Los economistas Daniel Barco e Isaac Foinquinos analizan la economía peruana.
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Asignar, redistribuir y estabilizar
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Asignar, redistribuir y estabilizar

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La economía peruana se encuentra inmersa en un círculo vicioso de mal gobierno, baja productividad e insatisfacción ciudadana. El Estado ha fallado en cumplir adecuadamente sus funciones, generando altos costos operativos para las empresas y limitando su crecimiento. Junto con la evasión, esto resulta en una baja recaudación tributaria, lo que a su vez impide que el Estado provea más y mejores servicios, generando desconfianza y facilitando su captura por intereses particulares. La salida consiste en mejorar el desempeño gubernamental.

Tomando como referencia las contribuciones del economista Richard Musgrave, identificamos tres funciones para el Estado: asignación, redistribución y estabilización. Para realizarlas, se utilizan principalmente la regulación y el sistema fiscal de ingresos y gastos. La asignación busca que los recursos públicos y privados se utilicen eficientemente para maximizar la producción. La redistribución busca equilibrar oportunidades y recursos entre los más y menos favorecidos. La estabilización se encarga de que las actividades financieras y monetarias del Estado no perjudiquen la economía y respondan adecuadamente a las crisis.

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Maro Villalobos

En cuanto a la asignación, el desempeño del Estado peruano es pobre. Más del 99% de las empresas son micro o pequeñas, y más del 70% de los trabajadores son informales, lo que refleja una elevada escasez de empleo productivo. Esto se debe a regulaciones complejas y costosas, y a la baja calidad de los servicios estatales como justicia, seguridad y transporte.

El desempeño redistributivo también es deficiente. Un estudio del Banco Mundial (2023) concluye que, en comparación con países similares, el sistema fiscal peruano es de los que menos contribuyen a reducir la desigualdad. En compensación, el sistema político ha intentado redistribuir a través de regulaciones, generando un resultado opuesto al deseado. Este es el caso de las normas que buscan proteger al trabajador, pero que previenen la creación de empleo productivo, debido a su costo. La experiencia internacional sugiere que el gasto social y las transferencias bien focalizados son mejores instrumentos para redistribuir.

El rol de estabilización es el que mejor cumple el Estado peruano, constituyéndose en uno de los pilares institucionales de la economía. En el ámbito monetario, Perú tiene una de las tasas de inflación más bajas del mundo. En el ámbito fiscal, la deuda pública es baja y los riesgos de incumplimiento son mínimos. Sin embargo, la irresponsabilidad del Congreso y la debilidad del Ejecutivo vienen poniendo en riesgo estos avances.

En suma, el Estado peruano requiere optimizar su desempeño asignativo y redistributivo, preservando los logros en estabilización. Esto implica renunciar a la redistribución regulatoria, reducir las distorsiones que impiden el crecimiento empresarial, mejorar la eficiencia del gasto estatal e impedir que la complicidad del Congreso y el Ejecutivo ponga en riesgo la estabilidad fiscal, un pilar esencial de la economía peruana.

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