Martín Chambi: el poeta de la luz
“Me siento un representante de la raza, porque ella habla en mis fotografías” decía Martín Chambi el primer fotógrafo indígena que ganó el reconocimiento mundial con sus retratos y paisajes que enaltecen la cultura y costumbres de los andes peruanos. Huellas Digitales recuerda el legado artístico y antropológico del poeta de la luz al conmemorar este 5 de noviembre los 120 años de su nacimiento.
A muy temprana edad dejó su natal Puno para iniciar una aventura que lo llevaría a descubrir su vocación de fotógrafo. La historia de Martín Chambi y la fotografía comienza en una mina en las alturas de Carabaya cuando vio por primera vez una cámara fotográfica.
El interés por conocer el manejo de las mágicas cajas que congelaban el tiempo lo llevó a trabajar en el estudio del fotógrafo arequipeño Max T. Vargas. Una vez aprendidas las técnicas de revelado y ampliación, las bases de la composición fotográfica y el manejo de un estudio, Chambi establecería su imperio fotográfico en el Cusco.
En el ombligo del mundo
La sociedad cusqueña de la década del 20 estaba en pleno resurgimiento económico y cultural. Sus pobladores defendían su pasado precolombino. En ese ambiente Martín Chambi y su arte destacaban como una expresión genuina de interés por las costumbres del hombre de la sierra.
En su estudio posaron los intelectuales y las familias más importantes e influyentes del Cusco. Novias con sus inmaculados vestidos, escritores con saco y camisa, señoritas con los rostros blancos, niños juguetones y deportistas con los cabellos engominados desnudaban su alma ante el lente de su pesada cámara.
Los clientes de la época no querían lucir imperfecciones. Para tal fin era importante tener una excelente iluminación. El estudio de Chambi tenía un gran ventanal que proveía de luz natural, la cual era difuminada con unas cortinas. Esta luz difusa atenuaba cualquier defecto de la novia o jovencita que confiaba en la habilidad del maestro.
Los retratos a pedido pasaban por el área de retoque. Utilizando el lápiz y la cuchilla, Chambi y sus asistentes borraban directamente sobre las placas de vidrio las imperfecciones en el rostro del sujeto.
No solo retrató a la burguesía cusqueña sino a los indios mascando coca, músicos populares, jóvenes sacerdotes, niños mendigos y campesinas cargando a sus hijos en las espaldas. Ellos no pedían perfección.
Estas fotografías no fueron alteradas con esa suerte de ´photoshop artesanal´. El maestro respetaba el origen de sus paisanos y la naturalidad de sus expresiones. Andrés Garay Albújar en su libro ´Martín Chambi, por sí mismo´ sostiene que “por esta clase de fotografías Chambi ha sido considerado como un fotógrafo antropológico y artístico.”
En ambos tipos de retratos, el fotógrafo utilizaba un telón de fondo con flores sin adornos que le quitasen la importancia al modelo de turno.
Un paseo por los andes
Vestido con sombrero, poncho y botas altas, Martín Chambi recorrió acompañado por una mula, que cargaba su pesado equipo fotográfico, la serranía del sur peruano. Sus fotografías de paisajes registran la grandeza de nuestro territorio. Tal es el caso de la imagen tomada del Río Vilcanota (1930), que emerge de una interminable cadena de cerros vestidos con una densa vegetación. Un juego de luces y sombras resaltan la majestuosidad del lugar.
En sus largos peregrinajes, Chambi registró los monumentos arqueológicos del Cusco. Tal es el caso de la ciudadela de Machu Picchu que inmortalizó en su estado natural con vegetación en sus muros.
Chambi fue el primero en fotografiar la arquitectura colonial del Cusco. Las imágenes de la Plaza de Armas, los balcones y las iglesias forman parte de la historia visual de los cusqueños.
Asimismo, retrató a los hombres, mujeres, ancianos y niños trabajando en el campo, en la procesión del Señor de los Temblores, compartiendo momentos familiares en los patios de sus casas e incluso velando a sus muertos.
“El poeta de la luz” se ganó este apelativo por componer sus fotografías como si fueran pinturas. Él esperaba con paciencia el momento perfecto en que la luz revelara detalles y contrastes de las personas y paisajes.
Su legado trasciende el ámbito artístico para convertirse en documento histórico y costumbrista de un pueblo emergente que en la primera mitad del siglo XX empezó a valorar su pasado incaico. A 120 años de su nacimiento es importante enaltecer su obra y aprender que la sencillez y la sensibilidad fotográfica no dependen de una buena cámara digital.
(Lili Córdova Tábori)
Fotos: Martín Chambi