[Actualización]
Esta es la entrevista que realizó El Comercio al periodista Hugo Coya en noviembre del 2015 por su libro sobre Genaro Delgado Parker, quien falleció hoy a los 87 años.
[Nota original]
Un ex trabajador de Panamericana Televisión irrumpe en una transmisión de “Buenos días Perú” con un cartel cuyo mensaje era tan conciso como vergonzoso: “Genaro págame lo que me debes”. El reportero que transmitía en aquella templada mañana del año 2008 intentó moverse para evadir el sinsabor, pero fue en vano.
Si hubo gente que odió hasta la muerte a Genaro Delgado Parker, por deudas líos judiciales o negocios arruinados, también existen personas que recuerdan al popular ‘Papaúpa’ con un notable cariño. Gisela Valcárcel y Jaime Bayly, por si fuera poco, son solo dos ejemplos.
Comprender la magnitud de este personaje es una tarea más fácil si a tus manos llega “Genaro: Los secretos, escándalos, triunfos y fracasos del gran mago de la televisión peruana”, el más reciente libro del periodista Hugo Coya.
Un año después del exitoso “Los secretos de Elvira”, el autor vuelve a la palestra con un recorrido fantástico por la vida de un verdadero pionero. El libro es cualquier cosa menos una alabanza. Tampoco es un castigo divino. Simplemente estamos ante el más completo archivo del hombre que con sus emprendimientos marcó a varias generaciones, para bien o para mal.
Conversamos con Hugo Coya sobre su interesante libro, editado por Planeta y que ya está a la venta en las principales librerías a nivel nacional.
La última vez que hablamos (hace un año) me comentaste que tenías otro proyecto editorial, sin embargo, ahora publicas uno distinto: “Genaro”. ¿Cómo surgió este cambio de planes?
Hace seis años le propuse a Genaro Delgado Parker escribir una biografía (sobre él), no necesariamente autorizada. La idea era contar su trayectoria. No solo su lado bueno, sino en general su tempestuosa carrera empresarial. En ese momento me dijo que no y lo descartamos. Sin embargo, fui recolectando información y hace un año y medio me llamó. Conversamos y me preguntó si seguía interesado en el tema. Y claro que lo estaba. Soy un periodista con un énfasis en la televisión. He trabajado en todos los canales de la televisión peruana, aunque paradójicamente Genaro nunca fue mi jefe.
¿Y qué fue lo primero que le dejaste en claro cuando te permitió escribir el libro?
Le dije que en el libro pondría lo bueno y lo malo, que entrevistaría a sus amigos y a sus enemigos. Y eso se puede apreciar al leerlo. Es bastante difícil escribir una obra como esta porque estamos ante un personaje vivo, a diferencia de Elvira [protagonista de “Los secretos de Elvira”, penúltimo libro de Coya]. Siempre me llamó la atención la trayectoria de Genaro.
(El momento descrito al inicio de la nota)
¿Por qué es importante la biografía de alguien como Genaro Delgado Parker?
Porque Genaro marcó, para bien o para mal, el cómo pensamos y sentimos los peruanos desde la segunda mitad del siglo XX hasta principios del siglo XXI. La televisión, la radio, el cable, el internet. Genaro fue un visionario. Es un tipo con el que hablas y está haciendo proyectos de telefonía 5G. ¡Tiene 86 años! Él tiene esa capacidad singular de percibir cuál es el gusto popular.
Recuerdo los últimos años de Genaro apareciendo en prensa, reclamando para que le devuelvan Panamericana, y se le notaba algo molesto, resentido, quizás por su avanzada edad. ¿Cómo fue tu trato con él durante la elaboración del libro?
Fue una relación bastante complicada. Es su personalidad y no creo que tenga nada que ver con la edad. Genaro tiene una personalidad explosiva y gente con la que conversé sobre él me dijo que siempre fue igual. ¿Por qué? Porque la televisión te inyecta una cantidad increíble de adrenalina pues existe el ráting, el elemento que divide las aguas. El ráting es como tu examen cada minuto y marca qué le gusta o no a la gente. Y si al público no le gusta algo, coge el control remoto y cambia de canal. A pesar de que Genaro viene de una época donde no había control remoto, él entiende mucho eso. En la escena final del libro él está sobre una cama frente a una televisión cambiando de canal.
Tratando de entender cómo han cambiado las cosas en estos años…
Así es, cómo evolucionaron muchas de las cosas que él creó o hizo posible.
En el libro hay también mucha información política e histórica. ¿Cómo lograste contrastar testimonios sobre hechos ocurridos hace cuatro o cinco décadas?
Para este libro conversé con más de 40 personas de distintas épocas. Si hubiera podido entrevistar a mucha más gente, el libro sería cuatro veces más grande. Acuérdate, la trayectoria de Genaro inició cuando tenía 21 años. Él era jefe o dueño de empresas donde los empleados eran menores que él.
Además, muchos de sus ex socios y de las personas que le enseñaron cosas sobre el mundo de la televisión ya murieron…
Es cierto. Mucha de la gente que trabajó junto a él está muerta o ya no está en condiciones de declarar. Goar Mestre, el cubano que le enseñó a Genaro muchas cosas, está muerto. Héctor Delgado Parker (hermano) también murió. El que queda es su otro hermano, Manuel, que el jueves cumplió 80 años. Conversé con él, con los hijos de Genaro, con sus sobrinos. También hablé con el primer gerente financiero de Panamericana Televisión.
Victorioso. Cuando Genaro retomó la administración de Panamericana TV en el año 2004.
¿Es imposible que se repita hoy una figura como la del pionero que fue Genaro Delgado Parker?
Es imposible. Primero porque estamos hablando de un país muy distinto al país en el que Genaro inició sus empresas. Antes era un país más pequeño, con menos medios de comunicación, con otras condiciones socioeconómicas. Incluso la televisión actualmente, con todos los adelantos tecnológicos, debe competir con el internet. Es mucho más costoso hacer televisión hoy que en los sesenta o setenta. Además, no veo a nadie que se perfile en ese sentido.
En el ámbito de las relaciones de Genaro con el poder político, ¿fue su momento más complicado cuando la dictadura de Velasco le quitó su canal y debió salir del país?
No creo. Genaro tuvo varias etapas complicadas. La primera en los sesenta, cuando Haya de la Torre gana las elecciones y debido a su desesperación por lanzar la primicia, Genaro coadyuva a que se dé un golpe de Estado. El general Lindley le dice a Genaro que Belaunde ganó, este lo anuncia en televisión y los apristas salen a protestar y luego dan el golpe. La televisión como generador de caos.
Es un hecho cuyo origen hoy podría sonar inimaginable…
Así es, salvo que hubiera un gran escándalo de corrupción. Ahí te das cuenta el poder real que tuvo la televisión y que con el paso de los años se fue diluyendo.
Eres un apasionado de la televisión y el libro detalla un momento muy especial, cuando los locutores de la radio pasan a prestar su voz en la televisión. Y así la gente descubre que los dueños de melodiosas voces son personas feas, viejas y arrugadas.
Ahí cito mucho a Mario Vargas Llosa, que fue llevado a la televisión por Genaro Delgado Parker. Vargas Llosa cuenta en “La tía Julia y el escribidor” este fin de una era y el comienzo de otra. Haciendo una analogía, sería el paso del cine mudo al cine hablado. Mucha gente no se adaptó y desapareció en el camino. Otros sí tuvieron éxito, como Humberto Martínez Morosini.
Genaro Delgado Parker en la salita del SIN con Montesinos. El libro de Coya habla del referido momento.
Para muchos Genaro es esencialmente un tipo ambicioso. ¿Cambió la imagen que tenías de él cuando terminaste tu investigación?
Cambió mucho, porque yo estaba muy influenciado por su última imagen. Había leído sobre él pero no lo conocía mucho. En el último tiempo pasé días enteros con él y conversé con mucha gente que lo conoce. Me contaron anécdotas y si algo me quedó claro es que existen personas que lo odian a muerte. Pero también otros que lo aman, como Gisela Valcárcel. Ella me habló muy bien sobre él. Sin embargo, yo no lo juzgo. Mi labor al hacer la biografía no es la de juez o fiscal. Quiero que el lector conozca a través de mi escritura muchos aspectos y genere sus propias conclusiones. Mi idea no era que lo quieran o lo odien más, sino que lo entiendan.
¿De algo se arrepiente Genaro?
De muchas cosas. De algunos de sus manejos empresariales. De haber ido donde Vladimiro Montesinos. Es más, parte de la razón por la que él acepta que yo escriba (el libro) y lo entreviste fue para reconocer muchos de sus errores. Es más, una vez me dijo que el libro no debería llamarse “Genaro” sino “Mis errores”.
Un magullado Genaro luego de que su vivienda se incendiara.