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Narcotráfico y trata de personas: la urgente estrategia de seguridad de Estados Unidos apunta a Latinoamérica
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Los buques de guerra desplegados por Estados Unidos en la región del Caribe y los operativos que ese país ha lanzado por mar y tierra el último mes prueban que Donald Trump ha puesto a Latinoamérica en el centro de su estrategia de seguridad nacional. No se trata solo del hundimiento de cuatro embarcaciones en la zona (al menos dos de ellas procedían de Venezuela). De fondo está la orden dada por Washington de enfrentar con urgencia el crimen transnacional.
Para Estados Unidos, combatir este tipo de delincuencia significa frenar el tráfico de drogas; el contrabando de personas, efectivo y armas; y la migración irregular. Y parte de estos problemas se rastrean hasta Latinoamérica, destacan representantes de diversas agencias de seguridad y justicia en Florida, Missouri y Kansas, a donde El Comercio llegó hace una semana por invitación del Departamento de Estado.
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En Florida, puerta de entrada a nuestra región, el Sector Miami de la Guardia Costera -parte integral del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos- patrulla la costa sureste y las aguas internacionales utilizando buques, aeronaves e inteligencia para detectar actividades ilegales, como el tráfico de drogas y la trata de personas.
Un oficial de la Guardia Costera que opera en el área y pidió mantener su nombre en reserva explica que ese estado es una zona roja por el número elevado de casos de inmigración marítima ilegal y porque atiende el flujo principal de narcóticos, que proviene de Sudamérica.
“Para combatir el narcotráfico y proteger al país del tráfico continuo de narcóticos ilícitos provenientes de Sudamérica y Centroamérica, nuestra fuerza de combate marítima está intensificando las operaciones antidrogas en el Océano Pacífico Oriental. Estamos aumentando el número de embarcaciones, activos aéreos y equipos tácticos para contrarrestar esta amenaza mortal dondequiera que se mueva”, dice el oficial.
Trump anunció en agosto que las fuerzas militares de Estados Unidos pueden enfrentar a los grupos criminales fuera de sus fronteras. Desde entonces varios legisladores demócratas, grupos de derechos y países de nuestra región han puesto en duda la legalidad de los ataques militares mortales contra presuntos narcotraficantes y se preguntan si el presidente republicano busca algo más que combatir el crimen transnacional en Latinoamérica.
Los agentes de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. que operan en el puerto marítimo de Miami tienen experiencia en la interceptación de narcóticos. Cuentan que las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas emplean técnicas cada vez más audaces para tratar de camuflar cargamentos comprometidos que provienen de Sudamérica y el Caribe.
El foco en la droga
Luego de los operativos en el Caribe para frenar el narcotráfico empieza un trabajo que incluye a varias agencias militares y del gobierno. En el Laboratorio Suroeste de la Agencia de Control de Drogas (DEA) estadounidense, en la ciudad de Miami, los científicos trabajan para detectar nuevos componentes y el nivel de pureza de la droga que llega a su base.

En el laboratorio forense que visitamos un experto en química analiza dos kilos de cocaína incautados en la zona del Caribe. En las cajas de evidencia que estaban a su lado había 125 kilos en total.
La droga que más recibe para analizar la división Miami de la DEA es la cocaína, seguida de la metanfetamina y el fentanilo. Aunque el número de decesos a nivel nacional por consumo de drogas ha bajado, el fentanilo causa más muertes, por lo que es considerada la mayor amenaza para el país.
En cuanto a la cocaína, el 90% de la que llega a Florida es de origen colombiano. México, Venezuela y los países caribeños son los países por los que ingresa.
“Nuestra función es principalmente el análisis de pruebas que se obtienen a través de investigaciones o incautaciones. Ayudamos a recopilar la información y los datos que la DEA utiliza para continuar con las investigaciones. Por eso es importante colaborar con todos los países de Latinoamérica para frenar este problema”, dice Allen Catterton, director del Laboratorio Sureste de la DEA.
En otra área de las instalaciones una fila de bolsas y cajas dejaban ver las drogas analizadas. A simple vista eran pastillas de colores y paquetes de golosinas, lo que, explican los agentes, apunta a que los grupos criminales buscan consumidores cada vez más jóvenes.
Si bien no llega al nivel de Colombia, el Perú aún es mencionado como un país productor y de tránsito de la cocaína que ingresa a Estados Unidos, según la Evaluación Nacional de Amenaza de Drogas de 2025. El informe detalla además que los cárteles con sede en México obtienen envíos de cocaína procedentes de Sudamérica y la introducen de contrabando por mar, aire o tierra en México, América Central y el Caribe para su posterior traslado a Estados Unidos.
Tráfico humano
En el Medio Oeste del país la preocupación por la trata de personas va en aumento. Autoridades policiales y judiciales en Topeka (Kansas) y Kansas City (Missouri) apuntan que es un problema que requiere ser enfrentado en conjunto por el hemisferio occidental.
“Un gran porcentaje del tráfico de personas que llega a Estados Unidos proviene del sur de nuestra frontera”, dice Kris Kobach, procurador general de Kansas.
Añade que los grupos criminales con los que más se topan sus fuerzas del orden son probablemente las bandas criminales MS-13 y Tren de Aragua, pero eso no quiere decir que sean las únicas entidades involucradas en el tráfico.
Todo esto explica por qué Estados Unidos considera que las organizaciones criminales más peligrosas son de origen latinoaméricano. Trump ya ha declarado la guerra al crimen transnacional, queda ver cuánto más avanza en la región para cumplir sus objetivos.










