Maria Fe Maldonado

La gratitud reconoce y honra a la sabia naturaleza que se esconde detrás de cada forma, ya sea material, como una persona o un hecho, por ejemplo; o , como las intenciones, los sentimientos, etc.  Existen quienes materializan esta energía, haciéndola más “tangible” en su día a día, expresándose de diversas maneras e inspirando a otros a través de este “impulso de gratitud” a ser más agradecidos consigo, con el medio ambiente, con el planeta, con la conciencia misma (Gaia), etc. Generalmente se trata de personas contratadas con este principio de la conciencia de la evolución.

¿Cómo sería el mundo sin esta cualidad de la conciencia? ¿Cómo podríamos inter-relacionarnos y evolucionar como especie? Encontrar la respuesta correcta sería imposible ya que el mundo, tal y como lo conocemos, no podría darse, no hubiésemos podido evolucionar como especie a lo que es hoy en día sin este principio, por ello es fundamental para nosotros: para poder evolucionar, tanto como personas y como especie en general, expresar gratitud en nuestro día a día.

A través de la gratitud nos reconocemos como seres impermanentes: recordamos que siempre existe un “antes de ahora” y un “después de ahora”, y que se presentan y se interconectan únicamente en el “ahora”. Ni el pasado, ni el presente ni el futuro sostienen un significado de forma individual, sino únicamente al ponerlos juntos en una línea atemporal que evoca el eterno “presente”, lo cual, a su vez, evoca la gratitud. Por ello es infinita, literalmente siempre habrá un nuevo presente y por lo tanto siempre habrá algo por lo cual sentir agradecimiento.

Por otro lado, la gratitud, firmemente anclada en la ecuanimidad, es decir, en esa capacidad de imperturbabilidad que tenemos (el no permitir que el entorno altere nuestro interior), elimina el pensamiento egocéntrico (centrado en uno mismo) para reemplazarlo con un pensamiento integrado e integral que trasciende los niveles de conciencia y que permite entender profundamente que la vida es un regalo, no una carga ni tampoco una lección.

Si la única oración que dijéramos a lo largo de la vida fuese “GRACIAS”, sería suficiente: es la versión más elevada, elegante y clara del camino espiritual.


Maria Fe Maldonado

Si bien la gratitud se expresa de maneras muy personales: hay quienes acostumbran agradecer por el nuevo día, por los alimentos, por la familia, etc. tomando constante conciencia de las pequeñas razones por las cuales se percibe que la vida es un regalo, por otro lado hay quienes en su día a día viven menos pendientes de esos detalles y más atentos a acciones de servicio a la comunidad o al medio ambiente, por ejemplo, y esa sea su manera de expresar gratitud a la vida. No importa cómo, lo importante es vivir en gratitud.

Para ello, la manera más directa de lograrlo es a través de la práctica de la conciencia plena. Es decir, traer la conciencia al momento presente y redundar en las razones y en todos los factores que conforman nuestro momento por los que debemos expandir nuestra gratitud.

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