacios de la Lima moderna de inicios del siglo XX.
La inauguración del hipódromo concitó la atención de los limeños. Fue uno de los primeros espacios de la Lima moderna de inicios del siglo XX.
/ Archivo El Comercio
Redacción EC

Ayer por la tarde, conforme lo anunciamos, tuvo lugar la inauguración del hipódromo de Santa Beatriz, construido mediante grandes esfuerzos por el entusiasta club Sportivo Jockey Club de Lima. La fiesta preparada con tal objeto resultó, como se esperaba, brillante bajo todos [los] conceptos. Y tenía que ser así, pues desde que se anunció ha sido el único tema de nuestros principales círculos sociales, en donde se le recibió con verdadero entusiasmo, que fue en aumento a medida que la noticia adquiría visos de verdad.

Por esos no nos extrañó ver en esta ceremonia a casi todo lo de más notable que hay en Lima, especialmente del elemento femenino, pues allí estaban la mayoría de las señoras y niñas que dan realce a esta clase de fiestas, haciendo primorosas toilettes, propias de la estación y de refinado y exquisito gusto.

Desde media hora antes de las tres iban llegando los invitados, y un poco más tarde la terraza y tribunas del hipódromo se encontraban casi llenas. A esa hora el presidente del Jockey Club, señor Alfredo Benavides, inició la ceremonia del bautizo, dirigiendo al alcalde de Lima, señor Elguera, las siguientes frases:

“El comité del Jockey Club ve hoy coronados sus esfuerzos, pudiendo merced a ellos ofrecer a la culta sociedad de Lima este hipódromo destinado a proporcionarle ratos de amena distracción.

“En el éxito de esta obra cuya necesidad era generalmente sentida, os ha cabido gran parte, y por eso el club que me honro en presidir, ha deseado haceros una manifestación de su gratitud, al conferiros el título de socio honorario y designaros para apadrinar el estreno del local en que nos hallamos reunidos.

“Aceptadla, pues, como testimonio del sentimiento sincero que nos anima y dignaos inaugurar la primera fiesta de este centro, a cuya prosperidad habéis contribuido con entusiasta y valiosa cooperación”.

El señor Elguera, en significativos términos, agradeció el honor que se le dispensaba, y, entre otras cosas, dijo que la sociedad de Lima estaba obligada a corresponder los esfuerzos hechos por el comité directivo del Jockey, para llevar a cabo la construcción de un edificio que era reclamado con urgencia por la cultura de la ciudad.

Después de que los discursos anteriores fueron calurosamente aplaudidos, la señora María Diez Canseco de Benavides, madrina de la ceremonia, rompió, con un pequeño martillo, una botella de champaña para bautizar el edificio, derramando el espumoso líquido por la tribuna de honor, en medio de los entusiastas aplausos de la concurrencia. En este momento la banda de la artillería y la orquesta del maestro Perret, dejaron oír sus armoniosas notas, que fueron a confundirse con las alegres risas de las damas, y poco a poco, las tribunas, la terraza y los jardines fueron adquiriendo esa animación característica de las grandes fiestas, en que la belleza, la gracia y la juventud se disputan el triunfo.

No nos detendremos a hacer la descripción del edificio, cuyo grabado ofrecemos hoy a los lectores de El Comercio, porque ya lo hicimos en época oportuna. Réstanos decir únicamente que es una de las obras más hermosas y completas con que hoy cuenta Lima, tanto por su elegante y caprichosa arquitectura, cuanto por su situación. El hipódromo se alza en medio de un poético panorama, entre esmaltados campos de verdura y dominando el mar.

Concluido el bautizo, la numerosa y distinguida concurrencia se repartió por los diversos lugares del edificio y varios fotógrafos que allí había tomaron vistas de la reunión.

La señora Benavides, acompañada de su hija Paquita, hacía los honores a las damas y obsequiaba a cada persona con una artística medalla conmemorativa. Los invitados eran galantemente atendidos por los miembros del comité, con champaña, refrescos y dulces en un bien servido bar, que corrió a cargo de la acreditada casa Klein. También se repartieron ejemplares de El Sport, órgano del Jockey, que seguirá publicándose durante la temporada de carreras. El periódico en referencia trae en la primera página el retrato de la señora María Diez Canseco de Benavides, madrina del nuevo hipódromo, el del alcalde, señor Federico Elguera, dos vistas del edificio y los retratos de los señores Benavides, Beausire, Ballén, Tenaud y Ortiz Zevallos, de la junta directiva del club.

Entre los concurrentes se hallaban casi todos los miembros del cuerpo diplomático, los ministros de estado y otros altos funcionarios.

A las seis de la tarde terminó esta hermosa y significativa fiesta, una de las más gratas a que ha asistido últimamente nuestra sociedad.


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