Conoció a Javier Milei en una conferencia liberal sobre economía austríaca. Cree que el presidente electo argentino es un hombre con extraordinaria formación y que ese aspecto será fundamental a la hora de gobernar. Hemos llamado a Álvaro Vargas Llosa, director ejecutivo y coordinador del Consejo Empresario Asesor de la Fundación Internacional para la Libertad en EE.UU. y senior fellow del Center on Global Prosperity, para analizar el primer triunfo de un liberal en América Latina.
— ¿Te sorprendió el triunfo de Javier Milei?
Lo que me sorprendió fue el resultado de la primera vuelta. Suponía que Milei iba a tener un resultado mejor porque su 30% estaba firme y sólido. Igual, para un candidato que solo lleva dos años en campaña, que salió de la nada en el sentido de política activa y que tiene un discurso tan revolucionario, alcanzar la presidencia es un verdadero triunfo.
— Trump le ha dicho a Milei que su triunfo tiene un impacto mundial. ¿Lo crees?
Sí lo tiene, pero en esto Trump está jugando tramposamente. La línea económica de Trump no tiene nada que ver con Milei. Trump es una persona que está en contra de la globalización, que está a favor del proteccionismo, que aumentó el gasto público de una manera descomunal. Trump representa, en términos económicos, un gran proteccionismo. Milei es todo lo contrario.
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— Pero ambos comparten su crítica a la izquierda...
Claro, hay elementos comunes en eso. Pero hay que tener cuidado de no caer en la trampa de pensar que Milei es el Trump argentino. Este es un hombre mucho más formado, intelectual y académicamente.
"Si (Milei) quiere hacer una reforma radical, debe quedarse callado hasta que asuma el gobierno; de lo contrario, pasas a ser responsable de lo que pase cuando aún no eres el presidente"
— Mujica, el expresidente uruguayo, ha dicho que el desafío mayor para Milei será enfrentar la calle, porque inevitablemente habrá resistencia frente al famoso ajuste prometido.
Milei tiene que tener cuidado de aquí al 10 de diciembre. Parecería que no falta tanto tiempo, pero en política un día es mucho. Tiene que tener cuidado de no hacer anuncios concretos, salvo los nombramientos, porque das tiempo a los adversarios para organizarse. Les permites concentrar esfuerzos donde vas a ser más vulnerable. Si quiere hacer una reforma radical, debe quedarse callado hasta que asuma el gobierno; de lo contrario, pasas a ser responsable de lo que pase cuando aún no eres el presidente. Tienes que atacar, en el sentido figurado de la palabra, desde el primer día. Es decir, tienes que lanzar un paquete de medidas coherentes sin esperar un segundo para evitar, precisamente, que se vaya generando un clima en el que ya no puedas actuar, porque estás paralizado frente a la protesta; y, en segundo lugar, porque debes evitar el gradualismo. Mira lo que pasó con Macri: tuvo las mejores intenciones, produjo un plan de gobierno más bien gradualista y, al final, no pudo ejecutar ni la mitad de lo que quería ejecutar.
— Pero Milei ya hizo anuncios: la privatización del agua; de los medios de comunicación públicos. ¿Se debe privatizar el agua?
Por supuesto que sí, pero hay formas de hacerlo. Sedapal tendría que haber sido concesionado hace mucho rato. Pregúntale a cualquier peruano que no tenga necesariamente una instrucción académica en temas de privatización si le parece bien el servicio que está recibiendo y te dirá que es un absoluto desastre. Hay formas de privatizar y formas de compensar en lo inmediato una elevación de tarifas. Sí creo que es un error de Milei empezar a anunciar estas cosas, porque él no puede tomar ninguna decisión hasta que asuma el poder y en cambio sus adversarios sí pueden. Sus adversarios están en el gobierno, tienen las riendas y pueden, desde el Estado, organizar un sabotaje magnífico.
— La gente de izquierda dice que el agua jamás debe privatizarse.
¿Cuántos cortes de agua hay en el Perú a la semana? Hay una necesidad urgente de brindar un servicio que en estos momentos no se brinda. ¿Por qué vamos a excluir la reforma? ¿Por razones ideológicas? No hay que temer a ese debate y a esa discusión. Evidentemente, hay gente muy pobre que no puede pagar una tarifa de agua. Vamos a ver de qué manera podemos dar un subsidio directo, pero no impidamos que se mejore radicalmente el servicio que es vital para la gente. No son los barrios ricos los que más sufren, son los pobres. Me parece a mí una desvergüenza que la gente de izquierda se oponga por razones puramente ideológicas a que los pobres, en cuyo nombre ellos hablan, obtengan un servicio infinitamente mejor del que están obteniendo.
— ¿El escenario de América cambia con Milei?
Si Milei tiene éxito, el efecto será continental, no hay ninguna duda. Pero si fracasa, va a ocurrir una tragedia para quienes somos liberales.
— Mira también la animadversión de Lula, Petro y López Obrador. ¿Has visto cómo han reaccionado al triunfo de Milei?
Me parece una vergüenza, casi un delito de lesa democracia, que el presidente del país de más peso en la región, que es Brasil, haya anunciado que no va a la toma de posesión del señor Milei. Con todas las diferencias ideológicas que puede haber, la obligación de un presidente democrático de Brasil es asistir a la toma de posesión de un nuevo presidente de la Argentina, que además es su socio en el Mercosur, que es un país vecino, que es un país con el que tiene relaciones históricas. Me parece abominable que el señor Lula haya hecho este anuncio. Es un acto de sabotaje, es un acto para tratar de eliminar a Milei, para moverle el piso y movilizar a su oposición interna. Me parece una mala decisión y el hecho de comunicarla de esta manera, muy cobarde. Ojalá que lo obliguen a dar marcha atrás en su país.
— Hablemos de la ceguera ideológica que también impide hacer reformas. Mira la presidenta Boluarte. Paralizada, está bien con Dios y con el diablo e intentando solo resistir.
Esta es otra lección que se aprende de los casos de reforma liberal exitosa en el mundo. Hay que estar en una situación de crisis profunda para que ese tipo de reforma pueda ser aceptada por la población. En 1990 teníamos una crisis económica enorme en el Perú. Mi padre, con su discurso radical liberal, no ganó la elección, pero sí creo que le dejó el colchón social a Fujimori para que hiciera una política de ‘shock’ que la gente aceptó, porque había una crisis muy profunda. Teníamos una situación de hiperinflación, aparato productivo colapsado, un escenario en que la gente estaba dispuesta a aceptar cosas que en otro escenario no aceptaría.
— ¿Podemos salir con Dina Boluarte?
Todo depende de la expectativa que tengas. Yo sé que la critican mucho, pero mi expectativa es distinta. Hay que ser justos: en un momento crucial de la historia del Perú, ella tomó la posición que había que tomar, resistió una asonada golpista, salvaje, violenta. Cuenta con muchas agallas y mucho valor, enfrentándose a mucha de la gente que había estado muy cerca de ella. No te diré que salvó la democracia, pero sí diría que su contribución fue decisiva. Por tanto, había que sostener eso. Ahora bien, mi expectativa no es que ella haga una gran reforma liberal, que ella haga un gran gobierno, porque no tiene un mandato para eso. No es el escenario político que tiene.
— Ella no es liberal, para empezar...
Pero vamos a suponer que lo fuera. El escenario es que no le pidamos peras al olmo, pidámosle que llegue al final de su mandato, que salgamos de esta recesión devolviendo confianza. Pidámosle que entregue el próximo gobierno en un escenario en el que hayamos salido de la recesión, que se haya restablecido algo de la confianza y que sea el próximo gobierno con un mandato, con un programa coherente, con un equipo preparado para eso, el que haga las reformas que hay que hacer y que son cuantiosas. Yo no le pediría más que eso. Sí es verdad lo que dices: tratar de quedar bien con Dios y con el diablo producen incertidumbre y perjudica su propia labor de gobierno. Quizá hay cosas importantes que enmendar aunque eso le traiga problemas.
— ¿Nos estás diciendo que tenemos que resistir sin exigir hasta el 2026?
No. Exigir es democracia. Hay que exigir siempre; pero yo lo que te hago es, simplemente, un análisis desapasionado y realista de cuál es mi expectativa. Lo que esperaba es más o menos lo que está ocurriendo, que volviera una cierta paz social al país; que lentamente se recupere una cierta confianza para que haya una reactivación por lo menos en el campo de la minería que está paralizada. Me parece mal que no se atrevan a Tía María, por ejemplo, que es un proyecto demasiado importante y también simbólico. Enviaría una señal a la comunidad, inversión. En este caso, faltan las agallas que sí hubo en su momento para enfrentarse a la asonada golpista.
— El silencio de Boluarte es estruendoso frente a Otárola, que habla todos los días.
Posiblemente sí, pero yo entiendo que ella lo vio actuar en los momentos decisivos, cuando su presidencia casi pendía de un hilo y entendió, rápidamente, que él ayudó a estabilizar ese gobierno. Es muy difícil que se quiebre esa confianza que él se ganó.
"(Boluarte) es una presidenta de izquierda democrática a la que le va a costar tomar el tipo de medidas que a alguien como yo le gustaría que se tomara"
— ¿Cómo define a Boluarte?
Es una presidenta de izquierda democrática a la que le va a costar tomar el tipo de medidas que a alguien como yo le gustaría que se tomara. Por eso, no tengo expectativa pero, por lo menos, tiene esa virtud de que es una izquierda democrática. Nunca olvidemos que la izquierda que tenemos en el Perú es una izquierda profundamente antidemocrática que se entregó en cuerpo y alma al señor Castillo. Ojalá que en el 2026 paguen un precio enorme en las urnas por haber hecho eso y habrá que encargarnos de recordarle a la gente su conducta. Tampoco la veo en la actitud frívola que tiene la izquierda llamada ‘caviar’. Ella tomó riesgos. Mucho más fácil hubiera sido adoptar la posición que adoptó la izquierda ‘caviar’ y no lo hizo.
— Más de un economista asegura que si vamos por este decrecimiento, con más peruanos pobres, que no nos extrañe que en el 2026 vuelva a ganar otro Castillo.
No lo creo. El Perú lleva mucho tiempo con un crecimiento de muy baja intensidad y ahora dejó de crecer, por eso las elecciones del 2026 son críticas. Lo que espero es que la candidatura de centro derecha, que eventualmente pueda ganar las elecciones, sea reformista, que se atreva, que no venga a gestionar la herencia, porque eso sí sería crear un escenario explosivo y el siguiente presidente sería un loquito de izquierda. Creo que tenemos que tener opciones de reforma valiente y eso va a requerir agallas, coraje y visión. Ojalá que eso aparezca en el firmamento.
— ¿No ves a un liberal en el firmamento?
Vamos a ver qué pasa. Hay cosas interesantes que están en formación. Está el partido de Rafael Belaunde Llosa y de Pedro Cateriano. Mi buen amigo Carlos Añaños también está en veremos. Hay buenas personas. Hay que esperar que entren a la arena y nos digan a qué están dispuestos.
“Respeto la decisión de mi padre y creo que es una decisión valiente”
— Tu padre, nuestro premio Nobel, ha anunciado su retiro de la literatura activa. Es una pésima noticia para todos sus lectores.
Lo que ha anunciado está al final de “Le dedico mi silencio”. Hay una nota donde dice que ya no escribirá novelas. La edad es un argumento contundente. Para escribir una novela necesitas varios años con un nivel de concentración y de poder intelectual que no es compatible con esta etapa de la vida, lo que no significa que tenga que renunciar a otras cosas. Yo respeto esa decisión y creo que es una decisión valiente, además. Eso no significa que no puede seguir disfrutando de su vocación, de otras formas que estén más adecuadas a esta etapa de su vida.
— En cristiano, ¿lo que nos está diciendo es “no tengo el tiempo para hacer otra gran novela”?
Su retiro de las novelas causa tristeza. Para todos nosotros, es igual. Yo he crecido viéndolo entregado apasionadamente a una vocación, así que comprenderás lo difícil que es.
— ¿Te consultó sobre esta decisión?
No, más que preguntarme lo que pasó es que lo veníamos hablando desde hacía ya un cierto tiempo. Mi padre habla todas estas cosas en familia, las cuenta; de manera que no fue una sorpresa. Lo que sí lo fue es que decidió incluirlo al final de su última novela. Yo le llegué a comentar un par de veces si estaba seguro, que si eso era una buena idea o si era preferible mantenerlo en reserva, como una decisión personal y que, luego, ya el tiempo se encargaría de demostrárselo a la gente. Pero él decidió escribirlo.
— ¿Cómo está de salud?
Muy bien. Evidentemente, con algunos achaques propios de la edad. Se frustra mucho con las pérdidas de memoria, que son propias de la edad. Lo importante es que está leyendo, está caminando, está disfrutando en familia y, cuando puede, acude a la Academia tanto en Madrid como en París. También asiste a los eventos de nuestra Fundación Internacional para la Libertad. Acude, pero ya no tiene un rol muy participativo, en el sentido de que no habla, ya no da discursos largos ni nada de eso. Igual mantiene la ilusión a estar y escuchar. Lo que quiero decir es que mantiene su nivel de actividad adecuado a la realidad, a la edad que tiene y esto es algo muy importante, porque cuando uno no acepta se frustra mucho más.
— La dedicatoria a Patricia me pareció impresionante...
Sí, claro, muy merecida. Sobre todo tratándose de su última novela. Es la persona a la que más le debe en su vida, de la que ha estado más enamorado, ¿no? Era, sin duda, el paso lógico y estamos todos muy felices.4