Uno de los grandes problemas estructurales de la economía peruana se ha acentuado durante el 2018. La informalidad laboral está acelerando su ritmo de crecimiento en lo que va del año y, en términos anualizados a junio, se ha incrementado 5,1%; un ritmo similar al registrado a marzo de este año y, además, superior a la tasa a la que crecía en años anteriores.
Esto implica que en el país ahora hay 12,2 millones de personas que trabajan en esa condición, es decir, un 73% de la fuerza laboral. Esta es la participación más alta desde mediados del 2015; tras haberse reducido ligeramente entre el 2016 y el 2017.
Entre junio del año pasado y junio del 2018, se han creado 413.000 puestos de trabajo informales, lo que implica que la informalidad domina la dinámica del mercado laboral. En el mismo lapso, se han destruido 21.100 empleos formales (0,5% del total).
Todo esto –a diferencia de los últimos dos años– sucede en un período en que la economía está en fase de aceleración. En el primer semestre, el crecimiento fue 4,29%, la mejor lectura desde finales del 2013. El ‘divorcio’ entre la actividad y el mercado laboral se explica, por un lado, por los inusuales resultados de abril y mayo. También cabe recordar que desde abril de este año entró en vigor un salario mínimo 9,4% más alto, que elevó los costos de contratar formalmente.
Es importante resaltar, además, que estos datos contrastan con los de la planilla electrónica, que apuntan a que el empleo formal está creciendo. Sin embargo, esa foto está incompleta: solo considera los puestos de trabajo formales creados por empresas formales que tengan implementada la planilla electrónica, lo que deja totalmente fuera a la mayor parte de la fuerza laboral.
CAMINOS DISTINTOS
El problema del mercado laboral no es la falta de empleo, sino la calidad de este. Por ejemplo, en las microempresas y pequeñas empresas se han creado 411.600 empleos, pero en condiciones informales.
En las empresas medianas se ve una contratación casi estable; mientras que en las grandes aumentó la desocupación.
A nivel de sectores productivos, resalta que todos aumentaron la contratación informal en detrimento de la formalidad. El mismo fenómeno se repite para todos los niveles educativos.
Se debe enfatizar que empleo formal no necesariamente implica empleo adecuado. Por ejemplo, en zonas urbanas hay 4,3 millones de personas formalmente empleadas y 8,5 millones de informales. Al mismo tiempo, 8,1 millones tienen empleos adecuados (por ingresos y jornadas laborales completas), mientras 4,8 millones están en subempleo.