Este fin de semana lo pasaremos sin gabinete. Ojalá todos aprendan la lección. Todos: gobierno y oposición.
El gobierno debe saber que no tiene todo el poder en sus manos. Es bueno que así sea, pero es mejor que lo sepa.
Las últimas disposiciones políticas no muestran a un Ejecutivo alerta. Pareciera que no sabe lo que pasa.
Al margen de las personas, Ana María Solórzano en el Congreso y Ana Jara en la PCM refuerzan la idea de que Nadine Heredia obtiene más injerencia en los poderes del Estado. No es algo nuevo. La dificultad del voto de confianza para el Gabinete Cornejo anunció la voluntad de limitar esa influencia.
Lejos de ofrecer una rama de olivo a la oposición, el gobierno insistió en su fórmula. No solo insistió: la llevó a sus extremos.
El gabinete de Ana Jara no ha sido censurado. Sin embargo, la oposición en el Congreso, de acuerdo con sus facultades constitucionales, ha suspendido o pospuesto la confianza.
Ana Jara tiene la difícil misión de hacer entender al presidente Humala y a su entorno la situación política. Debe llevar a la oposición, además, una señal de que el Ejecutivo, finalmente, ha entendido.
La oposición, por su lado, no puede prolongar mucho más la situación de indefinición. Cada congresista y cada grupo responden a su legítimo interés político. A nadie, sin embargo, conviene la imagen que queda ante la opinión pública.
Si la indefinición se prolonga, la representación quedará como obstruccionista, como si no dejara trabajar.
La imagen actual del Congreso es la del que no trabaja. No le conviene al Congreso, ni a la oposición, quedar como el que ni trabaja ni deja trabajar.
Ya se demostró que este no será un Congreso controlado por el gobierno. La oposición ya hizo su prueba de fuerza.
Pedir la cabeza de tres ministros, como hace el fujimorismo, es desproporcionado. Equivale a poner una condición inalcanzable y, por tanto, irreal.
Una propuesta así la hace quien no quiere negociar. No parece una propuesta, sino una pataleta.
Fiscalizar no es obstruir. La oposición tiene que demostrar que puede hacer lo primero sin caer en lo segundo.
El gobierno, por su lado, debe manifestar que está dispuesto a gobernar en democracia. Esto quiere decir que acepta su condición de poder limitado por la oposición.
Gobernar no es imponer, pero tampoco dejar de hacer.
La ministra Ana Jara tiene la capacidad para llevar al gobierno por esa senda. Falta saber si la oposición encuentra un liderazgo que la lleve a la firmeza con sensatez.
Para evitar el descalabro político y económico necesitamos, sobre todo, que nadie se ofusque con el poder que tiene. Ni el gobierno ni la oposición.
Ojalá el fin de semana sirva para que baje la borrachera que produce, siempre, la experiencia del poder.
En este momento, el valor más estimable es la serenidad.
Los problemas que tiene que enfrentar el Perú no pueden encontrarnos sin mando y sin rumbo. La resaca ya tiene que parar.