Marco Quilca León

“¡De que acá me sacan en camilla!”, respondió, en tono desafiante, mientras se levantaba una vez más para seguir corriendo. A unos metros, la doctora y el técnico de la selección colombiana -en ese entonces Felipe Taborda- miraban la escena confundidos. Entre la admiración y el respeto por el esfuerzo, y la preocupación por su salud. Esa tarde soleada de inicios del 2015, Catalina Usme (Antioquía, 1989) estaba pálida, con síntomas de fatiga por el sobreesfuerzo. Fue la única en quedarse a seguir entrenando en una de las canchas de la sede deportiva de la federación colombiana. ¿El motivo? Unos meses atrás había sufrido por segunda vez la rotura de ligamentos cruzados y del menisco de su rodilla derecha. La primera fue en 2012, justo en los primeros Juegos Olímpicos a los que clasificaron.

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Catalina nunca dejó de correr, muchos menos de luchar. Corría para demostrarle a aquellos que insinuaban, en esos días difíciles de 2014, que no iba a volver a jugar fútbol. Pero también para probarse a sí misma que sí podía, que ya había superado una lesión igual y que algún día, quizá nueve años más tarde, haría realidad su gran sueño: anotar el único gol -un golazo- para que su y clasifique a los cuartos de final del , el mejor logro en la historia del fútbol femenino colombiano, donde .

A los 51 minutos de juego, en el sofisticado estadio AAMI Park de la lejana ciudad de Melbourne, Australia; la futbolista de 33 años recibió un excelente centro de Ana María Guzmán que sobró a la defensora jamaiquina, durmió el balón como si tuviera una almohada en su pie izquierdo, se acomodó y remató cruzado para anotar un golazo. Hizo todo con su zurda, pero apoyó todo su peso en esa maltrecha rodilla derecha que alguna vez le falló. Esta vez la historia tuvo un final de capítulo feliz. Su diestra también le demostró a todos que es capaz de resistir todo con tal de que Cata -y todo Colombia- escriba su nombre en las páginas doradas del deporte cafetero.

“Cuando me dicen que no voy a poder, como sea lo logro. Me motivan los retos”, señaló en una entrevista hace algunos años. Esa frase resume su vida y la de todas las futbolistas en el mundo: cuando en su pueblo natal, Marinilla, Antioquia, le decían que no podía patear un balón, ella insistía. Cuando la falta de dinero le sugería rendirse y abandonar todo para dedicarse solo a sus estudios, ella continuaba. Clases por las mañanas, algún trabajo por las tardes y entrenamientos por las noches. Una vida llena de obstáculos que transformó en desafíos y no en excusas.

Claro, talento tenía. Lo tiene aún. Jugó en las categorías juveniles de la selección colombiana. Formó parte de Formas Íntimas, un equipo amateur de su localidad, desde 2007 hasta 2016. Y en esos años -exactamente en 2014- sufrió la segunda lesión en su rodilla. No tenía recursos para operarse, pero -según contó en varias ocasiones- un día recibió una llamada de un número desconocido. Era Mauricio Palacio, un médico cirujano de Medellín que se ofreció a operarla gratis. Y luego Andrea Katich, fisioterapeuta, la ayudó con sus terapias sin cobrarle nada. A las guerreras como ella, Dios también les da una mano.

En 2015 empezó “su nueva vida”. Fue convocada para el Mundial femenino que se disputó en Canadá, anotó un gol contra Francia en lo que fue la primera victoria de la ‘Tricolor’ en la historia del certamen y fue parte del logro de llegar hasta octavos de final. Un año más tarde pasó al América de Cali donde es capitana e ídolo, con una breve estadía en Santa Fe. Hoy, con 33 años, es la máxima goleadora de la Selección de Colombia con 52 goles y de la Copa Libertadores con 30 tantos.

Catalina es un ejemplo a seguir. Es ídolo del fútbol colombiano y -¿Por qué no?- sudamericano. Pero también es la líder de una selección con grandes figuras como Linda Caicedo que buscan seguir haciendo historia y no quedarse con lo logrado. “Este no puede ser el techo de nosotras, el techo tiene que estar más allá, este equipo puede con más. Hay que volver a poner los pies en la tierra, pensar en Inglaterra y ser muy inteligentes. Van cuatro de siete, nos quedan tres finales”.

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Talento como base

¿Cuál es el secreto detrás del éxito de una selección colombiana que acaba de clasificar a los cuartos de final de un Mundial femenino por primera vez en su historia y que en fase de grupos derrotó a la poderosa Alemania? Para Pablo Romero, periodista colombiano, en gran parte se debe al talento innato de las jugadoras cafeteras.

“Lo de Colombia es una paradoja. La liga local no es fuerte, apenas duró cuatro meses este año, lo que mantiene con indignación a las futbolistas. Sin embargo, a nivel de selecciones se ha hecho un gran trabajo que empezó por el 2010. Hay mucho talento, mucho fútbol aficionado femenino, buenos entrenadores. Todo eso ayuda”, nos dice.

El año pasado, la selección cafetera llegó a la final del Mundial Sub 17 por primera vez en su historia y a la de la Copa América de mayores, en la que fueron anfitriones. También avanzó hasta cuartos de final del certamen mundialista en la categoría Sub 20 (cayó ante Brasil, posible rival en octavos en el actual torneo). Además, se encargará de organizar la Copa del Mundo Sub 20 en el 2024.

Hoy, en el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, el combinado cafetero cuenta con figuras sobresalientes como Linda Caicedo, la joya de 18 años que juega en el Real Madrid y ya marcó dos tantos en el campeonato, y Leicy Santos, volante del Atlético de Madrid. Además de referentes como Catalina Usme.

Ahora Colombia irá por el pase a semifinales. Primero deberá enfrentar a Inglaterra, una de las favoritas, este sábado. Pero ellas están listas para seguir escribiendo su historia.

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