Hace 30 años se estrenó “Parque Jurásico” (“Jurassic Park”), una película de ciencia ficción que fue el disparador para que muchos niños y adolescentes de entonces se decidieran por seguir el camino de las ciencias. Pero, incluso, para quienes nos fuimos por otras rutas, se trató de un relato de fantasía –pero con mucho de realidad– que nos hizo ver a los dinosaurios de otra manera.
Por eso, creo que aún muchos nos quedamos maravillados cada vez que leemos sobre cómo en muchas partes del mundo se siguen haciendo hallazgos extraordinarios de restos fósiles de dinosaurios y otros animales prehistóricos, con los que se va completando el gran rompecabezas que es la historia de este planeta.
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En lo que hoy es Zimbabue, se encontraron los restos del ‘Mbiresaurus raathi’, el ancestro de un saurópodo (dinosaurio de cuello largo) de unos 230 millones de años de antigüedad; en Australia, se halló al ‘Australotitan cooperensis’, un titanosaurio de unos 95 millones de años; en México, se encontró la cola casi completa del ‘Tlatolophus galorum’, un hadrosaurio (con pico de pato) con cresta de unos 72 millones de años de antigüedad; en Brasil, se halló al ‘Berthasaura leopoldinae’, un pequeño terópodo sin dientes de hace unos 120 millones de años; y recientemente se informó sobre el hallazgo del ‘Chucarosaurus diripienda’, un herbívoro de cuello largo que habría pesado hasta 50 toneladas y medido unos 30 metros, de hace unos 90 millones de años en Argentina.
Pero ¿por qué no hay esos descubrimientos en el Perú?
Tenemos otras riquezas
Desde hace un tiempo, tengo la suerte de tener un diálogo fluido con el biopaleontólogo Aldo Benites-Palomino, especialista en cachalotes, que formó parte del equipo que recientemente presentó el hallazgo del extraordinario ‘Perucetus colossus’ (junto a Mario Urbina, Rodolfo Salas-Gismondi y otros). Le trasladé la pregunta y me contestó.
Hay que tener en cuenta que la Tierra tiene unos 4.500 millones de años y saber que los dinosaurios habitaron el planeta entre hace 230 millones a 65 millones de años. “Es un montón de tiempo en el que ha habido muchos cambios, pero la clave es que, durante gran parte de ese período, nuestro país estuvo cubierto por mar. Por eso, la gran mayoría de fósiles que tenemos son marinos”, me explicó Benites.
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Esa es la razón por la que hace unos años se encontraron en el Morro Solar los primeros restos de un plesiosaurio (reptiles marinos del Mesozoico) o por la que la cordillera de los Andes esté hecha de rocas marinas. “Nuestro país, pese a tener montañas y todo lo demás, es netamente marino. Antes por estar bajo él y ahora por tener toda su riqueza frente a nuestras costas”, agrega.
Pero ojo: en el Perú sí hubo dinosaurios. Se han encontrado muchos fósiles y algunas huellas, pero no son hallazgos espectaculares. Sin embargo, contamos con grandes áreas fosilíferas en la costa (en Ica, Arequipa y Piura). Por eso, es importante proteger estas áreas no solo para promover la investigación y seguir conociendo el pasado del planeta, sino para desarrollar otro atractivo de interés, que combine el turismo y la ciencia.