Las alertas por la inminente crisis alimentaria global por la guerra en Ucrania no son en vano. Debido al aumento de precios y la escasez de alimentos –que se sumarían a la situación de vulnerabilidad en la que cayeron miles de familias a raíz de la pandemia por el COVID-19–, la FAO ha advertido que la crisis mundial de hambre podría afectar a más de 15 millones de peruanos.
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Y es que, de por sí, el Perú está lejos de superar los efectos de la malnutrición: si bien los índices de condiciones como la anemia y la desnutrición crónica han disminuido a través de los años, las cifras continúan siendo preocupantes. Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) del INEI, para el 2021 los índices de anemia en niños de entre 6 y 35 meses fue de 38,8%. La desnutrición crónica en niños menores de 5 años, por su parte, fue de 11,5%.
A estas formas de malnutrición se suman el sobrepeso y la obesidad, consecuencias de una malnutrición por exceso.
El decano del Colegio de Nutricionistas del Perú, Antonio Castillo, sostuvo que en el Perú ya existe una “situación epidemiológica nutricional preocupante” que podría verse agravada ante una eventual crisis alimentaria.
“Tenemos casi un 40% de anemia en niños menores de tres años a nivel nacional y aproximadamente un 10% de desnutrición crónica en menores de cinco años. También tenemos un riesgo de desnutrición crónica en niños menores de cinco años de 35%. Entonces, el panorama nutricional tampoco es tan bueno que digamos. Si se presentase alguna crisis alimentaria, obviamente esto se va a acentuar y la situación va a ser mucho más grave”, señala.
“Aún no hemos resuelto nuestros problemas alimentarios nutricionales y hoy enfrentamos una hambruna o una crisis alimentaria como esta”, advierte en la misma línea Saby Mauricio, directora de la carrera de Nutrición Humana en la Universidad Privada Norbert Wiener y exdecana del Colegio de Nutricionistas del Perú.
Según la especialista, de no tomarse las medidas adecuadas, la crisis alimentaria podría llevar a que, por primera vez desde el 2018, la tendencia en la reducción de la anemia se invierta. Entre los principales efectos de la anemia infantil –cuya causa predominante es la deficiencia de hierro– está la falta de desarrollo a nivel intelectual de los niños.
Actualmente, la anemia infantil es mayor en zonas rurales (48,7%) que en las urbanas (35,3%). Asimismo, predomina en la región selva (49,8%) y en el quintil inferior de riqueza (50,2%).
Otro efecto de la malnutrición que incrementaría con la crisis alimentaria es la desnutrición crónica. Al igual que en el caso de la anemia infantil, este tipo de malnutrición –que tiene como efecto que las personas tengan talla baja por falta de proteína– está más presente en el área rural (24,4%). La diferencia con el área urbana (6,8%) es significativa. De igual modo, es predominante en la sierra (20,5%).
Pero además de elevar los índices de los actuales problemas de malnutrición, Mauricio advierte que la hambruna global podría significar el retorno de tipos de desnutrición extintas en el país desde la década de 1990, como el marasmo y el kwashiorkor.
“El hecho de que la mitad de la población peruana tenga algún nivel de inseguridad alimentaria ya es preocupante, porque significa que a los problemas que ya tenemos se pueden agregar otros más. Podríamos tener todo un mapa de enfermedades que no hemos visto o que ya habíamos erradicado. Por eso es tan importante que en esta crisis alimentaria aseguremos alimentación saludable”, sostiene.
El otro tipo de malnutrición: obesidad y sobrepeso
Aunque pueda parecer contraintuitivo, una crisis de hambruna podría incrementar los casos de malnutrición por exceso, como la obesidad y el sobrepeso. Ello, principalmente, debido a que el acceso a alimentos industrializados o con un alto contenido de sodio, grasas saturadas y grasas trans pueden resultar más accesibles.
“Una persona va a tener hambre y va a haber una gaseosa que cuesta S/1 y va a preferir dársela a su hijo. Pero esa gaseosa tiene exceso de azúcar, como ocurre con muchos de los alimentos más baratos”, explica Mauricio.
Entre los principales riesgos del sobrepeso y obesidad que advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS) están las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, los trastornos del aparato locomotor y algunos tipos de cáncer.
Según detalla un informe del medio especializado “Salud con lupa” solamente en Lima hay más de 800 mil niños obesos menores de 17 años. La misma nota informó que, en la última década, los casos de obesidad infantil se han más que duplicado y, hoy en día, el Perú es el país con la tasa más alta de crecimiento de obesidad infantil en la región.
Actualmente, los mayores índices de masa corporal –indicador que se utiliza para identificar el sobrepeso y la obesidad– se encuentran en la costa del país.
A nivel nacional, la tasa de sobrepeso en personas mayores de 15 años fue de 36,9% en el 2021, según ENDES. Por su parte, la obesidad en personas mayores de 15 años alcanzó el 25,8% en el 2021. Esta fue mayor en zonas urbanas (28,4%) que en zonas rurales (15%). Las regiones más afectadas por la obesidad son Tacna (37,%), Ica (35%), Moquegua (34,8%), Madre de Dios (31,9%) y Lima (31,1%).
Medidas de contención
Antonio Castillo considera que el gobierno debe focalizar esfuerzos en asegurar el acceso a los alimentos “que tengan la calidad nutricional suficiente” en los segmentos que se encuentran en especial situación de vulnerabilidad.
“Deben tomarse medidas que contribuyan a estimular el mercado y a asegurar la alimentación, especialmente en zonas deprimidas, a través de comedores populares y ollas comunes. Ello para las poblaciones que realmente lo necesitan, las personas con una posición más acomodada posiblemente no lo van a sentir tanto (el efecto de una posible crisis alimentaria)”, sostiene.
Para Saby Mauricio, la ayuda a través de programas sociales es importante, pero no suficiente. La especialista asegura que es necesario implementar políticas públicas destinadas a educar a la población en materia nutricional. Para ello, propone que el gobierno, a través del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego, informe cuál es la producción per capita de alimentos por región, además de publicar un informe de precios de alimentos que se actualice de manera diaria. Ello, para asegurar el acceso a alimentos que se tienen “a la mano”.
Mauricio, además, considera que los medios de comunicación deben cumplir un rol clave en la difusión de la información nutricional.
“Es importante que en esta crisis alimentaria aseguremos una alimentación saludable, y no hay que pensar en alimentación saludable como una alimentación cara. Hay que aprender a combinar los alimentos, pero para eso necesitamos enseñarle a la población. No tenemos una educación alimentaria instaurada como política pública ni una comunicación nutricional”, indica.
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