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Colas, revendedores y pánico al agua: así fue el estreno de “Tiburón” en el Perú en 1975, el clásico que regresa 50 años después
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La noche de Navidad de 1975 tuvo un epílogo inesperado para muchos jóvenes peruanos. Mientras en las casas limeñas aún flotaba el aroma del pavo y el panetón, las marquesinas de los cines anunciaban la llegada de un visitante monstruoso surgido del mar. Era “Tiburón”, la película de Steven Spielberg que, según una insistente campaña publicitaria de la época, ya había sembrado el pánico en Estados Unidos y Canadá meses atrás. La cinta llegaba rodeada de rumores inquietantes: se decía que había provocado un miedo colectivo a sumergirse en el agua, como si de pronto todos hubieran desbloqueado el temor a sentir un tirón invisible en los pies mientras nadaban. Para un público joven, ansioso de emociones fuertes, aquello era una invitación irresistible, aunque replicar ese supuesto pánico al agua aquí resultaba difícil: en la Costa Verde los únicos escualos ocasionales siguen siendo los tollos, unos pequeños tiburoncitos más sabrosos que temibles.
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Lo indiscutible de “Tiburón” fueron su gran factura, su narración trepidante y su éxito arrollador. En su estreno en Estados Unidos se convirtió en la película más taquillera de la historia hasta ese momento y, con ella, nació una nueva manera de concebir y exhibir el cine. No por nada se le considera el primer blockbuster moderno: la cinta que explotó por primera vez la idea de un estreno masivo, del que era imposible escapar, un poco como ocurre hoy con los superhéroes que invaden las carteleras hasta por triplicado. En el Perú, el estreno fue impresionante para la época: diez salas —siete en Lima y tres en provincias— proyectaron al monstruo marino en un tiempo en que una película podía quedarse tranquilamente un año entero en una sola pantalla.
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“Hollywood siempre hizo superproducciones, como “Lo que el viento se llevó” en 1939, ”Ben-Hur” en 1959 o “Lawrence de Arabia” en 1962. Pero lo de “Tiburón” fue especial. Spielberg peleó con Universal para tener un estreno grande, masivo, en miles de salas a la vez y en pleno verano estadounidense, cuando se suponía que la gente estaba en la playa y no en el cine. Era algo que no se había visto”, explica el crítico de cine Ricardo Bedoya, conductor del videopodcast Maldeojo. Lo que el director había entendido antes que nadie era que los hábitos de consumo cinematográfico en los setenta estaban cambiando. Y acertó.
“Tiburón” fue un éxito descomunal. Desde entonces, el blockbuster como película veraniega diseñada para arrasar taquillas se volvió una tradición que persiste hasta hoy. Por si fuera poco, la película cimentó el prestigio de Spielberg como uno de los directores más audaces del llamado Nuevo Hollywood, junto a nombres como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, George Lucas y Brian De Palma, una generación que revolucionó las reglas del cine estadounidense en los años setenta.

En Lima, el estreno causó la conmoción previsible. El Comercio relató que se formaban colas interminables en cines como el Lido, el Pacífico de Miraflores, el Alhambra o el Diamante para conseguir una butaca. Las notas de los diarios señalaban que los verdaderos “tiburones” que hicieron su agosto en diciembre fueron los revendedores, con entradas a precios exorbitantes en una época en la que la compra remota de tickets era todavía un sueño. “En algunos cines podías comprar tu boleto el domingo si el estreno era el jueves; te apuntaban en un cartón numerado que aseguraba tu asiento”, recuerda Bedoya. En otras salas, había que llegar con una hora de anticipación para intentar conseguir entrada.
“Tiburón” cuenta la historia de tres hombres muy distintos que deben hacerse a la mar para intentar capturar a un escualo gigante y asesino que aterroriza al balneario de Amity. Si la trama parece sencilla, su rodaje no lo fue en absoluto. Spielberg, que apenas tenía 27 años, decidió filmarla en el océano abierto y no en un tanque de estudio, lo que disparó el presupuesto y multiplicó los problemas técnicos.

El mayor dolor de cabeza fue el tiburón mecánico diseñado para la película, apodado “Bruce”, que casi nunca funcionaba: se hundía, se oxidaba o simplemente se negaba a moverse. De esa carencia nació la genialidad. Al no tener un tiburón para mostrar, Spielberg optó por sugerir su presencia y reservar las apariciones para momentos contados. El resultado fue demoledor: el público temblaba de emoción o miedo con solo ver la aleta del animal cortando el agua, mientras las dos notas del compositor John Williams hacían el resto.
A medio siglo de su estreno, “Tiburón” regresa a las salas peruanas este jueves 28 de agosto para reencontrarse con las nuevas generaciones que hasta hoy solo habían visto este clásico en la pantalla del televisor. El reestreno se realizará en varios países en simultáneo y en formatos de vanguardia —IMAX, 3D, 4DX y DBOX—, un homenaje justo para una obra que, más allá de haber dado origen a un subgénero de imitaciones, permanece como una de las piezas fundamentales del cine moderno. Porque los grandes clásicos no envejecen: persisten y encuentran la manera de sentar escuela.
♦◊ Universal calculó que la película costaría 4 millones de dólares, pero debido a retrasos y problemas técnicos terminó superando los 9 millones, una cifra enorme para la época. Spielberg, de 27 años, sentía mucha presión.
♦◊ El tiburón mecánico se construyó en tres versiones diferentes, cada una con funciones distintas. Fue bautizado por Spielberg como Bruce, en honor a su abogado. Ninguna de las tres versiones le pareció realista al director.
♦◊ El artista Roger Kastel fue el encargado de diseñar el icónico afiche de la película, una pieza gráfica que genera suspenso. A la izquierda: la publicidad de “Tiburón” en el Perú. Se puede ver los cines que la estrenaron.
♦◊ La célebre línea “We’re gonna need a bigger boat” (“Vamos a necesitar un bote más grande”) fue una improvisación de Roy Scheider. Spielberg decidió dejarla porque condensaba el terror y el humor de la película.
♦◊ La película recaudó aproximadamente 476 millones de dólares en el mundo en su año de estreno. Durante dos largos años fue la película más taquillera de la historia hasta que “Star Wars” le quitaría el sitial en 1977.
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