No ha fallado el penal, pero el Diego está llorando. Tiene en el suelo a Higuita y delante suyo a ‘la Doce’, la vieja barra de Boca Juniors que en 1981 lo conoció como un mortal y hoy lo despide como si fuera Dios. Son las 5:13 p.m. de un sábado que parece domingo y en la Bombonera sólo se escucha un “Maradona” que suena fuerte y armonioso, un “Maradona” que se oye claro y potente. Un grito que va desde la popular ‘C ' hasta el mismísimo palco del ingeniero Macri. Un grito que sale de Buenos Aires y retumba fuerte en el mundo.
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El Diego sigue llorando y, al igual que en la cancha, sorprende; se saca la camiseta albiceleste y se pone la xeneize de su amigo Riquelme. Ahí es claro que el homenaje ha cambiado de dueño: ya no es Argentina que se rinde ante Maradona, es Maradona gritándole al planeta que es (y será) hincha de Boca. Es ‘la Doce’ rogando en voz alta que Bianchi lo lleve a Tokio, es Maradona tarareando un himno bostero mientras juega, es la barra de selección pidiendo que Bielsa excluya a Aimar (River) y ponga a Riquelme, es Maradona venciendo otra vez a Higuita, pero ahora como jugador de Boca.
Al grito de “Para siempre”
Se fue como quiso irse. Con un estadio repleto, el país conmovido y dos goles soñados. Se marchó exigiendo todo y teniendo más. Pidió que ‘Juanse’ viniera a tocar y allí está el líder de los Ratones Paranoicos cantando “Para Siempre”. Solicitó a Riquelme para tenerlo de sucesor y ahí vemos a Juan Román asumiendo la pesada herencia. Llamó a Pelé para ponerlo en un palco y allí está Edson Arantes pifiado y ya nombrado por los ‘Borrachos del Tablón’ “el segundo mejor jugador del mundo”.
No es normal este Maradona. No es normal lo que produce en la gente. Toma el balón y el público lo aplaude como si hubiera hecho una finta; camina por el césped y muchos creen que está corriendo. No han pasado ni dos minutos del partido y, según Clarín o La Nación, ya nadie juega mejor que él. Maradona parece estar cobrando, hoy a los 41, un cheque girado en el pasado, viviendo de las rentas mitológicas, de la estrella que fue, de los goles que hizo y de los ingleses que sembró. Es el vuelto popular por la alegría entregada, por aquel México 86 donde fue más importante para Argentina que Pelé para Brasil del 70 o que Cruyff para Holanda del 74. Nadie fue tan clave para un país. Nadie fue más estrella para un seleccionado. Y hoy se lo recuerdan.
Desde luego, a nadie aquí parece importarle el lastre que arrastra en cada trote, o que se agite en exceso por la gordura o que no entienda el juego atolondrado del ‘Piojo’ López. Nada importa. Por eso cuando se saca de encima a uno pareciera que fueran diez y cuando alguien lo toca (generalmente el tosco Bermúdez) el público suspira como si hubiera caído de su pedestal celestial, tal vez porque sólo cuando se retuerce ven al Diego como humano.
Era su enésima vuelta, pero a la vez fue su último adiós. Maradona se va pero vuelve mañana, cada vez que algún chico en el potrero quiera ser como él, o cada vez a algún pibe descarado se le ocurra retar al mundo con una pelota pegada a la zurda.
Ficha del partido
Argentina 6 R. del Mundo 3
G. Burgos, J. Zanetti, R. Ayala, W. Samuel, J. Sorín, M. Almeyda, J. Verón, C. González, P. Aimar, D. Maradona y C. López. Técnico: Marcelo Bielsa.
O. Córdoba, N. Solano, I. Córdoba, C. Ferrara, J. Bermúdez, C. Gamarra, C. Valderrama, J. Riquelme, E. Francescoli, D. Súker y H. Stoichkov. Técnico: Alfio Basile.
Goles: Maradona (2), Ayala, Aimar (2), Castromán (ARG); Suker, Cantoná, Higuita (Resto).
También participaron: Pochettino, Caballero, Berizzo, Placente, Husain y Castromán (ARG). Matthaeus, Rodríguez, Recoba,Carini, Cantoná, Higuita, Aguilera y Careca (Resto).
Arbitros: Juan Bava, Francisco Lamolina y Luis Oliveto (ARG).
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