Aunque su gestión y entorno estén continuamente en el centro del debate público, el presidente Pedro Castillo ha optado otra vez por aislarse de los medios de prensa y, así, mantener pendiente más de una aclaración. Sus últimas frases a un reportero fueron registradas el 22 de febrero, hace 100 días.
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Aquel martes, más de tres meses atrás, el mandatario extendió, ante TV Perú, sus disculpas a los periodistas por haber dicho, un día antes, el 21 de febrero, que la prensa le resultaba “un chiste” por interpelarlo sobre temas políticos en espacios de actividades oficiales.
“Surgió por ahí alguna pregunta [sobre una presunta reunión con la investigada empresaria Karelim López] que el Perú sabe que eso está en un espacio de una investigación. Entiendo de que, si se ha sentido incómoda la prensa, es una reacción natural [la que él tuvo]”, dijo Castillo Terrones para luego alejarse por completo de los micrófonos; usualmente, con la intervención de cercos policiales.
En estos más de tres meses de silencio frente a los medios de comunicación, el mandatario ha ido acumulando nuevos traspiés de mandato, además de cuestionamientos en torno a los presuntos casos de corrupción en los que terceras personas lo han implicado.
La Unidad de Periodismo de Datos de El Comercio identificó que, en este tramo, ocurrieron hasta 58 hechos de interés público sobre los que el mandatario no ha podido ser consultado por los medios.
Cabe recordar también que, antes de ser entrevistado por primera vez a mediados de enero (con la publicación del semanario Hildebrandt en sus Trece el 21 de ese mes), Castillo solo había sumado 48 minutos de diálogo al paso con reporteros.
A la par de evadir las preguntas de periodistas, el presidente ha continuado con un discurso en el que acusa a supuestas élites –donde también incluye a la prensa– de manejar, según refiere, un plan desestabilizador contra el gobierno.
Dinámica que lo debilita
El analista político y director de GFP, Jeffrey Radzinsky, sostuvo en diálogo con El Comercio que la conducta evasiva y hasta conflictiva del presidente Castillo ante los medios de comunicación se lee como una ruptura de las reglas de juego básicas de la democracia, tales como la rendición de cuentas y la transparencia de actos funcionales. Concluye que mantener dicha distancia no le genera ningún activo y, más bien, abona a la desaprobación por parte de la ciudadanía.
“El asunto de fondo, finalmente, no es que le dé o no una entrevista a tal o cual medio de comunicación, sino que, como persona a cargo de un poder, cumpla con su obligación de rendir cuentas a través de ese puente comunicacional”, dijo.
“Al final, más allá de la relación con la prensa o no, lo que está acumulando el presidente Castillo es el deterioro de su propia imagen. Se está exponiendo más como una persona que incumple con sus compromisos porque recordemos que siempre promete transparencia, pero su conducta termina siendo contraria a ese ofrecimiento"
En los últimos dos meses, el Ejecutivo ha volcado su agenda en realizar más visitas a regiones para Consejos de Ministros Descentralizados, a los que el propio mandatario se ha referido como espacios de comunicación para que “la población sienta que se están atendiendo sus necesidades”.
En dichas visitas multisectoriales encabezadas por Castillo, participan autoridades locales y dirigentes sociales. Pero, según reveló este Diario, para la mayoría de estas largas sesiones no hubo una redacción seria de actas en donde se plasmaran acuerdos aprobados.
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Para Radzinsky, al margen de la precariedad que tendrían, estos Consejos de Ministros no pueden sustituir a otras plataformas de exposición, como la que debería tener el gobierno a través de los medios periodísticos.
La experta en comunicación política, Iris Jave, coincide en este punto, y explica que, al negarse a atender a los reporteros o a dar entrevistas, “el presidente rompe el diálogo con la ciudadanía y con los sectores a los que dice representar o gobernar”.
“Pareciera que el Ejecutivo se resiste a aceptar o entender el rol de la prensa, que no solo es el de informar o dar cuenta de actos oficiales del gobierno, sino también de tomar nota, hacer preguntas, cuestionar lo que se está haciendo o no se está haciendo, fiscalizar e investigar. Creo que el restringir ese espacio revela que el presidente simplemente solo busca estar cómodo pese a la responsabilidad que conlleva ejercer un poder tan importante. Lo mismo pasa en el Congreso de la República, donde el diálogo con la prensa y su acceso también se limita de manera deliberada. Ambos poderes están caminando por un sendero de ribetes un poco autoritarios”, expresó Jave.
En tanto, el analista político Rober Villalva, remarca que Castillo Terrones no está viendo a la prensa como una oportunidad para, siquiera, recuperar vínculos con sectores de la población que le han quitado su apoyo. Asimismo, estima que con esta actitud sus opositores terminan fortalecidos al aprovechar el vacío de explicaciones.
“Los silencios prolongados, que son el estilo de gobierno del presidente Castillo, simplemente le ceden escenario a otros actores políticos. Él, como mandatario, tiene el dominio de la comunicación desde el gobierno, pero al renunciar a esto, pierde una enorme oportunidad de conducir el debate público y mínimamente intentar neutralizar algunos cuestionamientos. Sin embargo, opta siempre por alimentar la incertidumbre”, comentó.
Limitaciones y victimización
En sus intervenciones públicas, el primer ministro Aníbal Torres suele mostrarse a la defensiva contra los medios de comunicación. En la misma línea que el presidente Castillo, afirma que estos deberían enfocar su trabajo en las actividades oficiales de los sectores, sugiriendo, de algún modo, que los escándalos que ensombrecen al Ejecutivo no necesitan de cobertura. También aplica la retórica de una prensa que “miente” y que solo buscaría “perjudicar al gobierno”.
“Ustedes tienen todo el derecho de informar. Inclusive, tienen el derecho de no decir la verdad… Porque en muchísimos casos no se dice la verdad. ¿Nosotros decimos algo? No decimos nada. No hemos dictado ninguna medida contra la prensa. Hacen preguntas al presidente sobre que declaró a la fiscalía en una forma y ante el periodismo en otra forma. Señores periodistas, las cuestiones que son materia de investigación fiscal o judicial no se debaten públicamente”, dijo Torres en conferencia de prensa el 23 de febrero.
Otros miembros del Gabinete, como el titular de Justicia, Félix Chero, se unen a esa narrativa. “Sin lugar a dudas, el presidente siempre ha tratado, en lo posible, de tener buena comunicación con los medios en el Perú. Sin embargo, hay que aceptar una realidad a la cual no podemos rehuir. Hay una constante de identificar siempre los errores del Ejecutivo y del presidente de la República”, declaró el último mes.
Con respecto a esta actitud confrontacional y la pretendida victimización ante los cuestionamientos, el analista político Jeffrey Radzinsky comenta que el Ejecutivo y el propio presidente mantienen una estrategia que pudo haber tenido más lógica en los primeros meses de la gestión.
“Es un discurso que tiene mucho más cabida desde el punto de vista político en tiempos de campaña electoral o al inicio de una gestión como la de Pedro Castillo, en la que todo el establishment estaba contra él. En una coyuntura así, un discurso de victimización tiene sentido y puede tener hasta rédito político. Lo que sucede es que, cuando llevas ya diez meses de gobierno, y en esos diez meses has sido incapaz de cohesionar un equipo, has tenido cuatro gabinetes y te han censurado tres ministros, y la Fiscalía de la Nación ha dispuesto que se te investigue y tienes a tu vicepresidenta camino a una interpelación por una probable infracción constitucional, y tienes denunciadas a personas de tu entorno, ese discurso es totalmente impertinente”, consideró.
Para Iris Jave, la retórica “se cae sola” porque el Gobierno no puede pretender que los medios solo cubran eventos formales, cuando el interés público está también en temas ajenos a estos: “Es verdad que siempre existe –y así debería ser– una tensión entre los gobiernos y los medios de comunicación. Pero los gobiernos no pueden esperar únicamente la difusión de sus actividades ni los medios cubrir sin mayores cuestionamientos. Finalmente, el interés público es un valor que exige que el poder político sea fiscalizado y esa es una responsabilidad primordial de los medios de comunicación en todo régimen democrático”.
Rober Villalva destaca que, si bien los Consejos de Ministros Descentralizados pueden haber influido en una ligera baja en la desaprobación del presidente Castillo, el contacto con los medios de comunicación seguirá siendo necesario. Recordó también que el mandatario no ha dado una sola conferencia de prensa en estos diez meses de gestión.
Las únicas (y últimas) entrevistas largas que cedió el presidente Castillo a medios de comunicación se produjeron en enero de este año, tras más de cinco meses de haber jurado al cargo. Una de las más recordadas es la que diera a la televisora internacional CNN. En ella, algunas frases –como la sorpresiva sugerencia de otorgar mar a Bolivia– sirvieron de material para que un sector de la oposición del Congreso sustente, en las semanas siguientes, denuncias constitucionales y un pedido de vacancia. Los especialistas consultados por este Diario coincidieron en señalar que el poco control del presidente sobre sus dichos no justifica el silencio.