Las aceitunas han formado parte de nuestra alimentación desde hace muchos años y de nuestros piqueos cuando hacemos una reunión familiar o simplemente para decorar. Además, sus propiedades nutricionales son bastante resaltantes, pero difícil de reconocer. Estas tienen en común el aporte de ácidos grasos monoinsaturados, con el efecto del aceite de oliva virgen extra (AOVE), por ello es que es importante reconocer sus beneficios.
La mejor opción para el aperitivo
Tienen grasas beneficiosas:
En su análisis bioquímico de lípidos se destaca una alta proporción de grasas insaturadas frente a una proporción muy baja de grasas saturadas. Asimismo, la principal grasa que se encuentra en las aceitunas es la misma que se encuentra en el aceite de oliva y esta se llama ácido oleico, un ácido graso monoinsaturado.
Esto beneficia al sistema cardiovascular, ya que mejora el perfil lípido plasmático, aumentando el colesterol bueno y reduce los niveles del malo. También tienen un efecto bueno para la presión arterial y en el control glucémico.
Tienen fibra y vitamina E:
Tiene un gran aporte de micronutrientes como la vitmina E, la cual protege del daño oxitativo causado por los radicales libres (especies reactivas de oxígeno). Además, tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias muy potentes, importantes a nivel cardiovascular.
En el caso de que se quiera perder peso, las aceitunas verdes ayudan a mejorar el tránsito intestinal y aumentan la saciedad, debido a su alto contenido de fibra y también calórico (unas 150 calorías por 100 g) , pero aproximadamente 7 aceitunas equivales a 37 calorías.
Tienen sodio, pero ayudan con la hipertensión:
Las aceitunas también son conocidas por su alto contenido de sal, por lo que no son recomendables para las personas con problemas de tensión arterial elevada. Esto no ocurre debido a las propiedades de la misma aceituna, sino que se deriva de los procesamientos por los que pasan para ser distribuidas a los supermercados o mercados.
Para prevenir esto, es mejor elegir aquellas aceitunas que tengan menos contenido de sal o sodio, lo que se puede ver en las etiquetas nutricionales de cada producto. Por ello, es mejor desechar el líquido en el que se conservan antes de consumirlas, no es necesario lavarlas. Estas pasan por un proceso en el que primero se recogen, luego, pasan por un proceso de marinación, en el cual se elimina su amargor y se ablanda su textura y finalmente, se pasa al proceso de conservación, donde se cubren con este líquido.
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