Jorge Castro Uriol

Tras el atentado fallido contra el ex presidente y actual candidato Donald Trump durante un mitin en Pensilvania, hemos sido testigos de cambios significativos en la opinión pública y de movimientos políticos de última hora que podrían ser cruciales de cara a los resultados de noviembre. Entre estos, destaca la elección estratégica del joven senador de Ohio, J.D. Vance, como compañero de fórmula presidencial, priorizando su ventaja en estados de declive económico e industrial de la “Rust Belt”, de población mayormente blanca desfavorecida.

Poco después presenciamos la enorme presión del partido Demócrata sobre Biden tras su lamentable desempeño en el debate, forzándolo a retirarse de la carrera presidencial y respaldar plenamente a su vicepresidenta, Kamala Harris.

Esta última ha asegurado su nominación con el apoyo de suficientes delegados, respaldada además por una recaudación récord de US$81 millones en solo 24 horas y la mayoría de los delegados.

Estos eventos han establecido los ingredientes para una contienda electoral ajustada, evidenciada por encuestas que muestran un sorpresivo empate técnico. Sin embargo, es crucial recordar que las elecciones en Estados Unidos se deciden estado por estado mediante el sistema de colegio electoral, que presenta una dinámica distinta. Es evidente que el disparo tuvo como blanco a Trump, pero le dieron a Biden beneficiando a los demócratas.

Al analizar la historia electoral de Estados Unidos, se evidencia que el país no ha estado exento de episodios violentos. Desde los trágicos desenlaces como los de Lincoln, Garfield, McKinley y JFK, hasta los atentados fallidos contra presidentes y candidatos como Ford, Reagan, Wallace y ahora Trump, generando incertidumbre política y social. Estos eventos reflejan una realidad que desafía la percepción de que la violencia política era exclusiva de países emergentes.

Todo esto nos lleva a preguntarnos: ¿Cómo ha sido el comportamiento del mercado durante las etapas electorales?, ¿Qué partido político protagonizó un mejor rendimiento?, ¿Y cómo ha afectado la violencia política al mercado? A continuación, presento algunos datos interesantes.

Desde la creación del índice S&P 500, que representa a las 500 empresas más importantes, han habido 13 presidentes en 16 campañas presidenciales. En ellos los años electorales han tenido resultados positivos en un 82% de las ocasiones.

Por otro lado el mercado tiende a mostrar indiferencia durante los tres meses previos a las elecciones, seguido de un aumento en la volatilidad hasta la fecha electoral, para luego estabilizarse. Tanto en periodos de administración republicana como demócrata, se ha observado generación de valor, lo que indica que, en términos prácticos, no existe una diferencia significativa. Si vemos los últimos 100 años, el único periodo con un retorno promedio anual negativo fue el de Hoover, de 1929 a 1933, con un -7% debido a la Gran Depresión. Desde entonces, todos los periodos presidenciales han tenido retornos anuales promedio positivos. Destacan Eisenhower, Reagan, George H.W. Bush y F.D. Roosevelt, con retornos promedio anuales del 18%, 16,5%, 15,4% y 16%, respectivamente.

Y si vamos más atrás en el tiempo, desde 1789, independientemente del partido en el poder y de la composición del Congreso, el mercado ha mostrado un rendimiento promedio anual del 9.5%. Los rendimientos más bajos se han dado en los dos primeros años tras una victoria aplastante de los demócratas o la elección de un presidente republicano con un congreso dividido, con retornos promedio del 3,4% y 1,1%, respectivamente, mientras que las victorias republicanas totales y las victorias demócratas con un congreso dividido han generado los mejores retornos promedio, con 12,2% y 14,5% respectivamente, un patrón que se está cumpliendo en el actual mandato.

Finalmente, la violencia política ha mostrado tener un impacto limitado en el mercado. Por ejemplo, el atentado contra JFK resultó en una caída marginal de tan solo dos días, acumulando una disminución del -3%, pero con rebotes del 7% y 24% en los siguientes 30 y 360 días.

Actualmente, el efecto Trump ha coincidido con una rotación significativa de flujos de inversión, moviéndose desde las tecnológicas hacia empresas de menor capitalización. Este cambio se había empezado a observar con el último dato de inflación, que, tras tres reportes positivos previos, muestra que nos estamos acercando al rango deseado por la Reserva Federal (FED).

¿Qué riesgos podríamos anticipar en relación a los sectores y la economía? Un eventual triunfo republicano podría intensificar la guerra comercial con China mediante mayores aranceles, afectando al sector tecnológico, así como impactar en las empresas farmacéuticas vinculadas a programas demócratas y una reducción de impuestos que podría forzar a la FED a mantener tipos de interés elevados, perjudicando al mercado en general.

Por otro lado, una victoria demócrata podría indicar continuidad con políticas más socialistas y progresistas, con un énfasis en el gasto social, aumentos impositivos para las empresas y un desentendimiento en el déficit público. Podemos concluir que, históricamente, los resultados no han sido determinantes, que los años electorales han sido mayormente positivos y sobre todo que la imagen presidencial es solo una pieza del rompecabezas político. Por lo tanto, es fundamental que todo inversionista que busque retornos reales positivos y consistentes en el tiempo tenga clara la importancia de una diversificación global y la disciplina ante eventos de volatilidad.

Jorge Castro Uriol Docente de la Universidad Científica del Sur