“Soda Stereo éramos un peine y tres personas”, dice un Gustavo Cerati jovencísimo huyendo de una horda de adolescentes chilenas tal como lo hacían los pelucones de Liverpool. Pedro Aznar está seguro que Los Shakers eran Los Beatles latinoamericanos “porque pudieron decodificar el ADN de los ingleses y replicarlo a la uruguaya”. Enrique Guzmán dice que los Teen Tops fueron los primeros en hacer hablar castellano al rock, género que para Jorge Gonzales es folclor. Luis Alberto Spinetta recuerda a Tanguito sentado en el capot de un auto cantando “Diamantes de espuma” uno de cuyos versos dice: “Abre el barril de lluvia / y el hombre de cristal volverá a vibrar”. Y Charly García remata: “fuck you”. Eso y más se encuentra en la serie documental de Netflix “Rompan todo. La historia del rock en América Latina”.
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¿Y qué dijeron los peruanos? El primero que aparece, a los 17 minutos, es Juan Luis Pereira de El Polen hablando de los Beatles y luego explicando que imitaba pedacitos de cada disco con su guitarra hasta que conoció a un muchachito que tenía un amplificador eléctrico y así formó su primer grupo llamado Los Shain’s (1963). Que tenían 14 años cuando tocaron por primera vez en la televisión. Luego aparece Tavo Castillo de Frágil hablando de las matinales rockeras y Papi Castrillón de Los Saicos diciendo que ellos tocaban para las chicas. Que mientras los Beatles estaban en onda romántica, ellos cantaban “Cementerio”. No sabían que estaban haciendo punk. Y jamás pensaron que su música iba a salir de las fronteras del barrio. Y listo, esos fueron los tres minutos para Perú.
De pibes y chavos
De las más de seis horas que dura dedicarle 90 segundos a un país que remonta su salvajismo guitarrero a 1957 y se despliega en variantes que van del protopunk, el garaje surf, la sicodelia y ese revulsivo subterráneo que hizo volar en pedazos nuestras alcantarillas, puede ser grotesco, irrisorio y ridículo. Pero así lo quisieron Picki Talarico (director) y Manuel Buscalia (productor periodístico). Lo cierto es que “Rompan todo” inclina la cancha hacia el río de la Plata y el Distrito Federal en desmedro también de respetabilísimas escenas como las generadas en Colombia, Venezuela e incluso Ecuador. Entonces todas las miradas se posan sobre el productor ejecutivo y fogonero mayor de la sala de máquinas, don Gustavo Santaolalla.
Y luego ya no sorprende que el metraje mayor esté dedicado a Los Teen Tops, Los Locos del Ritmo, Botellita de Jerez y El Tri, Que la parte argentina profundice en Los Gatos, Almendra, Los Twist, Spinetta, Charly García y Soda Stereo. Y que el tercer podio lo ocupen los chilenos Víctor Jara, Los Blops, Los Jaivas, Los Prisioneros y Los Tres. Todo lo cual no debería desmerecer las colosales 100 horas de grabación y el subsiguiente trabajo de corte y confección porque es la mirada de ellos. Para un producto final que aparece como una historia oral del rock latinoamericano, pretendida versión multivocal de esa biblia llamada “Por favor mátame: la historia oral del punk” escrita por Legs McNail y Gillian McCain (1996).
¿Y qué opinan nuestros rockeros? “Me parece un documental muy bueno. La ausencia peruana documenta muy bien nuestro rol en la región: perdiéndonos siempre el momento y viviendo de recuerdos, sin sintonizar con la globalización, sin hacernos notar lo suficiente. Chilenos y colombianos tampoco tuvieron industria ni público, pero al menos colocaron algunas bandas. No es que afuera no nos quieran, es que nosotros no nos queremos lo suficiente”, dice Pedro Solano de Cementerio Club. “Honestamente creo que dice lo que tiene que decir. Si nosotros en 60 años de rock no giramos internacionalmente, no supimos filtrar nuestras influencias, si como mercado consideramos a Lima como el Perú, entonces no tenemos nada de que quejarnos, más que ver, aprender y refundar algunas cosas”, complementa Ricardo Brenneisen de Dolores Delirio.
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Daños colaterales
“No lo he visto, ni siquiera sé si salgo yo”, dice Miki Gonzales. “Tampoco lo vi y lo más probable es que de verdad sea un ego-trip de Santaolalla y una manera de mostrar el lado más marketing del rock y pop latinoamericano”, señala Daniel F. “Lo que opinen argentinos y mexicanos sobre mi música me tiene sin cuidado. Son muy nacionalistas y eso los hace poco objetivos. El rock lo mueven sobre la base de subjetividades que jamás me darían una oportunidad de ser tomada en cuenta. Igual que los Grammy Latinos, no nos representa”, explica Fiorella Cava. “Es el tipo de cosa que solo vería si me pagan por verla. No me interesa separar el rock de Sudamérica del rock español o italiano, incluso”, explica Rafo Ráez.
Pero el más contrariado es Pico Ego-Aguirre (72), cuya foja de servicios remonta a 1964 cuando funda Los Shain’s, piedra angular del proceso peruano. “¿Qué le costaba a Pereira decir que ese muchachito del amplificador eléctrico era yo? Él me ningunea en ese documental hecho por argentinos donde se obvia a Traffic Sound, Yorks y Telegraph Avenue. Ni siquiera aparece Pax, precursora del hard rock en Latinoamérica”, protesta el incombustible guitarrista nacional cuya voz se suma a la de miles de “damnificados” en desbordante virulencia por las redes. Claro, no estarán todos los que son ni son todos los que están. Pero no olvidemos que solo el tiempo se encarga de hacer antologías memorables.
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