El fútbol es más que un deporte. Mucho más que 22 tipos privilegiados separados en dos bandos de once disputando un balón durante 90 minutos. Tras bambalinas hay historias, anécdotas. Secretos que se escriben con lápiz transparente. Imborrables, pero a la vez invisibles. Julio Grados presenció lo bueno y lo malo del fútbol peruano en más de 30 años vestido con mandil y chimpúnes. Cada recuerdo suyo lo trasladó al papel inextinguible de un libro. En “Los meniscos del fútbol peruano”, el doctor Julio relata sus vivencias con Paolo Guerrero, Jefferson Farfán, Juan Vargas, la selección peruana, Universitario, etc. Y, como no podía ser de otra manera, aprovechamos para hacerle algunas consultas sobre las lesiones de algunos seleccionados. Sobre todo el preocupante caso de Farfán. La ‘Foquita’ se perdería la Copa América luego de que recrudeciera su lesión en la rodilla.
—¿Cómo llegarán Paolo Guerrero, Renato Tapia y Carlos Zambrano a la fecha doble de las Eliminatorias y a la Copa América?
Vamos nombre por nombre. Carlos Zambrano se hizo una distensión del recto anterior del muslo. Esa lesión es casi igual a la de Renato Tapia, pero en la parte anterior. La de Tapia es en la parte posterior. La evaluación diaria determinará si llegan o no para la selección. Mucho depende de la carga de trabajo que se maneje. Pero creo que llegarían con lo justo.
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—¿Y Paolo Guerrero?
Lo de Paolo es, en teoría, más simple. Cuando tú operas un ligamento cruzado, el hecho de que el tendón trabaje más que el ligamento reformado es común tener una tendinitis, que es lo que le está aquejando ahora. Si se maneja bien la carga de trabajo, en dos semanas estaría listo.
—En Brasil dijeron que su presencia con la selección peligraba…
Sí lo leí. No me parece seria esa opinión. En primer lugar, el periodista no es médico. En segundo lugar, el que está día a día con el jugador es el que tiene la certeza. De igual manera la carga de trabajo determina todo. Y, ojo, no te olvides que estamos sacando conclusiones desde lejos, con la noticia que todo el mundo tiene a la mano.
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—Jefferson Farfán también es otro futbolista que sufrió una lesión fuerte. Los últimos dos partidos jugó 90 minutos y ahora todo indica que su lesión recrudeció...
A mí me sorprende que Jefferson Farfán haya estado jugando con todo lo que le han hecho en la rodilla. Es increíble. En el último partido, ante Sport Boys, vi que salió cojeando pero era algo que podía pasar.
—¿Por qué es increíble?
Si tú supieras todo lo que le han hecho en su rodilla. Poner un injerto de cartílago no es fácil. De hecho, el daño de cartílago es la lesión que más se teme en un futbolista. Hay que cuidarlo. Por eso creo que ya no jugará nunca más por la banda. El Farfán que conocíamos ya no volverá. Ahora dosificará, irá por el centro como lo viene haciendo en Alianza. La rodilla no le va a permitir hacer más. Él no está para jugar más de 90 minutos.
—¿Cree que se expuso al jugar dos partidos y tantos minutos?
Definitivamente que sí. La presión del propio hincha de querer verlo en el campo hizo que él decida arriesgarse. Es una pena. Farfán solo está para disfrutarlo 30 o 40 minutos.
—¿Qué cree que le espera a Jefferson Farfán en el futuro?
Sacar una conclusión es complicado, sobre todo si lo miramos de una manera externa. El médico está para brindarle soluciones a las decisiones que tome el jugador. Pero si tenemos en cuenta que después de la operación y la para que tuvo se volvió a sentir tan rápido, bueno creo que no hay mucho más que decir, ¿no?
—Usted acaba de escribir un libro que está en su etapa de preventa, ¿cómo nace la idea?
Todo empieza en 1999, cuando estaba en la Sub20 de Oblitas con la que casi vamos al Mundial. El preparador de arqueros Chávez Riva me dice: ‘Julio, ¿por qué no te pones a escribir en Perú.com. Me animé y me empezó a gustar. Yo tenía un resumen de artículos que había escribir. En esta pandemia, por el tiempo que tenía, empecé a ordenar todo y escribir con más experiencia. También me asesoré. Y llegué a juntar cien historias de todo lo que he vivido en el fútbol en 30 años de profesión: viajes, concentraciones, entrenadores, equipos, campeonatos, anécdotas.
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—¿Es como un compilado de artículos que escribió?
No. Les he agregado varias cosas, los condimenté y volví a escribir. Los artículos forman base del libro pero, por ejemplo, he aprendido que uno debe partir de una escena e ir desarrollando el texto. Es capturar al lector para que no se aburra sino hacerlo cómplice del libro.
—¿Por qué eligió a Ángel Cappa como autor de su prólogo?
Porque, dentro de los más de 40 técnicos que he visto, fue el que románticamente en sus charlas describía mejor la belleza del fútbol. Sabe escribir, de hecho tiene un par de libros. Además, hicimos una bonita amistad cuando trabajamos juntos en San Martín. Lo llamé y le dije sobre el libro. Inmediatamente hizo un prólogo que la verdad me emocionó mucho.
—¿Lo ha llamado algún jugador o técnico que ha sido protagonista de alguna de sus historias en el libro?
No...por ahora, jaja. Lo que pasa es que son recuerdos, no escribo chismografía. Por ejemplo, hay un capítulo sobre un técnico de menores que hace una cosa mala. O cuando me peleé con Manuel Burga. Me parece que la gente del fútbol va a gozar mucho con este libro.
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—El libro se titula “Los meniscos del fútbol peruano”, uno pensaría que se trata de una obra sobre medicina deportiva…
Claro, por eso precisamente he tratado de publicar algunos extractos o artículos en mis redes sociales explicando que no estoy hablando nada anatómico ni de medicina. Son cien historias contadas por alguien que ha estado dentro, vivencias increíbles que no se saben así nomás.
—¿Qué jugador le sacó canas verdes con el tema de las lesiones?
Hay dos, hasta tres. Adán Balbín es uno. Terrible. Lo operamos de los ligamentos cruzados cuando se rompió contra River Plate en la Copa Libertadores 2009. Con San Martín teníamos un buen equipo y le ganamos al conjunto del ‘Cholo’ Simeone. Lo operamos y al año vuelve a jugar. Cojeaba porque tiene un umbral de dolor especial. Recuerdo que el Maño Ruíz me decía ‘¿cómo quieres que lo ponga si está cojeando?’ Al final terminó jugando y fue hasta la Copa América 2011 con la selección, en la que fue uno de los mejores. Tres años después volvieron los dolores que ya eran insoportables. Ahí empezó a irse con uno y otro médico, no hacía caso. Es una gran persona, pero su manejo de las lesiones lo complicaron.
—¿Otro caso?
El de Alberto Rodríguez. El ‘Mudo’ es una bella persona, pero teníamos que tener todo a la mano sino no era el Alberto Rodríguez que todos conocen. Por ejemplo, si faltaba el esparadrapo de marca 3M, él no podía jugar.
—¿Algunos jugadores callaron lesiones y se complicaron después?
Claro. Hay el lado bueno y el lado malo. El ‘Chino’ Contreras jugaba desgarrado, fracturado. En Paraguay jugó lesionado y no quería que lo saquen. Me dijo: ‘si tú me sacas te pego en el camarín’, jaja. Pero siempre estaba ahí, siempre cumplía. El lado no tan bueno era Juan Vargas. El ‘Loco’ a veces tenía fatiga en el aductor. En el 6-0 ante Uruguay, antes del partido, yo le dije a ‘Chemo’ del Solar que Juan estaba fatigado, que no podía jugar porque se podía romper. A los 10 minutos se desgarró y a los 45 salió cambiado renegando con todos.
—¿Cómo era esa disputa entre médico y jugador?
El médico puede aconsejar, pero al final el que decide es el técnico. En el caso de Vargas, quien asumió la responsabilidad fue ‘Chemo’. Yo cumplí con advertir e igual lo puso. Ese día el ‘Loco’ salió renegando con todo el mundo, jaja. El jugador nunca pierde, es la estrella y quiere jugar nada más. En el libro hay varias historias acerca de eso. En Deportivo Municipal había dirigentes que trataban de refutar la parte médica, imagínate.
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—En sus redes sociales hay un extracto de una historia en el Sudamericano Sub 17 del 2001, junto a Jefferson Farfán, Paolo Guerrero y Wilmer Aguirre. ¿Qué hace inolvidable ese recuerdo?
Ese Sudamericano fue terrible. Después de haber perdido contra Ecuador y quedar eliminados, no pudimos salir del estadio por tres horas o más. La gente no nos dejaba salir, nos querían linchar. Los hinchas arequipeños nos decían: ‘Limeños malos, limeños argolleros’. Ellos querían que juegue la selección de Arequipa. En el libro cuento más a detalles sobre Farfán, Paolo y Aguirre.
—De las cien historias que eligió para su libro, ¿con cuál se quedaría?
Con la historia del estadio Lolo Fernández. Cuando describo cómo era por dentro, el momento que conocí a la ‘Tía Margarita’, el tópico, la comida. Ese es el capítulo más romántico porque eran mis inicios. Otro puede ser cuando estaba en la San Martín. Ese capítulo se llama “El Superman de la San Martín”.
—¿Por qué ese nombre?
Pasa que en esa época, la San Martín estaba en el séptimo puesto. Mi querido amigo Álvaro Barco empezó a buscar “responsables” y los elegidos fuimos el ‘Maño’ Ruiz y yo. Yo le hice un juicio al club y el abogado de ellos me preguntaba cómo hacía para ir del Hospital del Empleado hasta a Santa Anita para atender a los jugadores, que eso no podía ser posible. Incluso me dijo: ‘¿Acaso usted es Superman?’ Por eso concluyo el artículo con un: ‘Yo creo que sí, los superhéroes existen’.
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—Hay un capítulo exclusivo para Diego Armando Maradona
Sí. Yo, como todos, he sido hincha de Diego Maradona. De hecho, él era contemporáneo mío, pero siempre lo he seguido. Cuando vino en el 81 para jugar un amistoso contra la ‘U’, yo estaba en la tribuna. En 2006 tuve la dicha de verlo personalmente. Vino a Lima para un partido de exhibición y a mí me tocó ser el médico de los extranjeros. Fui el médico de Maradona. Me impresionó su estatura, era bajo, y se había echado una pasta en la cara para la foto. En el camarín se me acercó, me dijo que le dolía la cadera, que se había raspado la nalga. Lo examiné y le puse un parche. Al final, Diego se me acercó y me dijo: ‘Che, sos un genio’. Eso para mí fue estar en la gloria. En el capítulo también cuento cómo fue ese gol que Martín Palermo le hace a la selección peruana bajo la lluvia en Argentina. La celebración de Maradona lo vi a tres metros.
—¿Algún jugador que se haya acercado a usted para aprender sobre medicina?
Leao Butrón es uno. Siempre preguntaba, era curioso. Roberto Silva Pro es otro, pero él era insoportable. El hombre más antipático a nivel de medicina, jaja. Hacía caso, pero te refutaba como médico. Le gustaba investigar y debatir.
—¿Alguna anécdota con Juan Vargas que esté en en libro?
Un día estábamos en la concentración de la selección. Vino y me dijo que tenía un dolor de muela terrible. En ese tiempo, año 2008 creo, yo tenía un carro que lo usaban mucho los policías. Carro de policía le decían. Él me pidió ir en mi carro y me negué rotundamente. Me daba vergüenza porque él tenía Porche, BMB, Audi, etc. Ya jugaba en Europa. Al final nos fuimos en su auto. Iba a 200 kilómetros por hora, se insultaba con la gente en la calle sin que nadie lo viera porque las lunas eran polarizadas. Todo una travesía ese día.
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—¿Con Paolo Guerrero tuvo alguna anécdota?
Hay una que no escribo en el libro, quizá sea para otra oportunidad. Pasó en el avión cuando íbamos a enfrentar a Bolivia. Casi llegando a La Paz el avión hace un descenso brusco de 30 segundos en el que todo se oscureció. Y del fondo se escucha un grito gracioso, tipo Carlos Álvarez. Todos nos comenzamos a reír y al pobre lo pusieron al centro.
—¿Alguna historia con Jefferson Farfán?
El recuerdo de cuando era chico. En la Academia donde se formó. Hay un capítulo en el libro acerca de eso. Jefferson era un palomilla total. En un viaje a Arequipa, él para fregando todo el día. ‘Ya pues, cómprame algo’, me decía. Y cuando se juntaban con Roberto Guizazola ya eran indomables.
—Hay un capítulo sobre el caso Golf Los Inkas, ¿qué encontraremos ahí?
Sí, es el último capítulo del libro. Se llama “Alguien sí se escapó del Golf Los Inkas”. No te puedo dar más detalles. Lo dejo para que lo lean.
—¿Cómo podemos conseguir el libro?
Pueden escribirme a mis redes sociales o sino a mi WhatsApp: 999266677 o 991420578. Hasta el martes 10 de mayo hubo preventa, ahora estará 40 soles.
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