En solo un mes, el alcalde Luis Castañeda ha caído diez puntos porcentuales en la aprobación ciudadana; y sin embargo; sigue ostentado un 49% que cualquier otro político en ejercicio de una función de gobierno le envidiaría. ¿Cómo hace el burgomaestre para mantenerse en el lado luminoso de la simpatía de los limeños? Pues parece evidente que hablando poco y, cuando resulta inevitable hacerlo, diciendo verdades que resplandezcan como el sol que constituye el símbolo de su partido.
Pensemos, por ejemplo, en el reciente escándalo desatado en torno al legislador de Solidaridad, Luis Luna, a raíz de la contratación de tres personas que figuraban como asesores de la comisión congresal que él preside, cuando en realidad trabajaban en la universidad Telesup, de su propiedad.
Para tratar de apartar las sospechas de sí, Luna ha pronunciado un despropósito como: “Sería tono arriesgarme por unos cuantos soles”, de donde se sigue que el problema es de precio (es decir, que si fuese por un asunto que implicase muchos soles, el parlamentario sí se arriesgaría a cometer algo ilegal). Mientras que Castañeda ha dicho solamente: “Adelantar juicios me parece prematuro”. ¿Podría acaso alguien refutar la solidez tautológica de esa frase? Imposible. Y si nadie puede estar en desacuerdo contigo, de alguna manera todos te aprueban. La genialidad de algunas estrategias políticas, como se ve, radica a veces en su simpleza.