En una de las fotos promocionales del restaurante, Esteban Ramírez (32) hace una señal universal, quizá una de las más necesarias en un contexto marcado por la distancia obligatoria: “I love you”. Bastan tres dedos de una mano para decirlo sin que nada sobre, ni nada falte. Cuenta Ramírez desde su natal Arequipa que aquella es una de las primeras cosas que se aprenden cuando se estudia la lengua de señas. También es uno de los gestos con los que se recibe a los comensales que visitan su local de carnes y hamburguesas, ubicado a solo tres cuadras de la Plaza de Armas de dicha ciudad. En Alaseña se cocina con cariño. Así lo indican todas las señales.
Como muchos emprendimientos gastronómicos durante la pandemia, el proyecto empezó a cocinarse primero a manera de delivery. Literalmente, en el propio departamento de Esteban. Su hermano Luis Ramírez (37), socio y colega en la enseñanza de lengua de señas, había perfeccionado su técnica parrillera años atrás en Argentina. Ambos son hijos oyentes de padres sordos y se dedicaban tanto a la interpretación como a la enseñanza. Alaseña era -y es- mucho más que un negocio. Es una misión de vida.
“Comenzamos vendiendo carnes y hamburguesas que preparábamos en mi casa en setiembre del año pasado. Instalamos una parrilla y ahí nació todo”, cuenta Esteban. La respuesta fue bastante positiva, pero el delivery no era el objetivo principal. A inicios de marzo de 2021, el local de Alaseña abrió oficialmente sus puertas con un concepto claro: ser el primer restaurante del Perú donde todo el servicio se realice con lengua de señas. “Para nosotros era importante la interacción con el público porque esa es parte clave de nuestro proyecto. Que la lengua de señas se pueda difundir de una manera didáctica y cercana”, continúa. Qué mejor manera de conseguirlo que utilizando otro lenguaje universal: la comida.
“Cuando los comensales ingresan se encuentran con un monitor donde se les enseña la lengua de señas con términos referidos a la gastronomía. Los hemos colocado en toda la decoración, desde servilleteros a posavasos. En cuanto a la carta, a cada plato le hemos atribuido una seña específica según una letra del abecedario. A la salchipapa, por ejemplo, le corresponde la C. Cuando viene la mesera, que es sorda, el cliente realiza ese gesto y ella lo anota”, explica Esteban Ramírez. El empresario gastronómico es enfático: este no es un restaurante únicamente para personas sordas, sino más bien lo contrario. Es un espacio donde todos son bienvenidos.
De momento, Milagros Huamán (22) es la única persona sorda del pequeño staff. Los hermanos Ramírez, que también se comunican en lengua de señas, apuntan a que próximamente los cocineros también lo sean. “Queremos que todo nuestro personal sea sordo, pero ahora con el aforo limitado y las restricciones de la pandemia estamos yendo de a pocos”, añade Esteban.
Más de medio millón de personas en el Perú son sordas. Entre ellos, los padres de Luis y Esteban. “Nosotros somos oyentes, pero toda la vida hemos estado cerca a esta comunidad y sabemos de las condiciones -negativas y positivas- en las que se desenvuelven muchas personas con sordera”, sostiene Esteban. Ambos aprendieron a expresarse a través de la lengua de señas antes de que supieran hablar. No es coincidencia que su padre haya sido profesor durante muchos años.
El amor por la enseñanza impulsó a los hermanos a abrir una escuela de capacitación de lengua de señas, bautizada como Lara, emprendimiento que funciona desde hace seis años. A raíz de la pandemia y de la virtualidad, no solo han podido seguir con las clases, sino que ahora tienen mayor alcance, incluso fuera de Arequipa. Afortunadamente, sus lecciones llegan hoy a nivel nacional.
“Siempre fuimos conscientes de la importancia que hay en que la gente conozca la lengua de señas. Muchos piensan que hablando fuerte, vocalizando bien o escribiendo se pueden comunicar con una persona sorda, pero no es así. En el Perú, la realidad y características de cada persona es muy diversa”, finaliza Esteban Ramírez. Su concepto gastronómico es una suerte de reivindicación; una prueba de que nos queda un largo camino por recorrer. //
En Alaseña se combinan muchas cosas: hay buena comida, el ambiente es cercano y la locación es céntrica. Sin embargo, lo más valioso de la propuesta no está necesariamente en lo que se sirve en plato, sino más bien en la experiencia que lo redondea todo. Una visita que se vive -en la amplitud de ambos términos- con sentido y sensibilidad.
Más información:
- Instagram: @alasena_steakhouse
- Dirección: Calle Zela 201 Cercado, Arequipa
- Contacto: 958-286175
- Horarios: Lunes a sábado de 1 p.m. a 8 p.m.
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