La victoria apabullante del Partido Republicano en la elección del Consejo Constitucional no fue una sorpresa, no tanto para el gobierno izquierdista de Gabriel Boric, sino para los seguidores de José Antonio Kast, líder de la derecha conservadora chilena. Axel Kaiser, una de las figuras liberales chilenas más mediáticas, autor de diversos libros sobre la materia, brinda una lectura sobre estos resultados.
— ¿Cómo asumir los resultados del domingo pasado?
Esto es una paliza dada desde la derecha a la centro derecha pero, sobre todo, a la centroizquierda, que se quedó con ningún representante, y a la izquierda de Gabriel Boric, que sacó una minoría que no le permite ni siquiera bloquear la propuesta de Constitución que haga la derecha. Van hacer mucho ruido, van a tratar de sabotearla y es obvio que toda la izquierda va a votar en contra de la nueva Constitución.
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— ¿Cómo se entiende que, tan poco tiempo después de las protestas masivas que pedían cambios en la Constitución, tengamos este escenario?
Para que los republicanos haya sacado ese nivel de votos tuvo que haber un cambio en el clima de opinión muy importante. Había que correr el eje del debate hacia ideas sobre libertad económica, sobre el orden público y la seguridad, el control de la migración. Se hizo un trabajo muy activo, incluso antes de que estuviera tan presente la figura de José Antonio Kast. Querían hacer un país básicamente socialista; entonces eso movilizó a mucha gente, desde la centroizquierda hasta la centroderecha y la derecha, y con eso logramos el rechazo. Lo que ocurrió el domingo pasado es que, finalmente, se sofoca definitivamente la revolución de izquierda en Chile, le cierran las puertas ya de manera total, al menos por un buen tiempo.
— El presidente Boric, asumiendo la derrota, pidió a los republicanos “no cometer los mismos errores” que los que tuvo la izquierda. Es decir, no polarizar el plan de una nueva Carta Magna. ¿La derecha entiende que hay ese riesgo?
Lo está diciendo por una cuestión táctica, porque nunca van a aceptar una Constitución que salga de allí. En una posición un poco incómoda, porque van a estar entre la constitución controlada por la gente de José Antonio Kast y la que ellos consideran que es la Constitución de Pinochet, que es la que es vigente hoy en día. Van a boicotear esta instancia, pero están haciendo como que van a comportarse a la altura del desafío.
— Los grandes derrotados son, en realidad, la centroderecha y la centroizquierda. ¿Estamos viviendo el fin del centrismo en Latinoamérica?
¿Cuál es el problema del centrismo? Que carece de ideas propias. El centrismo, por definición, es la posición media entre dos extremos. El centro se tiene que mover porque no tiene peso específico, no tiene principios propios que son claros y que se pueden defender. Entonces en Chile la hegemonía cultural, es decir, el conjunto de ideas que predominan en el debate público, se corrió muy hacia la izquierda y todo el centro se fue hacia la izquierda. Y como se fue todo el centro hacia la izquierda, toda la derecha o centroderecha de Chile, más la centroizquierda, se movieron hacia la izquierda radical que controló el debate. Entonces dejaron un espacio gigantesco hacia la derecha y es ahí donde entran el Partido Republicano y José Antonio Kast. Ellos emergen como resultado del abandono que la centroderecha hace de principios, de ideas que son tradicionales del sector.
— Con el fin del centro hay otro problema: el populismo de ambos lados. Gloria Álvarez, figura liberal guatemalteca, decía: “La libertad siempre es la más sacrificada porque la izquierda la ha mutilado en cuestiones económicas, y la derecha la ha mutilado de libertades individuales”. ¿Coincide con ella?
Históricamente, uno podría decir que el conservadurismo es más asociado a la derecha, por supuesto, pero no solo a la derecha, ojo. Pero en el escenario actual, yo no veo que la derecha conservadora haya mutilado libertades individuales de manera relevante. Sí podría ser parte del debate democrático una restricción del aborto más estricta, pero eso no es limitar libertades individuales, porque incluso dentro del mundo liberal hay gente que se opone al aborto. Es una discusión más compleja. La ciudadanía que votó por los republicanos ahora no votó porque le importa demasiado el tema del matrimonio homosexual; votó porque quiere es que no la estén asesinando en las calles, que el narcotráfico no tome los barrios donde vive, y porque quiere trabajo.
— Las protestas del 2019 las protagonizaron los jóvenes. ¿Quiénes han votado ahora por Kast?
Votaron todos, pero donde más apoyo sacó fue entre la gente más pobre de Chile y que es la que vive, obviamente con los estragos del narcotráfico, la delincuencia, la criminalidad, la inmigración descontrolada. Y los candidatos del gobierno de la izquierda sacaron más apoyo a los sectores más acomodados. En Chile la élite, tanto la centroderecha como la centroizquierda, se desconectó de la realidad de la mayoría.
— ¿Por qué el liberalismo recién parece estar queriendo pelear la batalla cultural en estos últimos años, y con gente joven?
Estaban demasiado cómodos, muy acostumbrados a ganar dinero en países que ya habían hecho una transición a la democracia y que tenían un sistema económico que funcionaba, como Perú y Chile hace un par de décadas. Sintieron que todo estaba resuelto. Dar esta pelea implica costos; antes no tenían la energía, la claridad intelectual. Dejaron que la hegemonía cultural la capturara la izquierda. El cambio que se está viendo tiene mucho que ver con la emergencia de figuras nuevas.