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¿Por qué las garantías de seguridad traban un posible encuentro entre Putin y Zelenski?
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Los encuentros por separado de Vladimir Putin y Volodimir Zelenski con Donald Trump dejaron en evidencia que negociar la paz entre Rusia y Ucrania no será sencillo. Uno de los puntos más espinosos obedece a las garantías de seguridad que cada parte exige para dar paso a una cumbre bilateral entre los mandatarios de las dos naciones involucradas.
Ucrania reclama compromisos firmes que eviten una eventual agresión rusa tras un acuerdo, ya sea mediante la presencia de tropas aliadas en su territorio o fórmulas de defensa colectiva que impliquen una intervención internacional en caso de amenaza. Moscú considera tales medidas inviables y reitera su exigencia de que su vecino permanezca neutral, fuera de la OTAN y con estatus no nuclear.
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¿Se enfría la cumbre?
El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, rechazó la prisa de Zelenski por celebrar cuanto antes una cumbre con Putin en suelo europeo. Según dijo, el mandatario ucraniano “quiere reemplazar el trabajo serio, arduo y difícil de consensuar una solución sólida” y comparó su manejo de la crisis con su etapa como comediante.

“Recuerden que aseguró durante largo tiempo que nunca mantendría conversaciones con Putin. Aún ahora no ha derogado su decreto de hace tres años que prohíbe expresamente esas negociaciones”, subrayó Lavrov.
Moscú sostiene que Putin está dispuesto a reunirse, incluso con Zelenski, siempre que antes se definan las cuestiones clave a nivel técnico y se emitan recomendaciones ministeriales. Paralelamente, el Kremlin sigue cuestionando la legitimidad del presidente ucraniano, cuyo mandato expiró en el 2024, incluso califica su régimen de “neonazi”.
“Lo de cuestionar la legitimidad de Zelenski es una excusa más. Es más bien un intento de deslegitimar el proceso y poner un obstáculo adicional para reunirse con él”, señala a El Comercio el internacionalista Ignacio Cardone.
La arquitectura de la seguridad, el gran escollo
Zelenski insiste, por su parte, en que los asuntos políticos y territoriales solo pueden resolverse en una cumbre bilateral con Putin, idealmente en un país europeo neutral como Suiza, Austria o Turquía. “Queremos entender cómo queda la arquitectura de las garantías de seguridad en siete a diez días”, afirmó, mostrando su intención de reunirse en las próximas semanas.
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Suiza hizo saber esta semana que si la cita se realiza en su territorio garantizará inmunidad al presidente de Rusia, objeto de una orden de arresto de la Corte Penal Internacional (CPI) por la presunta deportación de niños ucranianos a territorio ruso.
En la última cumbre que reunió a Trump, Zelenski y varios líderes europeos, se barajaron distintas fórmulas: desde ofrecer garantías similares al artículo 5 de la OTAN —defensa colectiva en caso de ataque— hasta desplegar un contingente militar europeo en Ucrania. Washington, no obstante, insiste en que Europa debe asumir un rol central en la seguridad ucraniana.

Lavrov replicó que esas propuestas son “unilaterales” y “carecen de futuro” si no incluyen las demandas rusas: una Ucrania neutral y sin aspiraciones nucleares. Moscú solo acepta garantías bajo el principio de “seguridad indivisible”, que contemple también sus intereses estratégicos.
“El gran problema es que las garantías de seguridad están ligadas al origen de la guerra. Rusia siempre acusó a la OTAN de expandirse hacia el este y amenazar a Ucrania. Kiev, en cambio, buscaba algún tipo de salvaguardia ante una posible agresión rusa, que finalmente ocurrió en el 2022. Rusia no ha cambiado sus exigencias: evitar cualquier ingreso de Ucrania a la OTAN y rechazar la presencia de fuerzas externas en su territorio”, comenta Cardone, quien también es docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), a este Diario.
“Este debate sobre las garantías de seguridad es, en realidad, un ‘non-starter’, una forma de bloquear cualquier avance. Rusia prolonga el juego para ganar tiempo y esquivar sanciones, mientras pone en el tablero una discusión que en la práctica no tiene muchas posibilidades de llegar a buen puerto”, añade el especialista.
Rusia presiona en el frente militar
Mientras la diplomacia se atasca, el Kremlin refuerza su ofensiva. La madrugada del jueves 21 lanzó uno de los mayores ataques aéreos del año, con 574 drones y 40 misiles dirigidos principalmente contra regiones occidentales de Ucrania, donde se almacena ayuda militar de sus aliados.
El bombardeo dejó al menos un muerto y 15 heridos, según autoridades locales, y se convirtió en el tercer ataque con más drones desde el inicio de la guerra. “Fue llevado a cabo como si nada estuviera cambiando en absoluto”, denunció Zelenski, al acusar a Moscú de buscar ventaja antes de una eventual negociación.
En paralelo, Kiev ha intensificado el uso de drones de largo alcance de fabricación propia contra infraestructuras en Rusia, con el objetivo de equilibrar fuerzas mientras se define el marco político de una posible cumbre.

De esta manera, la disputa sobre las garantías de seguridad se consolida como el principal obstáculo para que Putin y Zelenski se sienten en la misma mesa. Mientras Kiev busca blindarse contra nuevas agresiones, Moscú intenta imponer su visión de seguridad y preservar margen de maniobra en la región.
El especialista de la PUCP menciona que en Ucrania el miedo es que, pese a que se llegue a algún acuerdo, Rusia lance una nueva invasión. Ya en el 2014 y hasta el 2022 (por el conflicto en Crimea) hubo varias negociaciones de garantías mutuas que no se cumplieron.
“El gran dilema es cómo llegar a un acuerdo que garantice que Rusia no volverá a intentar una invasión y, al mismo tiempo, satisfaga a Moscú en su seguridad. No se me ocurre ninguna alternativa viable que cumpla esas dos condiciones al mismo tiempo”, menciona.
“Ya hubo acuerdos en el pasado que no se cumplieron. El gran problema es que no hay un actor que pueda brindar la garantía de que esta vez sí se cumplirán. No se confían entre sí, y no existe un mediador real que pueda hacer de garante”, añade.
Entre tanto, los ataques aéreos y las ofensivas cruzadas muestran que Rusia continúa utilizando el frente militar para reforzar su posición antes de cualquier negociación.
“Desde el punto de vista militar, Rusia hoy no tiene tantos incentivos para negociar; desde el político y económico, sí. La economía rusa está llegando a un punto crítico por la presión de la guerra y las sanciones, aunque han sabido navegar esa tormenta. Putin necesita mostrar algún triunfo y, sobre todo, conseguir la liberación de sanciones”, concluye Cardone. Sin embargo, el experto acota que esos incentivos solo existirán si Rusia percibe que sus requisitos se mantienen en los acuerdos.










