El retorno del Chino, Chino, Chino, por Damita de Hierro
El retorno del Chino, Chino, Chino, por Damita de Hierro
Redacción EC

Al ingeniero las cosas le comenzaron a ir mal hace algunos años. Resumiendo la historia: un hijo de migrantes terminó –a pesar de todas sus buenas intenciones, y por una serie de eventos tan desafortunados que solo Dios conoce– en una prisión infame, fría, lejana y oscura. Aparecía despeinado, y con ropas de quien ya se ha rendido; solo en los cuadros y en la literatura epistolar encontraba sosiego.

Algún punto de quiebre, sin embargo, debimos haber sospechado cuando, por circunstancias completamente exógenas, el ingeniero, desconcentrado tal vez, perdió brevemente sus papeles en un infortunado y prepotente evento en el que le gritó a una enfermera. Era el inicio de un nuevo futuro; después de todo, el indulto soñado se veía más verde que nunca.

Hoy el panorama parece estar claro. No solo lo digo por las recordadas (y esforzadas) entrevistas que ha dado don Alberto, ni por la compra de un kit electoral para crear una nueva agrupación política, ni por la reciente carta a un dirigente provincial en la que cordialmente le daba amables consejos (“Amigo Antonio Becerril; me resisto a creer q candidato a Lambayeque sería G. Espinoza, persona desaforada del Congreso”) ni por su pujante uso del Twitter. También lo digo por lo que presenciamos esta semana. Fujimori, armado con un polo naranja y un afilado lapicero, continuaba el plan: siglas de municipalidades acompañadas de nombres de posibles alcaldes sellaban su retorno político. Esto, que a muchos les ha causado desazón, es en realidad una buena noticia. Un Fujimori con participación política abierta es, al menos, cada vez más sincero.