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Barrio Dragón: el chifa que nació en Punta Hermosa y hoy revive la vibra noventera en Miraflores
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Barrio Dragón abrió sus puertas en plena pandemia en Punta Hermosa con una propuesta sencilla: un chifa accesible, de sabor peruano y con la vibra del barrio de antaño. Cuatro años después, su local en Miraflores concentra la mayor parte de las ventas y ha permitido sostener un crecimiento de doble dígito interanual.
Conversamos con Luis Lajara, socio y gerente de Marketing de Barrio Dragón, sobre el modelo de negocio, el perfil del consumidor y la visión de futuro de la marca.
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-¿Cómo describirían el modelo de negocio de Barrio Dragón y qué lo diferencia de otros chifas tradicionales y modernos?
Somos un chifa que rescata el espíritu del barrio limeño de los años ochenta y noventa. Queremos que la experiencia combine buena comida, precios accesibles y una identidad peruana marcada en cada plato. No seguimos la estética oriental clásica, sino que apostamos por un ambiente familiar y alegre, con música retro y decoración colorida. Además, nuestras salsas caseras —ají amarillo, rocoto picado, un “chimichurri chino” y una salsa de tamarindo hecha con fruta natural— son parte de nuestra identidad. Queremos que cada visita se sienta como volver al barrio de antaño, con buena vibra y sazón peruana.
-¿Cómo nació Barrio Dragón en Punta Hermosa?
Abrimos en plena pandemia con pocos platos, probando y ajustando. Eso nos permitió aprender a costear recetas, organizar el negocio y darle un enfoque empresarial. Pero era muy estacional, de diciembre a Semana Santa había flujo, el resto del año bajaba mucho.

-¿Qué aprendizajes de esa primera etapa aplicaron después?
Que no basta con platos ricos, la música, el trato cercano y la vibra del lugar pesan igual que la comida. También aprendimos a ser ordenados con los costos y la gestión empresarial.
-¿Cuál fue la lógica al pasar a Miraflores? ¿Qué objetivos de negocio persiguen con esa expansión?
Para crecer necesitábamos estabilidad, y Miraflores nos la daba. Es un distrito con público constante todo el año y la visibilidad de Lima. Ahí aplicamos lo aprendido, lanzamos un menú más amplio y un concepto más versátil, con terraza ‘pet friendly’, espacio privado para reuniones de negocios y hasta eventos temáticos con DJ. Si Punta Hermosa fue la escuela, Miraflores fue la graduación.
-¿Cuál es el ticket promedio por cliente en sus locales?
De lunes a viernes al mediodía el ticket promedio es de unos S/30. En las noches sube a S/45–S/50 porque hay más tiempo y consumo de coctelería. Los fines de semana, con grupos grandes, llega a S/60 por persona.

-¿El consumo suele ser más individual, en pareja o familiar?
Siempre en grupo, con familias, amigos o celebraciones. No es usual que venga alguien solo. Hemos tenido grupos de hasta 50 personas. En los almuerzos, donde nos visitan sobre todo personas que trabajan cerca, cuidamos rapidez y eficiencia sin perder calidad. En las noches y fines de semana, con más familias y grupos grandes, la experiencia es distinta, más pausada, compartida, pensada para que grandes y chicos se sientan cómodos.
-¿Cuáles son los platos más pedidos tanto en Punta Hermosa como en Miraflores?
En ambos lideran los clásicos chaufa de pollo, chaufa de chancho, tallarín taypa, Chi Jau Kay y el wantán. Entre los de autor, además del Kay Ten —servido en plancha caliente con pollo, chancho, langostinos, verduras y hongos—, destacan el chaufa amazónico y entradas como siu mai de langostinos y creaciones como el Chaufa Dragón, el Chaufa Taypa Picante y el Chaufa Montado.
-¿Qué tan importante es innovar en un mercado tan competitivo como el de los chifas?
El cliente de chifa suele ser tradicional y pedir siempre lo mismo, pero la innovación es clave para sorprender. Tenemos platos de autor como el Kay Ten, además de opciones vegetarianas y bebidas de autor. Eso nos permite llegar a distintos públicos.

-¿Cómo gestionan la estacionalidad con iniciativas como el Festival de Sopas?
En verano reforzamos bebidas y platos ligeros en Lima, mientras que en Punta Hermosa destacan los platos contundentes de noche.
-¿Cómo construyen fidelidad más allá del plato de comida?
Con constancia en la calidad, pero también con novedades, con platos de temporada, promociones, eventos temáticos y comunicación divertida en redes sociales. Además, usamos clientes incógnitos para medir y corregir la experiencia rápidamente.
-¿Qué métricas utilizan con esos clientes incógnitos?
Evaluamos desde la reserva por WhatsApp hasta la atención al llegar, tiempos de respuesta, limpieza, presentación y temperatura de los platos, vestimenta del personal y protocolo de despedida. Incluso vemos si el mesero sugiere opciones distintas según el tipo de cliente -pareja o familia-. Todo esto nos permite mantener una experiencia consistente y de calidad.

-Han sido reconocidos en premios y rankings gastronómicos, ¿cómo utilizan estos logros en su estrategia de marca?
Nos ayudan a que más gente se anime a visitarnos. El Comercio nos destacó en el top 10 de los mejores wantanes de Lima en 2024 y 2025, y esos reconocimientos suman mucho para atraer nuevos públicos.
-¿Qué papel juegan las redes sociales en su comunicación y relación con el cliente?
Son nuestro canal más cercano. Comunicamos con humor, en tono coloquial, mostrando la identidad del “chifa peruano” y generando comunidad.
-Respecto al crecimiento, ¿qué resultados han tenido este año?
El acumulado de enero a agosto representa un 15% de crecimiento frente al 2024 en el local de Miraflores, mientras que Punta Hermosa muestra un 10%. La proyección es cerrar el 2025 con un crecimiento de alrededor del 18% frente al 2024. Punta Hermosa, por su carácter estacional, representa cerca del 30% de las ventas, mientras Miraflores ya concentra el 70%.

-El chifa es uno de los íconos de la gastronomía peruana. ¿Cómo ven su evolución en los últimos años?
El chifa de antes y el de ahora no son lo mismo. Con los años, se han perfeccionado las técnicas de cocina, se implementó tecnología en equipos, hay mejor control de calidad de insumos y mayor profesionalización en atención y decoración. Hoy además se suma la barra de coctelería, con maridajes de cocteles clásicos y de autor, que enriquecen la experiencia. Para nosotros la evolución no está solo en la cocina, sino también en cómo adaptamos la experiencia a cada ocasión y cliente.
-¿Cuál es el siguiente paso estratégico para seguir creciendo?
Estamos estudiando abrir otro local en Lima en 2026 y no descartamos la posibilidad de internacionalizarnos. Aún no lo definimos porque implica una gran inversión, pero es parte de lo que analizamos como socios.
-¿Cuál es la meta de largo plazo?
Más allá de los números, queremos consolidarnos como un chifa con identidad propia en Lima, reconocido a nivel nacional y también por turistas.











