
El Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) presentó los resultados oficiales sobre la pobreza monetaria en el Perú para el año 2024. Según el informe, la pobreza afectó al 27,6% de la población, es decir, a 9 millones 395 mil personas, lo que representa una disminución de 1,4 puntos porcentuales respecto al año anterior. Este cambio equivale a 386 mil personas que salieron de la pobreza.
“Estamos ante un punto de inflexión, después de varios años de aumento sostenido. Si bien aún no alcanzamos los niveles prepandemia, las cifras nos muestran un panorama de mejora, sobre todo en el ámbito urbano”, señaló Gaspar Morán, jefe del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
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Yohnny Campana, analista de Macroconsult, coincide en que la reducción observada era esperable en un escenario optimista. “El año pasado hicimos una estimación de evolución de pobreza y en nuestro mejor escenario proyectábamos una caída hasta 27,6%, que es justo lo que se ha observado. Esto se explica, principalmente, por un mayor crecimiento del esperado, de alrededor de 3%, y porque la inflación finalmente cedió y regresó a niveles más normales”, sostuvo.
Así, resaltó dos factores clave que explican la reducción, a pesar del modesto crecimiento económico; por un lado, la economía creció un poco más de lo esperado y, por el otro, la inflación cedió, acercándose más a la meta del Banco Central de Reserva (BCR). “Esto mejoró ligeramente el poder adquisitivo de los hogares”, explicó.

El rostro urbano de la pobreza
Uno de los hallazgos más destacados del informe es el cambio en la distribución territorial de la pobreza. En 2024, el 72,7% de las personas en situación de pobreza vive en zonas urbanas, frente al 56,7% registrado en 2019. Este cambio representa más de 3 millones de nuevos pobres urbanos en comparación con el periodo prepandemia.
“Hoy la pobreza tiene rostro urbano y esto es esencial para las políticas, tanto la focalización de los hogares como las estrategias esepecíficas que deben ser diseñadas, porque la naturaleza de la pobreza urbana y rural son distintas”, advirtió Javier Herrera, director de Investigación y representante del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD en el Perú). En su análisis, explicó que distritos limeños tradicionalmente considerados de clase media, como San Miguel, Pueblo Libre o Chorrillos, han visto aumentos significativos en los niveles de pobreza, mientras que algunos conos urbanos mostraron leves mejoras.
El Instituto Peruano de Economía (IPE) también subrayó esta tendencia, señalando que la pobreza en Lima Metropolitana y el Callao supera en más de 10 puntos porcentuales los niveles de 2019. En particular, hay 1 millón 724 mil personas más en situación de pobreza en estas zonas urbanas que antes de la pandemia.
Brechas persistentes y avances heterogéneos
A pesar de la reducción general, la pobreza aumentó en tres regiones: Arequipa, Cajamarca y Ucayali, según el INEI. En el caso de Ucayali, el IPE alertó que el salto fue drástico y pasó de 12,3% en 2019 a 27,1% en 2024.
En contraste, departamentos como Ayacucho, Huancavelica y Junín lograron reducciones notables de entre 5 y 6 puntos porcentuales, resultado vinculado al crecimiento de sus sectores agropecuario y construcción.
Para Norma Correa, Investigadora y profesora Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), es clave mirar estos datos con una perspectiva histórica: “En los primeros años de este siglo, el Perú logró reducir la pobreza de niveles de 56% a 20%. La pandemia nos hizo retroceder una década, y ahora apenas comenzamos a recuperar terreno”.
Vulnerabilidad económica y empleo informal
Más allá de los índices generales, el informe revela que el 31,8% de la población es vulnerable, es decir, personas que no son pobres hoy, pero que pueden caer en pobreza si enfrentan una crisis económica, una enfermedad o pérdida de empleo. En total, se trata de 10,8 millones de personas.
El economista senior del Banco Mundial Hugo Ñopo fue enfático: “Estamos rodeados de vulnerabilidad. El trabajo es el principal ticket de salida de la pobreza, pero ese trabajo debe ser formal, estable y bien remunerado”. Según los datos del INEI, el 90,5% de las personas en situación de pobreza tienen empleos informales, y en el caso de los pobres extremos, la informalidad alcanza al 97,6%.
Rediseño de programas sociales y políticas públicas
El efecto de los programas sociales en la reducción de la pobreza en 2024 fue moderado, pero relevante. Herrera explicó que, por primera vez desde la pandemia, las transferencias públicas contribuyeron casi en igual medida que el crecimiento económico a la mejora en los indicadores de pobreza.
Desde el MIDIS, Víctor Gallegos, director General de Seguimiento, Evaluación e Innovación Social del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, reconoció que “los programas sociales aún no han recuperado el impacto que tenían antes de la pandemia”, y subrayó que el Estado está trabajando en una estrategia específica para abordar la pobreza urbana, que requiere herramientas de focalización más sofisticadas y multisectoriales.
Norma Correa, por su parte, hizo un llamado a no depender únicamente de transferencias monetarias: “Debemos hablar de programas, pero también de servicios. Salud y educación deben ser pilares de una estrategia real de superación de la pobreza”.
El reto de volver a los niveles de 2019
El IPE estima que, si el Perú mantiene un crecimiento económico del 3% anual, tomará al menos 20 años regresar al nivel de pobreza de 2019 (20,2%). Para ello, considera urgente destrabar proyectos de inversión en sectores clave como minería, infraestructura, irrigación y gas, así como mejorar la calidad de los programas sociales para enfrentar la creciente urbanización de la pobreza.
“Durante el auge económico entre 2005 y 2014, la inversión privada crecía por encima del 10% y la pobreza caía 3,6 puntos porcentuales por año. Hoy, con una inversión que apenas crece 1,6%, el impacto es marginal”, señala el IPE.
Según Campana, la tendencia para el 2025 sería también de reducción de la pobreza, si se mantiene el ritmo actual. “En el escenario más probable, sí habrá una reducción de la pobreza en este 2025 también. Creemos que el crecimiento económico seguirá siendo el principal catalizador, y si bien hay factores internos como el clima electoral o conflictos externos, ninguno parece lo suficientemente fuerte como para revertir la tendencia actual”, explicó.
Si bien desde Macroconsult consideran que la tendencia de la reducción de la pobreza para el 2025 es a la baja, hay riesgos que podrían limitar los avances.
“Mientras el crecimiento se mantenga en torno al 3% y la inflación esté controlada, deberíamos seguir viendo una reducción de la pobreza este año. Sin embargo, hay riesgos internos como la incertidumbre electoral y riesgos externos vinculados a conflictos comerciales globales. Si bien ninguno de ellos parece, por ahora, capaz de revertir la tendencia, sí podrían aligerar la velocidad de la mejora”, advirtió.










