Nora Sugobono

¿Es posible comer sano cuando el acceso a productos frescos es cada vez más difícil? Las limitaciones para llenar la canasta básica durante la cuarentena para prevenir el nos han hecho replantear nuestro menú diario, por lo que muchas frutas y verduras han pasado de ser una prioridad a ser casi un lujo. ¿Cómo podemos sacarle la vuelta a la situación? La nutricionista tiene un plan que se sostiene sobre una idea clave: el almacenamiento.

“No es recomendable guardar frutas y verduras juntas. Cuando las frutas están maduras liberan etileno, un agente que acelera la maduración en las verduras“ sostiene. Las frutas que tienen cáscara como manzanas, peras, duraznos, mandarinas o naranjas pueden lavarse y luego guardarse en un lugar fresco y seco, o ser refrigeradas. Eso sí, es preferible no lavar fresas, arándanos, frambuesas, moras y aguaymantos “hasta el momento que se vayan a consumir ya que por su alto contenido de agua podrían malograrse más rápido”, añade Maca. Frutas que puedan ser cortadas en trozos -como la piña, papaya, melón y sandía- es mejor guardarlas enteras e ir cortándolas a medida que se van consumiendo.

¿Y las verduras? Aquellas de hojas verdes como espinaca, lechuga, acelga o albahaca deben ser refrigeradas en un contenedor que tenga ventilación para que puedan respirar. Zanahoria, berenjena y pimiento pueden lavarse previamente también, pero luego se refrigeran. Ajo, cebollas y tomate se deben guardar en un lugar seco y fresco.

Congelar las frutas y verduras -hay que lavarlas y cortarlas, de ser necesario, antes- es otra excelente opción para poder asegurar que nos duren más. “El plátano también puede ser congelado, mejor si está maduro. De esta manera se puede usar posteriormente para preparaciones en postres o incluso smoothies. Lo mismo sucede con verduras como la zanahoria, arvejas, choclo y brócoli”, recomiendo Bustamente. No se recomienda congelar verduras como lechuga, berenjena, alcachofas, papa, camote ni champiñones por su alto contenido de agua: a la hora de descongelar la textura cambia y no quedarían apetecibles.

Si no es posible acceder a productos frescos, conservas y encurtidos pueden salvar el menú, como alcachofas, palmitos, espárragos o aceitunas. “El problema no es el carbohidrato, sino el tipo de carbohidrato y la cantidad que se consumes. Podemos y debemos incluir carbohidratos como las frutas que son ricas en vitaminas y antioxidantes, justamente para potenciar nuestro sistema inmunológico. Camote, choclo, papa, quinua y menestras son una excelente fuente de minerales y son carbohidratos con un alto contenido de fibra”, aconseja la experta. La fibra nos dará saciedad y evita el estreñimiento. Evitemos, eso sí, consumir carbohidratos refinados con azúcar añadida como galletas, gaseosas, jugos de caja y golosinas.

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Comerciantes y clientes siguen frecuentando las inmediaciones del Parque El Migrante, ex La Parada, en La Victoria.

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