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Panamericana Televisión en 1965: la noche en que nació la era moderna de la TV. peruana | FOTOS
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Esa noche del sábado 16 de octubre de 1965, en los alrededores del Hotel Country Club, los autos de época formaban una hilera brillante sobre la avenida Los Eucaliptos; y en el espacioso jardín del tradicional hotel se levantó la lujosa carpa para que los trajes de gala y flashes de las cámaras anunciaran algo más que una inauguración: era el nacimiento de una nueva era mediática en el Perú. El antiguo Canal 13 pasó a tener otra frecuencia. Desde esa fecha, el país tendría un nuevo protagonista en su reciente radar televisivo: se trataba de Panamericana Televisión, el flamante Canal 5.
El evento fue mucho más que una inauguración técnica. Fue una declaración de intenciones. Con la presencia del presidente de la República, Fernando Belaunde Terry, el director-gerente del nuevo canal, Genaro Delgado Parker y el presidente del directorio, Isaac Lindley, se anunció el sueño de una televisión moderna, plural y técnicamente avanzada.
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El salto de la frecuencia —de 13 a 5— simbolizaba, más que un cambio numérico, una apuesta por el progreso. Lima, que hasta entonces veía la televisión como un lujo doméstico, descubría esa noche la posibilidad de un medio masivo capaz de conectar a todo el país. Pero el Canal 13 se mantuvo activo, y los directivos de Panamericana Televisión lo dejaron en el aire para trasmitir mensajes netamente educativos, informó El Comercio.
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El ambiente en el Country Club era de película. Los arreglos florales, los reflectores y las cámaras de televisión se entrelazaban en el ambiente que respiraba grandes expectativas televisivas. Entre los invitados, se mezclaban diplomáticos, artistas, empresarios y periodistas. La prensa limeña —siempre atenta a los gestos del poder real y la modernidad— cubrió el acontecimiento con entusiasmo.
El Comercio tituló al día siguiente con un tono de orgullo nacional, destacando la audacia técnica y la elegancia de la gala. Aquella noche, el Perú se miró al espejo del progreso y vio reflejada su propia ambición.

UNA NOCHE DE LUCES Y PROMESAS
El desfile de invitados internacionales daba al evento un aire hollywoodense. La actriz y modelo norteamericana, de origen alemán y que vivía en Italia, Bárbara Bouchet; la otra actriz norteamericana Ina Balin, el popular actor norteamericano Edward Byrnes y la estrella mexicana Silvia Pinal, entre otros, aportaban glamour y sofisticación al momento.
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El maestro de ceremonias, Pablo de Madalengoitia, condujo la velada con precisión y carisma. La gala fue transmitida en vivo, combinando imágenes desde el Country Club y desde los estudios del canal en Santa Beatriz. Por primera vez, el público peruano presenciaba un espectáculo televisivo de nivel internacional sin salir de su casa.
La emoción alcanzó su punto máximo cuando el presidente Belaunde presionó el botón que encendió oficialmente la señal del nuevo Canal 5. En ese instante, la pantalla de cine que estaba instalada en los jardines del Country Club, y que trasmitía el evento, titiló, hubo una brevísima interferencia, para luego volver a la claridad total de la trasmisión en vivo.


Así, la televisión peruana dejaba atrás una “etapa artesanal” para ingresar en la “era industrial”. Panamericana Televisión no solo nacía con equipos de última tecnología, sino con una visión clara: integrar el país a través de la pantalla.
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El estudio de Santa Beatriz, en la cuadra 10 de la avenida Arequipa, moderno y luminoso, se convirtió desde entonces en la “Esquina de la Televisión”, punto de encuentro entre el espectáculo, la información y la cultura popular.
EL SALTO TÉCNICO Y EL ESPÍRITU PIONERO
El cambio de frecuencia fue el primer paso de una revolución silenciosa. Panamericana incorporó transmisores más potentes, cámaras modernas y un nuevo lenguaje visual. Los Delgado Parker entendieron que la televisión debía ser más que entretenimiento: debía educar, informar y reflejar la identidad nacional. Al menos, así lo admitieron esa noche de octubre de 1965.

De esta forma, nacieron los primeros noticieros de formato dinámico, los programas musicales y los concursos familiares que marcaron la programación de la décadas de 1960 y 1970. En poco tiempo, la señal del Canal 5 o “Telecinco”, como también se le conoció entonces, se expandió a través de una red de repetidoras que cubrió gran parte del territorio nacional.
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Desde Piura hasta Puno, los hogares peruanos pudieron acceder por primera vez a una misma programación. Esa expansión técnica transformó los hábitos cotidianos: la televisión pasó a ocupar el centro de la sala, desplazando al radio y a la tertulia de la tarde.
Los noticieros de Panamericana se convirtieron en la voz de la actualidad, y los programas de variedades, en la cita semanal de miles de familias. El canal supo también apostar por el talento local. Augusto Ferrando, con su energía desbordante y su estilo popular, se convirtió en emblema de esa nueva televisión. Trampolín a la fama fue un programa de entretenimiento y también un espejo que reflejaba el pícaro y espontáneo humor del pueblo peruano.

Cantantes, bailarines y comediantes encontraron allí su primera oportunidad frente a las cámaras. El público televidente peruano los adoptó como propios, y Panamericana Televisión consolidó su liderazgo con una mezcla precisa de espectáculo y cercanía con la gente.
LA TELEVISIÓN COMO ESPEJO DE UNA NACIÓN
La prensa peruana destacó el espíritu del canal, esa vocación integradora y de búsqueda de calidad. En un país todavía marcado por desigualdades sociales, el canal ofrecía espacio donde, de alguna forma, se escucharon las variadas voces del país.
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Los debates, las transmisiones especiales y los programas culturales dieron a Panamericana un rol protagónico en la vida nacional. La cobertura de la llegada del hombre a la Luna, en julio de 1969, fue la confirmación de ese salto cualitativo. Canal 5 transmitió el histórico evento en directo, llevando al Perú la emoción de una hazaña universal.
El impacto de la inauguración del Canal 5 fue inmediato y duradero. Cambió la forma de consumir información, redefinió los espacios familiares y consolidó a la televisión como el medio dominante del siglo XX. Pero también dejó una huella emocional.

Panamericana se convirtió en una marca asociada a la identidad, a la memoria y a los grandes momentos del país: desde los festivales de la canción, pasando por los encuentros deportivos, hasta los noticieros que acompañaron las décadas más intensas y finales del siglo XX.
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Con el tiempo, la sede de Santa Beatriz se volvió parte del paisaje sentimental de Lima. Allí nacieron programas, se formaron artistas y se construyeron recuerdos. Y aunque los años trajeron transformaciones, crisis y silencios, el legado de aquella noche de octubre de 1965 sigue en la memoria de un gran sector de los peruanos.











