María Cecilia  Villegas

La es considerada por el 59% de los peruanos como el principal problema que debemos enfrentar. Y, sin embargo, de acuerdo con la XII Encuesta Nacional sobre Percepción de la Corrupción a cargo de Proética, un 68% de esos mismos peruanos es tolerante a la corrupción. Solo uno de cada tres de nuestros compatriotas rechaza la corrupción.

Entonces, ¿cómo podemos luchar contra esta, si a la mayoría de los peruanos no les incomoda? Una de las consecuencias de esta alta tolerancia a la es que el Perú es el país de Lcorrupción atinoamérica con menor confianza interpersonal. Solo el 17% de los peruanos cree que se puede confiar en los demás. La confianza se basa en la idea de que existen reglas comunes iguales para todos, que son respetadas, incluso cuando nadie está mirando. Los peruanos creemos que la mayoría de nosotros no respeta las leyes y se desarrolla entre la legalidad y la ilegalidad según sea necesario para lograr sus objetivos. En el camino inventamos excusas y disfrazamos nuestras acciones.

Esta falta de confianza es acrecentada con los recurrentes escándalos de corrupción y la falta de reacción de un sector que, en lugar de cuestionar a sus pares, se conforma sosteniendo que, por ejemplo, Sada Goray no puede ser considerada empresaria. Flaco favor se hacen aquellos que no tienen el valor de reconocer y señalar a quienes desde el sector privado cometen actos de corrupción, hacen lobbies ilegales para promover proyectos con grandes sobrecostos y capturan rentas para enriquecerse a costa del resto.

Nosotros somos los responsables de haber convertido a la corrupción en una herramienta válida para que muchos se enriquezcan indebidamente. Y cuando quienes caen en actos de corrupción son amigos o grandes empresariales, miramos hacia el otro lado, no cuestionamos y nos olvidamos de que una sociedad requiere de ciudadanos que ejerzan sanción social hacia aquellos, cercanos o no, que rompen las leyes y violentan el Estado de derecho. Y la realidad es que en el Perú no existe sanción social en el medio empresarial para quienes han estado implicados en escándalos de corrupción. Los nombres los conocemos todos y, sin embargo, siguen participando de espacios como gremios, asociaciones empresariales y en distintos eventos. Entonces, ¿cómo queremos recuperar la confianza de una sociedad si somos nosotros mismos los que con el ejemplo demostramos que no somos confiables? ¿Si toleramos la corrupción del empresario amigo porque, llegado el caso, no podríamos caer también nosotros en actos de corrupción?

Sada Goray es una empresaria y, además de serlo, es corrupta. Y en esto no estaba sola, porque parece meridianamente claro que no fue solo Marka Group la beneficiada. Más aún, al analizar el expertise demostrado en llegar al poder y armar su red de corrupción dentro del Estado, es muy probable que no haya sido la primera vez que lo hacía.

En un estudio realizado por Ipsos a pedido de Capitalismo Consciente Perú y Konrad Adenauer Stiftung KAS Perú entre marzo y abril del 2023 sobre las actitudes de los ciudadanos hacia los empresarios, encontramos que el 27% de los peruanos considera que los empresarios deberían asumir mayor responsabilidad frente a la corrupción. Esto significa que los peruanos quieren ver a los líderes empresariales cuestionando y actuando contra la corrupción.

Liderar es asumir una responsabilidad y entender que, a mayor educación y a mayor poder, mayor responsabilidad. Y esa responsabilidad es la que los líderes empresariales en el Perú no han sabido asumir. Un líder señala el camino, tiene ética y principios y sabe que liderar es servir. Los líderes saben tomar decisiones y, más que hacer preguntas ,saben tener respuestas. No es posible construir una mejor sociedad si no es de la mano de sus líderes. Es por esta razón, que los empresarios en el Perú deben actuar. Si no es por convicción, que sea porque han entendido que es precisamente esta falta de confianza en el sector empresarial de la que se aprovechan los políticos para cuestionar el modelo económico y la Constitución Política. Es la falta de confianza, ganada a pulso, la que agudiza aún más nuestras diferencias y pone en riesgo todo lo avanzado.

Maria Cecilia Villegas es CEO de Capitalismo Consciente Perú

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