La profesora Patricia Wiltshire es una las principales ecólogas forenses del mundo, ha ayudado a fuerzas de la policía en varios países a resolver crímenes y sus conocimientos sobre el polen han sido fundamentales en unas 300 investigaciones.
Tal como le contó a la BBC, su interés por la botánica comenzó durante su infancia en Gales.
Patricia Wiltshire, que ahora tiene 77 años, recuerda con cariño las caminatas que hacía con su abuela, Vera May Tiley, gracias a las cuales conoció el mundo de la naturaleza.
"Vivíamos en un pequeño pueblo minero, en Cefn Fforest, cerca de Blackwood, en el sur de Gales.
“Íbamos a caminar y (mi abuela) me mostraba los nidos de los aves, los insectos y plantas que podíamos comer, como el espino y el ajo de oso (llium ursinum)”.
“Ella también era una buena jardinera, apasionada por proteger sus plantas de las plagas, así que aprendí sobre las enfermedades de estas y sobre cómo cultivar alimentos”, cuenta.
El interés de Wiltshire en las plantas aumentó aún más después de un accidente que tuvo cuando era pequeña.
"Cuando tenía siete años decidí asustar a mi madre saltando sobre ella, pero no me di cuenta de que llevaba un sartén con aceite caliente", recuerda.
"Sufrí quemaduras graves y tuve que pasar dos años cubierta de vendas", explica.
"También me enfermé de neumonía, sarampión, tosferina y bronquitis, lo que me dejó con un problema de tos crónica".
"Falté mucho a la escuela pero tenía mis enciclopedias, las cuales eran mi alegría".
A pesar de su naciente interés por las plantas y la botánica, Wiltshire no pensó en hacer de ellas su profesión.
Lo que hizo, a los 17 años, fue mudarse a Londres y empezar a trabajar como empleada pública.
Durante la siguiente década, Wiltshire se formó como técnica de laboratorio médico en el Hospital de Charing Cross, y aprendió histología (la rama de la biología que estudia la composición y estructura de los tejidos orgánicos), bacteriología, y bioquímica (los procesos químicos de los organismos vivos).
Posteriormente cursó la licenciatura en botánica y se convirtió en profesora y experta en palinología, el estudio del polen y las esporas.
El polen y las esporas pueden durar millones de años en las condiciones correctas, incluso sobre la superficie de la tierra y la vegetación.
Así que Wiltshire comenzó a especializarse en sitios arqueológicos, tomando muestras de la tierra y recreando el ambiente en y alrededor de los antiguos sitios romanos como la Muralla de Adriano en el norte de Inglaterra y Pompeya en Italia.
El momento “eureka”
Pero en 1994, ya en su cincuentena, recibió una llamada que cambió el curso de su carrera.
Era de un oficial de policía en Hertfordshire, Inglaterra, preguntándole si podía ayudarlo con la investigación de un asesinato.
Un cuerpo carbonizado había sido abandonado en una zanja y se veían marcas de llantas en el campo contiguo.
La policía quería saber si un coche que le pertenecía a uno de sus sospechosos había estado presente en ese terreno.
"Nunca había hecho nada como eso antes, pero analicé todo en el coche y encontré polen en los pedales y en el espacio para las piernas que correspondía al polen del borde de un campo agrícola", cuenta la profesora.
"Cuando el policía me llevó a la escena del crimen, pude identificar el punto exacto donde el cuerpo había sido abandonado por el tipo de flores que había en esa sección de la zanja".
“Fue un momento eureka para mí porque nunca pensé que esto pudiera ser tan específico”, agrega.
A pesar de su propio escepticismo inicial sobre la ecología forense, la profesora comenzó a trabajar en cada vez más casos.
En 2002, ayudó a la policía a reunir evidencia para el caso de dos niñas asesinadas, Holly Wells y Jessica Chapman, en Soham, Inglaterra.
La policía había descubierto sus cuerpos en una zanja, pero quería establecer el camino que el asesino había seguido.
Wiltshire fue capaz de lograrlo analizando la regeneración de plantas pisoteadas que conducían a la zanja.
La policía después condujo una búsqueda detallada de la ruta de la profesora y encontraron un cabello de Jessica en una rama.
Wiltshire subsecuentemente presentó evidencia en el juicio de Ian Huntley, quien fue condenado por el asesinato de las dos niñas de 10 años.
No es el único caso de alto perfil en el que ha trabajado en Inglaterra, Gales y otros países.
"En 2005 me llamaron a New Tredegar, en el valle de Rhymney", en Gales.
"Dos hombres había matado a patadas a un tercero y después abandonaron su cuerpo sobre helechos", recuerda.
"A los días regresaron a quemarlo, pero la gente vio el humo y llamó a la policía".
"Después arrestaron a los dos hombres y querían que yo descubriera si ellos habían estado en ese lugar".
Wiltshire comparó el polen de los zapatos de los hombres al de la escena del crimen, pero se sorprendió cuando vio que el polen no era del tipo que normalmente se encontraba en Gales.
Eventualmente se dio cuenta de que los camiones que pasaban por el camino adyacente transportaban moscas del mantillo de Inglaterra y que habían volado hacia el campo depositando polen y esporas.
El hecho de que el polen había sido ubicado con tanta precisión, y de que era igual al de los sospechosos y de la escena del crimen, llevó a que los dos sujetos confesaran.
En otro caso en Bridgend, Gales, un cuerpo quedó abandonado durante mucho tiempo en un terreno mojado y turboso.
Wiltshire posteriormente encontró rastros de polen de nogal en la tierra y en los zapatos de los sospechosos, pero ella sabía que no había nogales cerca de allí.
Sus indagaciones la llevaron a descubrir que un nogal había sido derribado por un granjero hacía 30 años. El polen había quedado en la tierra desde entonces.
Wiltshire, que publicó sus memorias en 2019, dice: "La gente quizás no se da cuenta, pero el polen y las esporas puede decirnos cosas que el ADN y las huellas digitales simplemente no nos dicen".
"El polen no desaparece con el tiempo. Se queda en la ropa y los zapatos de la gente. Si caminas sobre tierra o sobre vegetación, inevitablemente lo recogerás".
Desde su primer caso, Wiltshire ha sido capaz de utilizar una amplia variedad de conocimientos que ha adquirido para desarrollar la ecología forense, la cual ha ayudado a resolver muchos casos con el paso de los años.
"A veces la policía me llama 'la bruja galesa' por la forma en la que proceso una cantidad enorme de datos y presento nuevas ideas".
“Pero no es magia, es análisis”, dice la experta.
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