Daniel  Barco

En 2024, Perú registró un superávit en cuenta corriente de la balanza de pagos de más de US$6 mil millones, equivalente a 2,2% del PBI. Se puede pensar en la cuenta corriente como una balanza comercial ampliada, debido a que incluye, además de las exportaciones e importaciones, los ingresos y egresos por servicios comerciales y financieros. Una mirada simple concluiría que, si recibimos por ventas al exterior más de lo que pagamos, el país está ganando. Nada más alejado de la realidad.

El resultado de la cuenta corriente es la parte visible de un comportamiento muy básico, que consiste en gastar por encima o por debajo del ingreso que generamos. Imaginemos una familia cuyo ingreso proviene de la producción y venta de mermeladas. Las ventas son sus exportaciones y la adquisición de los bienes que necesita para vivir, sus importaciones. Si sus ingresos son mayores a sus gastos, tendrá un superávit, lo que le permite ahorrar o pagar deudas. Por el contrario, si incurre en gastos superiores a sus ingresos, registrará un déficit. Está alternativa solo es posible si cuenta con financiamiento, liquidando un activo, contrayendo deuda o recibiendo fondos de un inversionista.

Un déficit o superávit en cuenta corriente no es intrínsecamente bueno o malo, ni para las familias, ni para los países. Entre 2008 y 2015, Perú incurrió en déficits en cuenta corriente que ascendieron en promedio a 3,1% del PBI. En otras palabras, el país gastaba por encima de sus ingresos. Para juzgar su conveniencia, nos preguntamos ¿en qué se estuvo gastando? y ¿cómo se financió? Durante esos años, el déficit reflejó un elevado nivel de inversión financiado en una gran medida por capitales foráneos, lo que permitía expandir la capacidad productiva del país. Esto se reflejó en crecientes volúmenes de importación de maquinaria e insumos. Era un déficit virtuoso. Alternativamente, si el déficit hubiese reflejado un exceso de consumo financiado con deuda, como sucedió en la década de los ochenta, habría sido preocupante.

¿Qué viene sucediendo actualmente? La cuenta corriente en superávit indica que la capacidad de gastar por encima de nuestros ingresos se ha diluido. El crédito que nos conceden los extranjeros ha disminuido y también el apetito por apostar por el Perú. Esta pérdida de atractivo se refleja en una baja capacidad de gasto y en un bajo volumen de importaciones. En concreto, la tasa de inversión ha descendido, desde su pico de 25% del PBI en 2014, hasta 18% en el 2024. De mantenerse la inversión en este bajo nivel, el repunte en el crecimiento económico de los últimos meses terminará debilitándose.

En suma,un país emergente como el Perú necesita inversión para crecer a tasas altas y reducir la pobreza. Por eso, extraño los años en que registrábamos déficits en cuenta corriente financiados con capitales del exterior. No fue casualidad que, durante esos años, el PBI creció a una tasa superior al 5% anual y que cinco millones de peruanos salieron de la pobreza.

Daniel Barco economista

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