Uno de los argumentos que exponen muchos animalistas y/o amantes de los animales cuando recomiendan no comprar cachorros de raza para convertirlos en mascotas tiene que ver con el hecho de que al crecer, muchos terminan siendo abandonados a su suerte.
Negro es uno de esos casos.
A fines del año pasado este joven Shar Pei la pasó muy mal. Deambulaba solo por un vecindario en Carabayllo. colmado de pulgas y garrapatas gigantes, y con las costillas tan marcadas que dejaban claro que llevaba varios días sin alimentarse bien.
Alan Díaz observaba a este perro cada vez que llegaba o salía de su casa y en un momento decidió cambiar la pena que sentía al verlo por acción.
Pese a que el animal parecía querer atacar a quien se le acercara, Alan insistió en ayudarlo hasta que ganó su confianza. Lo alimentó y lo llevó a una clínica veterinaria para que le dieran baños medicados y tratamiento para limpiar su piel.
Lamentablemente no podía llevarlo a casa, pero se comprometió en darle seguimiento y estar pendiente de su evolución.
Todo empeoró un día que lo encontró de vuelta en la calle. Lo habían atropellado y encima tenía un corte grande y profundo en el cuello que requirió de hasta 16 puntos para cerrar.
Alan tenía claro que en ese momento ya no podría correr con los gastos médicos que necesitaba Negro para recuperarse. Entonces publicó el caso en redes sociales y es ahí donde Gonzalo León e Ira Cabanillas entran en escena.
A pocos días de la Navidad del 2018, Gonzalo conoció a Negro y decidió apoyar económicamente a Alan. Con el tiempo se fue encariñando con el perro. Hubo una que otra posibilidad de ser adoptado, pero Negro no es fácil y no se cerraba el trato.
Hasta que en febrero Ira, esposa de Gonzalo, finalmente conoce a Negro. Ambos decidieron apostar por este perro y antes de llevarlo a su departamento, pasaron por una veterinaria para garantizar que estaba sano.
“Tenemos a Zoe, también de raza Shar Pei, y queríamos estar seguros de que ella estuviera bien”, comenta Ira.
El cambio ha sido increíble. Ira y Gonzalo aseguran que los primeros días Negro pasó de gruñirles cada vez que se acercaban a él, al punto de tener que encerrarlo un rato en la cocina, a echarse panza arriba y dejarse engreír.
“En cuestión de tres semanas empezó a emocionarse al vernos. Nos empezó a mover la cola y a darnos besos. Felizmente con Zoe todo fue positivo desde el primer día”, comenta Ira.
Hay adopciones que son tan fáciles como elegir un perro tranquilo y equilibrado de un albergue o contactar a asociaciones como WUF para iniciar el proceso de adopción y llevarlo a casa. Pero hay situaciones en las que el perro ha pasado por tantos traumas que lograr que confíe es un reto. Suele suceder con animales rescatados de la calle que han vivido en estado de abandono y que han sufrido maltrato. La mayoría de personas prefieren ignorarlos y evitar el problema, Alan, Ira y Gonzalo no.
“Verlo en esa situación... tenía que hacer algo por él”, comenta Ira. “Yo sé, yo sé, es tiempo, plata y también es un riesgo llevar a tu casa a un perro abandonado, sobretodo si tienes otro perro, pero ¿quién más lo iba a ayudar? Ya había pasado por mucho”, agrega.
Para Alan, ayudar a Negro era lo que debía hacer.
“Vi que tenía ganas de vivir. Me dio pena, llegaba a mi casa y ahí estaba solo, sucio, enfermo, pasando hambre. Quería morder, sí, pero no era por gusto, tenía miedo.
Mucha gente me decía, ‘Estás gastando por gusto, no se va a recuperar’, pero yo insistía. Si lo dejaba ahí, si al menos no publicaba su caso, me iba a convertir en otra persona que lo abandonaba”, comenta Alan.
En el Perú existen unos 6 millones de perros viviendo en las calles en estado de abandono. WUF es una asociación sin fines de lucro que, desde el 2015 trabaja promoviendo la adopción de perros y la tenencia responsable de mascotas.
Gonzalo es consciente de que no se puede ayudar a todos los perros de la calle, pero al ayudar al menos a uno ya se mejora por completo su mundo, y si eso se multiplica, habrá menos perros pasando hambre, miedo y soledad.
“No se puede ayudar a todos, lo sé, pero sí puedes encargarte de al menos un caso y de pronto apoyar a otros casos con comida, publicando su historia, haciendo colectas, etc. Con Negro fue trabajoso, la gente temía que atacara y mordiera, pero él, al darse cuenta de que solo buscábamos su bienestar, puso de su parte y nos ayudó a ayudarlo”, agrega Gonzalo.