Estrenada hace la friolera de 22 años, “Hombre de familia” era un drama protagonizado por Jack Campbell, un exitoso bróker financiero que, ensimismado en su egoísmo y ganas de arrasar con todo lo que se le presente por delante, dejó de lado lo más simple: disfrutar la vida. Claro, hasta que un día se cruzó con Cash, un humilde vendedor de una tienda autoservicio que le aplicó un hechizo. Al día siguiente, el personaje interpretado por el entonces ultra popular Nicolas Cage, amaneció como un miembro más de la clase media estadounidense.
Sorprendido por su nueva vida como vendedor de neumáticos, Campbell intentó a todas luces recuperar su vieja y acomodada vida. Dejó impactados a sus ex jefes y compañeros de trabajo, por lo que consiguió recuperar su ‘viejo’ empleo, pero no contaba con que le den la espalda los miembros de ese nuevo lado de su vida: su esposa, sus dos hijos y un hermoso perro. Nadie quería dejar la casa de siempre por irse a vivir en medio de lujos. Finalmente, la felicidad era cualquier cosa menos conducir un Rolls Royce o atosigar de dólares tu cuenta bancaria.
Desde su concepción, “Hombre de familia” era una película interesante. Teníamos a un inmejorable representante del sistema capitalista estrellándose –gracias a un hechizo, claro—con la realidad que vivían cientos de personas a las que muchas veces jamás les dirigió la mirada. La experiencia tiene algunas similitudes (y también diferencias) con una cinta mexicana que acaba de estrenarse en Netflix. Se trata de “Reviviendo la Navidad”, historia en la que el popular Mauricio Ochmann interpreta a Chuy, un padre de familia de clase media que, al haber tenido la mala suerte de nacer un 24 de diciembre, sufre año tras año porque nadie recuerda su onomástico.
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Pero eso no es suficiente para delinear la vida de Chuy. Él tiene una dedicada esposa (Daniela/Ana Brenda Contreras), dos hijos y una numerosa familia conformada por padres, hermanos y tíos. Todos conservan la costumbre de reunirse el 24 para cenar y recibir la Navidad de una forma que odiaría cualquier ‘Grinch’ alrededor del planeta.
Aquí es cuando empiezan los problemas, pues el protagonista de nuestra película detesta la Navidad ya que, al coincidir con su cumpleaños, genera que todos lo hagan a un lado. “La Navidad es encajosismo, parasitismo, estirada de manismo de todos ustedes”, le dice muy molesto a su familia en medio de la cena.
Como pasó con Jack Campbell, Chuy tiene también un momento revelador. Ocurre cuando, tras discutir con su familia, acude a un bar. Aquí aparece un hada madrina (Manu Nna) que, mediante un hechizo, busca demostrarle el verdadero significado de una celebración como la Navidad.
Luego de una breve presentación del personaje, “Reviviendo la Navidad” nos muestra cómo, día a día, Chuy se levanta y resulta siempre ser 24 de diciembre. Casi dos tercios de la duración de la cinta tendremos a Ochmann dando vida a un renegón que pierde los papeles con facilidad, por lo que jamás puede cumplir aquello que el hada madrina le asignó para terminar con el hechizo.
Si bien el recurso de Chuy primero fracasando en el pedido del hada madrina para cambiar y luego yendo a increparla con exasperación podría parecernos redundante (en ocasiones parece que estuviéramos frente a un meloso loop), esto logra equilibrarse con una interesante interpretación de Ochman. Definitivamente, el actor nacido en 1977 tiene sus mejores momentos en pantalla cuando debe renegar de cualquier cosa y decirle unas cuantas verdades a aquel que se le cruce por delante. En resumen: un enemigo de la hipocresía.
Aunque unidas por el momento del hechizo, “Hombre de familia” y “Reviviendo la Navidad” tienen varias diferencias. La primera cuenta una historia casi lineal. Jack Campbell pasa de la negación a la adaptación e incluso a sentir amor por los hijos que supuestamente tuvo con su hermosa excompañera de la universidad (Kate Reynolds/Téa Leoni). Tal vez lo contrario ocurre con el tipo interpretado por Ochmann. Aunque en apariencia física todos los personajes de la película de Netflix envejecen, siempre termina habiendo una especie de ‘reseteo’. Casi nunca hay oportunidades para que Chuy se adapte a su nueva vida y mucho menos para que recapacite sobre el verdadero significado de la Navidad.
Otra diferencia bien podría ser el rol de la pareja del protagonista. En “Hombre de familia” Téa Leoni se roba el show con ternura, sensualidad, pero también con una incomparable comprensión hacia su “irreconocible” esposo venido a menos. Desde el lado de “Reviviendo la Navidad” lo que correspondería decir es que el rol de Daniela parece algo reducido. Salvo en el tramo final de la película, sus participaciones se limitan a dos o quizás tres frases por escena.
Conforme avanzan los años y el hechizo no desaparece, Chuy termina comprendiendo las señales que le dejaban su esposa e hijos: ella se quiere divorciar, la hija no desea hablarle más y el hijo desea revelarle algo sobre su intimidad, pero su padre no los escucha. Surge aquí la interrogante: ¿será tarde para recuperarlos un 28 de diciembre?
“Reviviendo la Navidad” es una película correcta. Alejada a ratos del drama que fue “Hombre de familia”, tiene sus mejores momentos en las torpezas que Chuy pronuncia cada vez que va furioso al centro comercial en busca del hada madrina que lo cambió todo. Pero ahí no queda todo, Ochmann responde también con mucha solvencia cuando se trata de mostrarse quebrado ante la imposibilidad de retomar su vieja vida.
¿Será esto suficiente para que finalmente nuestro protagonista comprenda lo que es la Navidad y el verdadero amor familiar? En el vasto universo de películas navideñas que podemos encontrar actualmente en streaming, esta cinta dirigida por Mark Alazraki –a ratos cómica, a ratos dramática y a ratos hasta musical-- tiene más argumentos a favor que en contra, por lo que su visualización asegura, por lo menos, un buen momento frente a la pantalla.
REVIVIENDO LA NAVIDAD/ NETFLIX
Director: Mark Alazraki
Elenco: Mauricio Ochmann, Ana Brenda Contreras, Manu Nna
Sinopsis: Al ser embrujado, el malhumorado Chuy se despierta un año después y se da cuenta de que está condenado a repetir el día de Navidad, una y otra vez.
Duración: 100 minutos.
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