El presidente estadounidense, Joe Biden, seguramente encontrará el mensaje adecuado el domingo, cuando visite Texas para reunirse con las familias de los niños masacrados en una escuela de la localidad de Uvalde, asumiendo el papel de “consolador en jefe”.
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Pero Biden el negociador ha brillado por su ausencia en la guerra retórica sobre el control de armas que siguió al tiroteo, dejando que los líderes de su Partido Demócrata en el Congreso hablaran por él.
El presidente “no puede simplemente ser el ‘elogiador en jefe’. También necesita poner toda la fuerza de su cargo en el proceso legislativo”, dijo Peter Ambler, director ejecutivo del grupo Giffords para prevenir la violencia armada, al sitio Politico.
“De lo contrario, parecerá que perdió la esperanza”.
Hasta ahora, Biden, de 79 años, se ha mostrado reacio a profundizar en los detalles del debate sobre el control de armas de fuego, una decisión que tiene más que ver con una política calculada que con una falta de inclinación personal.
El mandatario, que ha sufrido la pérdida de una hija pequeña en un accidente automovilístico y un hijo adulto por cáncer, se toma muy en serio su papel de “consolador en jefe”.
Le gustaría creer que los estadounidenses pueden superar su profunda división al menos para unirse en el duelo por los 19 niños y dos maestros asesinados a tiros por un pistolero de 18 años en la escuela de Uvalde, a donde acudirá junto con su esposa Jill.
- Cálculo político -
Por el momento, Biden puso el foco en el lado emocional de la tragedia: “¿Cuándo, en el nombre de Dios, vamos a enfrentarnos al lobby de las armas?”, exclamó el martes. Pero detrás de esa pasión, hay un cálculo político.
Siendo un exsenador que respeta la separación de poderes, quiere que el Congreso apruebe un proyecto de ley que generalizaría las verificaciones de antecedentes penales y psiquiátricos para los compradores de armas, al tiempo que prohibiría los rifles de asalto y los cargadores de municiones de alta capacidad.
“Hemos hecho nuestra parte... Pero en este momento necesitamos la ayuda del Congreso. Saben, el presidente ha sido muy claro en que es hora de actuar, es hora de que el Congreso actúe”, dijo el jueves su portavoz, Karine Jean-Pierre.
La Casa Blanca cree que inmiscuir a Biden en las negociaciones en momentos en que las encuestas le asignan escasa popularidad, probablemente socavaría un delicado proceso legislativo.
Las 50 bancas demócratas del Senado, que apoyan una amplia gama de acciones para endurecer los controles para acceder a las armas, deberán ganarse a los republicanos, que ostentan igual número de escaños, para alcanzar el umbral de 60 votos requerido para que cualquier proyecto se convierta en ley.
Hasta ahora, Biden se abstuvo de criticar abiertamente a los republicanos, en su mayoría hostiles a una legislación semejante y muchos de los cuales hacen del apoyo al acceso a las armas de fuego un tema de campaña hacia las elecciones de medio mandato de noviembre.
- “Apenas lo mínimo” -
El gobierno también argumenta que una ley federal tendría un impacto más profundo que una orden ejecutiva, que no sería vinculante para todos los estados de la Unión y solo tendría un efecto marginal.
Pero varios grupos que abogan por el control de armas consideran que el presidente debe involucrarse más.
Igor Volsky, director ejecutivo de la organización Guns Down America, dijo en Twitter que Biden podría crear una agencia en la Casa Blanca que se dedique específicamente a las armas de fuego, viajar por el país para reunirse con las comunidades afectadas, dar la bienvenida a los activistas a la Oficina Oval y presionar personalmente a los miembros del Congreso.
“Esto es ‘literalmente apenas lo mínimo’ que debería hacer un presidente que se postuló impulsando la prevención de la violencia armada”, señaló.
Mientras tanto, los activistas temen que Estados Unidos vuelva a caer en el patrón ya familiar que se desarrolla después de cada tiroteo masivo: una ola de indignación que decae antes de traducirse en una reforma significativa.
La masacre de la escuela de Uvalde puede haber conmocionado al país, pero no lo suficiente como para detener la normalidad en el Capitolio.
En efecto, el Congreso mantuvo el receso de 10 días planificado desde hace mucho tiempo y dijo que abordará el tema de las armas cuando regrese tras el feriado el lunes por el Memorial Day.
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