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Riesgos sistémicos y sostenibilidad fiscal: el FMI atento a desafíos
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Riesgos sistémicos y sostenibilidad fiscal: el FMI atento a desafíos

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Los representantes de los países miembros delexpresaron su preocupación por la incertidumbre creada por las tensiones comerciales, los avances en inteligencia artificial y los cambios en los mercados globales, en especial el agotamiento del margen para el mal llamado “impulso fiscal” y el envejecimiento de la población.

Como es usual, haciendo uso de un lenguaje diplomático, el comunicado conjunto destacó que la economía mundial atraviesa una profunda transformación y enfrenta desafíos, pero también oportunidades. Si bien el crecimiento ha sido resiliente, comienzan a manifestarse tensiones. De igual forma, y como era de esperarse, la declaración repitió el mantra de que el FMI adoptara políticas firmes que fomenten la confianza, generen resiliencia y salvaguarden la estabilidad macroeconómica y financiera.

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Maro Villalobos

Relacionado con lo anterior, y en clara referencia a los cuestionamientos de la administración Trump a las decisiones de la Reserva Federal en cabeza de Jerome Powell, la declaración hizo énfasis en la necesidad de contar con instituciones económicas sólidas, en particular los bancos centrales y su independencia, por considerarlo un elemento clave en la calibración de políticas fiscales, en donde se reconoce que actualmente se requiere un giro hacia los ajustes fiscales a fin de garantizar la sostenibilidad de la deuda y reponer los márgenes de maniobra.

Si bien el reconocimiento de la necesidad de iniciar un proceso de consolidación fiscal no es nuevo, lo cierto es que su mención es cada vez más frecuente, aunque no necesariamente contundente. Si se tiene en cuenta que en la actualidad los desafíos de sostenibilidad fiscal están principalmente concentrados en economías consideradas como desarrolladas, cabe esperar que el FMI asuma un liderazgo menos titubeante, limitado a referencias tibias sobre los problemas financieros de economías de ingresos bajos o medio bajos, o a la deseabilidad de “recuperar los márgenes de maniobra fiscal”.

En un contexto en el que la primera economía mundial, la Zona Euro y las principales economías asiáticas enfrentan serios retos de estabilidad financiera derivados de niveles de deuda pública que parecen inmanejables, una preocupación genuina del FMI por la salud financiera de la economía global debería incorporar un reconocimiento explícito —un mea culpa— sobre cómo sus recomendaciones pasadas de utilizar la deuda pública como “mecanismo estabilizador de corto plazo” podrían haber comprometido, de facto, la necesaria independencia de los bancos centrales en todo el mundo.

No debe olvidarse que, en su momento, tanto el FMI como otros organismos multilaterales respaldaron que los bancos centrales se convirtieran en los principales compradores y tenedores de deuda pública, dilatando así el inevitable proceso de ajuste de los excesos de apalancamiento acumulados en las últimas décadas.

Diego Camacho Economista internacional de Credicorp Capital

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