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Tropiezos fiscales
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Este mes, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) deberá enviar al Parlamento el proyecto de la ley de presupuesto del sector público para el 2026, que buscará definir en qué y cuánto gastarán todos los organismos del Estado Peruano el próximo año.
Esta iniciativa nos permitirá entender si Raúl Pérez Reyes, el titular del MEF, decide continuar las tóxicas tradiciones de sus predecesores durante el gobierno de Dina Boluarte o si logra que prime la sensatez y se plantee un presupuesto basado en proyecciones realistas sobre qué pasará con la economía peruana y la recaudación tributaria.
Esta cautela es aún más necesaria en un contexto en el que el precio del cobre, inflado por las expectativas de que los aranceles de Estados Unidos afectarían todos los productos hechos a base del metal rojo –y no solo a las tuberías y alambres, como sucederá desde hoy–, se ha desplomado alrededor de 20% en dos días.
El hecho de que los envíos peruanos de cátodos se hayan librado de estas cargas tributarias es una buena noticia para el Perú, pero aún es incierto cuál será el piso para el precio de nuestro principal producto de exportación, indicador que mueve la aguja como ningún otro de los ingresos del Estado Peruano.
En este contexto, el MEF debería ser aún más cauto con sus proyecciones en el Marco Macroeconómico Multianual (MMM), evitando que un exceso de optimismo sobre el precio del cobre y el crecimiento de la economía peruana infle los ingresos esperados y justifique soltar la rienda de los irresponsables bajos instintos de gasto que han sido la constante de la presente administración.
Y a esta ensalada de esperadas imprudencias se suma el aderezo del Congreso, que suele incluir disposiciones aprobando gastos al presupuesto que no tienen cómo financiarse y que tendrá más incentivos para la imprudencia de cara a las elecciones.
Por eso resulta sumamente preocupante el tropiezo de la mandataria sobre el déficit fiscal durante el mensaje a la nación del 28 de julio. Que Dina Boluarte haya afirmado, equivocadamente, que el déficit fiscal cerraría este año entre 2,6% y 2,8%, es decir, que incumpliríamos las reglas fiscales por tercer año consecutivo, nos muestra que el manejo responsable de las cuentas fiscales no está entre sus prioridades ni en la lista de temas de los que conversa con el titular del MEF.
Preocuparse por dejar las cuentas fiscales ordenadas al próximo gobierno parece ser mucho pedir para una mandataria cuya prioridad es viajar por el mundo y no gobernar el país.

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