Hace mucho que el cambio climático y la gestión de los recursos dejaron de ser temas de preocupación para el futuro. Los fenómenos meteorológicos cada vez más extremos no dejan espacio para las dudas, con inundaciones e incendios forestales causando estragos en todo el mundo. En Ecuador, el reto se traduce por estos días en una severa sequía -la peor en 60 años, según las autoridades-, la misma que causa una crisis energética que ha obligado a tomar medidas drásticas al gobierno del vecino país.
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El Ejecutivo del presidente Daniel Noboa anunció que Ecuador aplicará apagones nocturnos de ocho horas a nivel nacional entre el 23 y el 26 de setiembre y teletrabajo en el sector público el jueves y viernes de esta y la próxima semana para enfrentar el problema. El objetivo es “manejar de forma responsable el control de nuestro sistema eléctrico”, según informó en un comunicado.
La crisis energética en Ecuador no es nueva, pero se ha intensificado en los últimos años e incluso meses. De hecho, esta es la tercera fase de cortes de energía desde finales del 2023, pero a diferencia de las ocasiones anteriores ahora el racionamiento se hará en la noche. La medida está acompañada de un toque de queda durante el que 46.000 policías patrullarán las calles.
“El horario establecido ha sido escogido con la finalidad de generar el menor impacto posible en las actividades productivas y el desarrollo de las jornadas laborales”, destacó el gobierno.
La principal causa de la crisis es la sequía del embalse de Mazar, el reservorio de agua más grande que tiene Ecuador, que con 31 kilómetros de extensión acumula un volumen total de 410 millones de metros cúbicos del líquido vital, según el diario ecuatoriano “El Comercio”. Esta presa alimenta las tres hidroeléctricas ubicadas en la cuenca del río Paute: Mazar, Paute-Molino y Sopladora, que permiten generar hasta 1.757 megavatios y atienden alrededor de un tercio de la demanda nacional de electricidad.
Sin embargo, en los últimos días el nivel de esta reserva de agua ha descendido drásticamente debido a la ausencia de lluvias que afecta a la sierra de los Andes desde hace varios meses. La crisis se agravó con la suspensión del suministro de electricidad procedente de Colombia, país que al igual que Ecuador es considerado potencia hídrica, y que afronta también una fuerte sequía y no cuenta con excedentes para exportar.
“Estamos viviendo el peor estiaje de los últimos 61 años, según los datos históricos de los caudales de los ríos que tenemos. Este 2024 es el peor año”, dijo meses atrás Rafael Quintero, viceministro de Electricidad.
El sociólogo y politólogo ecuatoriano Julio Echeverría señala que el ambiente en el país no es el mejor, pues hay preocupación entre la ciudadanía sobre los impactos que puedan tener los cortes de electricidad en distintos ámbitos, fundamentalmente en la seguridad. En Ecuador aún rige el “conflicto armado interno” que Noboa declaró a inicios de año como parte de su estrategia para enfrentar al crimen organizado.
“El país está pasando por una crisis de seguridad bastante grave y los cortes son por la noche. A pesar de que van acompañados de un régimen de emergencia nacional, de todas existe preocupación. El otro aspecto tiene que ver con la afectación al sector productivo, especialmente a los pequeños comercios que dependen altamente de la dotación de luz. Veremos cómo reacciona el país, si es que no se incrementa la violencia, si es que hay una colaboración ciudadana y empresarial para contribuir a enfrentar la crisis energética”, dice a El Comercio.
Estrategias y falta de prevención
El origen de la sequía en Ecuador es atribuido a la crisis climática y a los efectos del fenómeno El Niño. Además, el propio Gobierno de Noboa mencionó meses atrás un boicot como causa de la falta de energía.
Los científicos afirman que el cambio climático hace más probable que se produzcan fenómenos meteorológicos extremos, favoreciendo las condiciones para incendios forestales, inundaciones, olas de calor y sequías.
- Ecuador pierde alrededor de 12 millones de dólares por cada hora de apagón, según la Cámara de Comercio del puerto de Guayaquil, núcleo comercial de la nación.
- A causa de la sequía, Ecuador sufrió racionamientos de electricidad de hasta 13 horas diarias en abril.
Para hacer frente a la crisis, además de las medidas de racionamiento energético, el gobierno ha contratado una barcaza de generación eléctrica, ha dispuesto generadores termoeléctricos en tierra y ha abierto la posibilidad de importar gas para la producción de energía.
“Las medidas que ha tomado el gobierno son drásticas en sus efectos e impactos, pero necesarias para tratar de prevenir cortes que puedan afectar mucho más las actividades productivas”, dice Echeverría.
Sin embargo, explica el experto, aunque la ciudadanía sabe que las causas de la sequía están generalmente asociadas al cambio climático, también está convencida de que el Estado ecuatoriano no ha tomado las precauciones suficientes para enfrentar un problema que no es nuevo.
“No se han tomado precauciones estructurales, que tienen que ver con el incremento de nuevas centrales de generación eléctrica. No se ha hecho el mantenimiento del parque termoeléctrico que es obsoleto y que ha estado virtualmente abandonado, pese a que debería haber estado listo para activarse en casos de emergencia”, apunta.
De hecho, el 70% de la electricidad en Ecuador proviene de plantas hidroeléctricas, una dependencia hace que el país sea vulnerable a eventos climáticos como las sequías.
El problema empeora aún más si se tiene en cuenta que los efectos de la sequía también pueden impactar severamente en el suministro de agua potable y en el acceso a los alimentos.
“El Comercio” de Ecuador en una de sus últimas editoriales señala que en los mercados de Cuenca, el precio de las verduras y frutas sube y que los vendedores atribuyen este aumento a la falta de lluvias.
“La sequía no solo reduce la cantidad de agua disponible para el riego, sino que también incrementa la competencia por los recursos hídricos entre diferentes sectores.
El consumo doméstico está afectado (...) Y los problemas se repiten en otras regiones. La sequía en Bogotá ha llevado a que los embalses que abastecen a la ciudad estén en niveles críticos. Y la crisis no es solo consecuencia de la falta de lluvias, sino también del crecimiento urbano y la deforestación”, señala el medio.
¿Impacto en el Perú?
La sequía, así como los eventos climatológicos extremos no solo se circunscriben a un país. Lo vemos con la actual ola de incendios forestales que afecta a la región.
De hecho, los expertos señalan que la sequía en Ecuador ha generado las condiciones para los incendios forestales que ya han consumido cerca de 31.000 hectáreas en ese país, casi la mitad de ellas ubicadas en la provincia de Loja, fronteriza con el Perú.
“Los efectos de la sequía van más allá de Ecuador y de la generación eléctrica. Es un problema severo y significativo para toda Latinoamérica”, dice “El Comercio” de Ecuador en una de sus últimas editoriales.
El Dr. Ken Takahashi, investigador científico del Instituto Geofísico del Perú (IGP), explica que las proyecciones climáticas que hacen los modelos globales ya prevén que la sequedad va a aumentar, sobre todo en la Amazonía.
“Los eventos de sequía pueden ser más intensos y más frecuentes. Y no solamente es el impacto directo de la sequía, sino además el hecho de que si es que parte del bosque muere a causa de la sequía eso va a amplificar las sequías posteriores porque va a haber menos humedad del bosque hacia la atmósfera. Y esto a su vez puede producir más sequías en los Andes. Es decir, hay un efecto cascada puede ser tremendo”, dice a El Comercio.
Señala que, a grandes rasgos, las sequías responden a dos procesos. Uno es el cambio climático, que es progresivo, lo que significa que cada año va a ser un poco más cálido que los anteriores. El segundo es la variabilidad climática por eventos como el Fenómeno El Niño. Por ejemplo, la sequía que empezó en el 2023 en la Amazonía ha tenido ambos componentes. El Niño ha generado condiciones secas, pero el cambio climático las ha exacerbado. Y el cambio climático irá en aumento.
“Ya se proyecta que las condiciones que propician la sequía van a aumentar en general en la región amazónica y, en general, a nivel mundial se espera que todos los eventos climáticos extremos, tanto secos como húmedos, aumenten. A corto plazo, lo que ocurre en un país en un año específico no necesariamente tiene que pasar en otro país. Pero si lo vemos en una proyección para los próximos años, sí se espera que las sequías, tanto por el cambio climático como por la variabilidad del clima, van a aumentar en nuestro país también, particularmente en la zona amazónica y posiblemente en la región andina”, advierte Takahashi.