Botadero ilegal en La Molina y Pachacámac (Foto: Bryan Albornoz).
Botadero ilegal en La Molina y Pachacámac (Foto: Bryan Albornoz).
María del Carmen Yrigoyen

Hace unos meses Omar Vargas Murga, vecino del jirón Punta Pejerrey, en el , recibió la visita indeseada de un reptil. El animal, que se tomaba un descanso de cazar ratones, entró por el muro trasero de su propiedad. "Fue una serpiente pequeñita. Pero tengo una vecina, una bióloga, a la que se le metió una como de un metro de largo. Felizmente, el vigilante de la cuadra sabe capturarlas”, dice Vargas.

Las casas de Punta Pejerrey colindan con un terreno baldío de 143 hectáreas, donde hasta hace algunas décadas una empresa privada extraía arena. Como quiera que está lleno de zanjas, los vecinos lo conocen como “el hueco de la arenera”.

Esto está ubicado al lado de la Avenida La Molina, la vía que conduce a . El 65% del terreno corresponde al distrito de y el 35% a . Del otro lado de la carretera están Musa y Manchay.

En el 2008, una porción de ese terreno, a la altura del paradero Los Sauces (justo en el límite entre La Molina y Pachacámac), fue invadido. Los precarios, que estaban al lado de un talud, comenzaron a arrojar basura y desmonte de modo sistemático para nivelar el piso y extender sus invasiones sobre el relleno sanitario.

“Cobran a los volquetes por arrojar su basura acá. En una época llegamos a contar 100 volquetes diarios. Hemos tenido que hacer zanjas para cortar el paso de los volquetes y evitar que sigan invadiendo el terreno”, dice Nicolás Ramos Cornejo, gerente general de la Arenera La Molina.

La basura hoy forma una cascada de casi cuatro cuadras de ancho. Sobre ella se observa decenas de chozas que son usadas por algunos recicladores para almacenar el material que rescatan de ahí. Mientras recorremos el terreno, vemos a un ratón huyendo de una lagartija.

Vecinos de La Molina y Pachacámac denuncian que la existencia de un botadero clandestino a pocos metros de sus casas les ha ocasionado problemas respiratorios  (Foto: Hugo Curotto/El Comercio).
Vecinos de La Molina y Pachacámac denuncian que la existencia de un botadero clandestino a pocos metros de sus casas les ha ocasionado problemas respiratorios (Foto: Hugo Curotto/El Comercio).
/ HUGOCUROTTO

Las plagas, sin embargo, no son el principal problema para los vecinos de Pachacámac y La Molina. Son los incendios. Solo este año ha habido cuatro.

“Todo eso es material inflamable y sobre eso, a veces, se ve que echan aceite quemado, que forma como un riachuelo negro. Algunos recicladores bajan a hacer fogatas o a quemar llantas para sacar el cobrey entonces se producen los incendios. Cuando los vemos, venimos con policías a botarlos. Nos tiran piedras”, cuenta un ingeniero de la arenera.

El viento lleva el humo y la contaminación hacia el Sol de la Molina e, incluso, hasta La Planicie. "El tema es que hay un conflicto entre los distritos y ninguna autoridad se hace responsable por el botadero. Cuando llamo a Serenazgo de La Molina, me dicen que no pertenece a su jurisdicción. Cuando llamo a Pachacámac me contestan que no les corresponde. ‘Es de La Molina’, me dicen. Y nosotros seguimos con el humo”, se queja Sofía Morales, también vecina de Punta Pejerrey.

La mujer tiene desde su tercer piso una vista privilegiada a toda la basura.

Según Nicolás Ramos Cornejo, gerente general de Arenera La Molina, el terreno que explotaban fue invadido en el 2008. Desde entonces los precarios han ido formando montañas de basura para nivelar el suelo y seguir expandiéndose (Foto: Hugo Curotto/El Comercio).
Según Nicolás Ramos Cornejo, gerente general de Arenera La Molina, el terreno que explotaban fue invadido en el 2008. Desde entonces los precarios han ido formando montañas de basura para nivelar el suelo y seguir expandiéndose (Foto: Hugo Curotto/El Comercio).
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“Este es un problema repetitivo. Cada cierto tiempo se siente que están quemando algo. Algunos vecinos se van a casas de familiares cuando hay un incendio, pero no todos pueden hacer eso y en esta zona viven muchos adultos mayores, como mi mamá. Una vez se llevaron a una persona en ambulancia porque tenía problemas respiratorios”, cuenta.

Omar Vargas también le ha exigido varias veces a la Municipalidad de La Molina que tome las acciones pertinentes para evitar que ese botadero persista. “En octubre del año pasado presenté una carta al municipio. No me contestaron. Cambió la gestión y tampoco tuve respuesta. Con el pretexto de la confusión de límites se echan la culpan y nadie toma la decisión. Pero yo le recuerdo al actual alcalde de La Molina, Paz de la Barra, que es el presidente de todos los alcaldes del país”, insiste el hombre.

Donato Sánchez, 49, presidente de la asociación de comerciantes del Mercado de Musa, vive a cuatro cuadras del botadero. “Cuando eso se incendia, el humo llega hasta mi casa y el olor es bastante fuerte, porque es todo tipo de basura la que se quema. El fuego dura varios días. Una vez tuvieron que venir los bomberos de Surco para ayudar a controlarlo”, dice.

Sánchez comenta que hace dos meses Álvaro Paz de la Barra convocó a una protesta contra el botadero. "Fui a apoyar porque nos sentimos muy afectados. Esto contamina. A los vecinos de Pachacámac también les molesta”, agrega.

Vecinos de La Molina y Pachacámac denuncian la existencia de un botadero clandestino a pocos metros de sus casas, que perjudica su salud. La basura ha atraído ratas y serpientes (Foto: Hugo Curotto/El Comercio).
Vecinos de La Molina y Pachacámac denuncian la existencia de un botadero clandestino a pocos metros de sus casas, que perjudica su salud. La basura ha atraído ratas y serpientes (Foto: Hugo Curotto/El Comercio).
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De acuerdo con Miguel Castillo, procurador de la comuna de La Molina, en abril de este año denunciaron la situación a la Fiscalía del Medio Ambiente. “Luego hubo otro incendio de gravedad y mandamos un nuevo documento. La fiscalía se apersonó recién el 5 de setiembre. Ellos deben determinar quiénes son los responsables, pero hay todo un tema burocrático”, dice el abogado del municipio.

Este Diario consultó al Ministerio Público sobre el estado de la investigación. “Se encuentra a nivel policial”, respondió.

Los vecinos han logrado que la Municipalidad de Pachacámac envíe agentes de Serenazgo para evitar la entrada de camiones con desmonte por su jurisdicción. Los vehículos, sin embargo, continúan llegando.

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