Nelly Luna Amancio @nellylun
EL ANEXOHay un espacio en el penal de mujeres de Chorrillos que todos llaman el Anexo, pero en realidad es otra cárcel. Es un complejo de máxima seguridad compuesto de tres pabellones: tiene una única puerta de acceso y cada pabellón su propio patio, paredes gigantes, diminutas ventanas, muchas barreras. No pidan estética en una prisión, tampoco un halo de viento. Fue diseñado en 1992 para las internas por terrorismo, pero –por alguna razón– en los últimos años el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) ha enviado a esta prisión a las detenidas por tráfico de drogas, las ‘burriers’. Todo en el Anexo te recuerda que estás cumpliendo una condena.
Las visitas y horarios de patio son restringidos: solo los padres, hermanos o esposos pueden visitar a las internas. Hasta el Pabellón B de este penal fueron trasladadas en febrero del 2011 las hermanas españolas Tania y Melody Rodríguez Abrante, sentenciadas por tráfico de drogas. Sus visitas se redujeron a las excepciones que las autoridades les daban para recibir algún amigo que otra interna les presentaba. Si extrañar en una prisión es duro, lo es aun más para las 17 extranjeras presas en el Anexo.
La mañana del 7 de enero, en un día de visita, Tania Rodríguez le dijo a su hermana Melody que volvía al pabellón. Dejó el patio, ingresó a su celda, cogió una chalina y se ahorcó. Los informes oficiales jamás recogen el difícil trance por el que pasa una persona minutos antes de que toma esa decisión. Tania tenía 25 años. Llevaba 4 años presa y había intentado suicidarse en otras dos ocasiones. Un año antes, en octubre del 2012, su mejor amiga Thais Isazi Falomir, también española, también joven –24 años–, también detenida en el aeropuerto por tráfico de drogas, hizo lo mismo: se ahorcó en el mismo pabellón.
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TANIA Y MELODYA finales de octubre del 2009, las hermanas Rodríguez Abrante dejaron la isla de Gran Canaria, en España, y viajaron a Lima. Tania tenía 21 años; Melody, apenas 18. A su madre, María Abrante, le dijeron que iban a conocer el Perú y que era posible trabajar en Lima. Unos días después, la segunda semana de noviembre, ambas fueron detenidas en el aeropuerto Jorge Chávez cuando cada una intentaba sacar del país un kilo de cocaína adherido al cuerpo.
Ese año la Policía Antidrogas detuvo a otras 400 personas en el aeropuerto. Las hermanas Rodríguez fueron sentenciadas a 6 años de prisión y enviadas al penal Virgen de Fátima, también en Chorrillos, donde tenían un régimen común y no había mayores restricciones en las visitas y horarios de patio. Los agentes del INPE dicen que allí Tania no se adecuaba a la disciplina del penal y, por eso, en febrero del 2011 la trasladaron a el Anexo, junto con las presas por terrorismo. Tania entonces ya presentaba una profunda depresión.
De los 715 extranjeros presos en el Perú, 91 son mujeres y de estas, 41 son españolas; la mayoría tiene menos de 30 años. El 40% de las internas de el Anexo cumplen condena por tráfico de drogas. En los últimos 5 años la Dirandro ha detenido a más de 2.500 burriers en el aeropuerto.
“A ellas las engañaron, les dijeron que iban a trabajar en Lima”, me dice la madre, María Abrante, por teléfono, desde Castillo del Romeral, un pequeño pueblo de pescadores ubicado al sur de la isla de Gran Canaria. A Tania y Melody les ofrecieron lo mismo de siempre: entre dos y tres mil dólares por transportar la droga a Madrid. El kilo de cocaína en España supera los 35 mil dólares.
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THAIS Y EL TRATAMIENTOEl traslado a el Anexo solo empeoró la salud mental de Tania. En el Pabellón B conoció a Thais Isazi, la española que en octubre del 2009 había sido detenida –cuando tenía 19 años– en el aeropuerto con 980 gramos de cocaína camuflada en su ropa. Las hermanas Rodríguez y Thais se hicieron muy amigas. En los videos que sus amigos prepararon meses después de la muerte de Tania y Thais, ellas aparecen siempre juntas y abrazadas.
“A Thais la conocí porque era muy amiga de mis niñas. Siempre me la pasaban por teléfono. Yo tengo muchas fotos de ellas, su muerte afectó mucho a mis niñas”, dice María Abrante. El suicidio de Thais, el 13 de octubre del 2012, acentuó aun más la depresión de Tania: a finales de octubre intentó suicidarse por primera vez. Según el INPE, en ese momento Tania inició un tratamiento psiquiátrico.
La Defensoría del Pueblo ha advertido los serios problemas de atención y tratamiento a la salud mental en las cárceles del país. En el Anexo hay un solo psicólogo para las 303 internas. “Los problemas psiquiátricos –en especial la depresión–no son tratados o pasan desapercibidos”, ha escrito María Eva Dorigo en una investigación sobre las cárceles de mujeres en el Perú.
Toda prisión es construida por hombres y parece pensada solo en hombres. Con todos sus problemas de hacinamiento y salud, en el penal de Lurigancho los internos reciben a sus visitas, esposas o amantes en sus celdas; en el penal de mujeres, no. En el Anexo la sexualidad parece un asunto administrativo y machista: las parejas de las internas tienen que ser esposos o parejas ‘estables’. Y salvo eventuales y específicas campañas no hay ginecólogos asignados en las cárceles de mujeres.
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EL LUTO DE MARÍA“Ellas iban al psicólogo, normal, pero nunca me dijeron que estaban muy mal, aunque a veces creo que tal vez no lo decían para no preocuparme. Había semanas que no me llamaban y yo me preocupaba. Es que a veces no tenían dinero, sabes, y sin dinero no puedes hacer nada en la cárcel”. Cuatro semanas es poco tiempo para superar el dolor, pero María Abrante dice que es fuerte porque debe cuidar a la otra hija que sigue presa, Melody. “Nunca entenderé qué pudo haber pasado. No me lo quiero preguntar más”, me dice.
El día que Tania murió, María Abrante se sobrepuso al dolor y comenzó a averiguar los trámites para repatriar cuanto antes el cuerpo de su hija. Le dijeron que costaba 10.000 euros y que el consulado de España en el Perú no podía cubrir esos gastos. Podían apoyarla sí, pero solo con la cremación. María dijo que no, que ella quería enterrar a su hija en el cementerio de su pueblo.
La madre inició una cruzada que conmovió a todo Castillo del Romeral: imprimió afiches, y colocó latas en varias tiendas pidiendo apoyo económico para trasladar el cuerpo de Tania. Durante tres semanas juntó 4.000 euros. Su historia llegó a los medios y el ayuntamiento local decidió cubrir el resto.
El sábado pasado María llegó a Lima para firmar los últimos papeles de la funeraria. Ese mismo día visitó a su hija Melody en el Anexo. Se abrazaron y lloraron. Ninguna preguntó nada sobre los motivos de Tania. Era la primera vez que se veían en más de cuatro años, desde que Tania y Melody se despidieron ese 2009 para viajar al Perú.