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La enfermedad de Essalud
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Con más de 12,5 millones de afiliados, es justo decir que buena parte del futuro de la salud pública en el Perú depende de lo que suceda con Essalud. Su infraestructura, su capital humano, y sus recursos la hacen posiblemente el jugador más importante en el ecosistema de salud nacional.
Sin embargo, según un informe publicado ayer por el Instituto Peruano de Economía en este Diario, los problemas se amontonan en la masiva entidad. Apenas el mes pasado, Essalud enfrentó una seria huelga de 15 días que se resolvió con un ofrecimiento de “incentivos por indicadores de desempeño” entre sus trabajadores. Es justo en esa dirección que se explica que, por ejemplo, según el informe, en la última década el gasto en remuneraciones ha crecido más rápido que los ingresos. Mientras tanto, en regiones como Cajamarca, Piura y Áncash, el ratio de camas por 10.000 afiliados es demasiado bajo. Y, entre el 2019 y el 2023, el tiempo de diferimiento o plazo para acceder a una cita médica casi se duplicó (de 10,4 días a 19,5 días). Y eso con más recursos por asegurado que antes.
En respuesta, muchos afiliados prefieren pagar extra para atenderse directamente en una farmacia –con los riesgos que ello implica– o clínica privada. Y cerca del 90% de quienes se atendieron en Essalud terminan comprando sus medicamentos en una farmacia debido al desabastecimiento generalizado. Varios de estos dolores serían más fáciles de identificar y de corregir si se hubiera mantenido la vigencia de la encuesta de satisfacción que realizaba el regulador SuSalud, pero este decidió dejar de realizarla hace casi 10 años, presumiblemente para limitar la visibilidad de ciertas brechas y comparaciones. La posibilidad de incorporar apoyo sustancial de la inversión privada en el sector –por ejemplo, a través de APP– debe ser tomada muy en serio.
En Essalud, la enfermedad endémica nacional de la politización y consiguiente rotación crónica sigue infectando el organismo. Desde el 2021, han pasado nueve presidentes ejecutivos y nueve gerentes generales. Y, paradójicamente, en este tumulto, las presiones internas para que nada cambie son considerables. En vez de debatir sobre asuntos insustanciales o polarizadores, harían bien los aspirantes a la Presidencia de la República y al Congreso en poner los reflectores aquí. Difícilmente se podrá encontrar una causa de discusión más legítima en campaña que la manera de mejorar el acceso a la salud de más de 12 millones de peruanos.

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