Mercedes Auris, Rita Cassana y Vilma Arroyo, quienes trabajan en los sectores comercio, agrario e industrial, respectivamente, han sido reconocidas por su labor empresarial. Estas emprendedoras de diferentes regiones son un ejemplo de resiliencia.
Vilma Arroyo, natural de Huancayo, tiene 64 años. Hace 37 años, en 1984, cuando recién había terminado la universidad y tenía dos hijos, decidió convertirse en emprendedora. “Quería que mis hijos tuvieran una mejor educación”, afirma.
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Una pequeña bodega fue el inicio de su camino, con el que esperaba ayudar a sus vecinos dándoles buenos productos a buenos precios. Diez años después, se convirtió en mayorista y, posteriormente, creó Prolim Distribuidores S.A.C. para trabajar de la mano con empresas nacionales e internacionales como Gloria, Molitalia, Unilever, Kimberly Clark, Clorox Perú, Yichang, Adm Sao, Alicorp, entre otros. Al inicio la ayudaba una persona. Hoy, más de 200 trabajadores dependen de ella.
“Empezamos con una facturación de US$12.000 anuales. Hoy facturamos más de US$20 millones”, dice. Su adaptabilidad a los cambios, no solo políticos [su empresa ha visto pasar a siete presidentes] sino tecnológicos, le permitieron modernizar los procesos de su negocio y capacitar a sus colaboradores. Para ella, contribuir con el desarrollo económico del país es uno de sus mayores logros.
Si tuvieras que volver a emprender, ¿lo harías?, le preguntamos. Sin un ápice de duda, responde: “Lo haría, me encanta”.
A pie de plomo
Mercedes Auris, de 70 años, asegura que nació para dirigir. Y es que, cuando era joven, existían muchas barreras para las mujeres que decidían ser empresarias.
La agrónoma, natural de Huancavelica, fundó Vivero Los Viñedos en 1994, sin imaginar que tres años después su negocio despegaría a raíz de un hecho desafortunado: el bajo rendimiento de las plantas de cepa de uva franca. Esto le permitió importar patrones de uva desde Francia y California, lo que la convirtió en la principal proveedora de dichos patrones en Chincha.
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Siendo el agro un sector dependiente de los cambios climáticos, el 2017 fue un año difícil para Auris, pues el fenómeno de El Niño costero destruyó el puente de Virú, lo que impidió la entrega de las uvas comprometidas para la campaña de cosecha.
Auris tiene una característica: su energía es inagotable. Para ella, los jóvenes tienen que buscar aquello que les apasione para luchar por ello. “Lo único que haría diferente sería estudiar un poco más rápido. No pierdan tiempo”, reflexiona. Actualmente, es dueña de tres empresas (el Fondo Bravo en Piura, La Joya en Arequipa y Virú en San José) que producen 4 millones de uvas, más de medio millón de palto y medio millón de cítricos al año.
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Desde Cajamarca
Rita Cassana nació en 1954 en Cajabamba, Cajamarca. Inició su sueño en 1987 como comerciante mayorista de material siderúrgico. Trabajaba 24 horas al día, siete días a la semana. “Ganaba mil por mil”, recuerda.
Con el llamado ‘fujishock’, las regulaciones económicas y la formalización las ganancias que recibía bajaron al 30%. “Mucha gente quebró. Pero ese es el momento donde debemos sacar fuerzas”, menciona. En ese momento, tuvo que enfrentarse a un mercado cada vez más competitivo. Entonces, decidió fabricar balones de gas. “Anualmente se crean entre 250 mil y 300 mil familias nuevas. Por cada familia un envasador debe tener cinco balones de gas en total”, comenta.
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Cuando comenzó con su compañía N & A, cuenta, llegaban a facturar S/3 millones. El 2020 cerraron en S/44 millones. Ello gracias al esfuerzo de sus colaboradores, asevera, quienes trabajaron por turnos durante la pandemia para poder suministrar balones de gas a las familias peruanas. Hoy Cassana vende sus productos en Costa Rica y, pronto, comenzará a hacerlo en México.
El mensaje de Rita a los jóvenes es claro: no tener miedo y apostar. “No hay mal que dure 100 años”, dice.
Estas tres mujeres son un ejemplo de resiliencia. Todas atravesaron momentos difíciles, pero aún así perseveraron, porque como ellas mismas dicen, vale la pena apostar por el Perú.
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