

Escucha la noticia
“Bicentenario 1979″: modelo para armar los símbolos patrios
Resumen generado por Inteligencia Artificial
Accede a esta función exclusiva
Resume las noticias y mantente informado sin interrupciones.
Es 1979. Centenario de la guerra con Chile. Años de gris gobierno militar. Dictaduras que se extienden por casi toda Latinoamérica. Y en ese contexto, un joven artista, Fernando Bedoya, dibuja en los papeles que encuentra una obsesiva deconstrucción del escudo Nacional. Saca a la vicuña de su cuadro, le hace comer del árbol de la Quina, y luego excretar pepitas de oro como una cornucopia viviente. En la Escuela Naval donde fue cadete le enseñaron que los símbolos son sagrados. Para el artista, sin embargo, lo sagrado era la libertad de jugar con ellos.
LEE TAMBIÉN | Rosa Montero: “La escritura es el arma más profunda para soportar la vida”
Cuarenta y cinco años después, uno de los fundadores de los grupos “Paréntesis” y “Huayco”, parte de la movida del “Pop achorado”, (como lo definió a fines de los 70 el crítico Mirko Lauer), seleccionó aquellos dibujos, grabados, acuarelas y collages pertenecientes a su serie “Emblemas”, para componer un notable libro-obra. “Bicentenario 1979”, reúne 72 obras realizadas entre 1978 y 1980, en un Perú marcado por la precariedad política y el desencanto social.
—Símbolos de época—
Ha pasado el tiempo y el artista recuerda a su padre militar, temeroso de que acusaran a su hijo de traición por abordar la bandera y el escudo como objetos maleables y cargados de tensiones históricas. Él confiesa que su intención entonces era enfrentarse a aquella sociedad patriarcal y su discurso patriótico. Un propósito iconoclasta que, explica el artista, es una influencia directa de Marcel Duchamp: tomar la bandera y el escudo a la manera de un “Ready made”, y abordarlos desde un lugar mucho menos solemne.
“Yo quería que mis dibujos tuvieran esa impronta. Que fueran un garabato, abordar esos símbolos en un momento concreto del Perú”, explica Bedoya, hoy radicado en Argentina. Para él, la idea era replantear
el Escudo Nacional a la manera de un retablo ayacuchano o, también, en un cómic con viñetas muy libres, con el auquénido desplazándose por los diferentes campos del simbólico blasón. “Eso me permitió ofrecer distintas fantasías alrededor de nuestros símbolos patrios. Incluí pescados, hojas de afeitar (reemplazando a las hojas de laurel), fósforos, entre otras figuraciones.
Y mientras desde las esferas oficiales surgen proyectos para restringir el uso de los símbolos patrios, el artista Bedoya lamenta que este absurdo debate esconda lo urgente: cómo en nuestros tiempo hemos perdido el contenido de estos símbolos, como si en medio de la corrupción y el ruido político, los valores que los diseñaron hayan perdido todo sentido. “Hemos perdido la relación con ellos. El Perú cada vez está más vacío de contenido. Es fácil advertir el poco amor con que se hacen las cosas”, lamenta.
La publicación incluye un ensayo de la historiadora del arte Natalia Majluf, que ofrece una lectura crítica sobre estos replanteamientos de la iconografía nacional. El libro se distribuye en la tienda del Museo de Arte de Lima.
Contenido sugerido
Contenido GEC


Los dioses llevan la ventaja, pero aún no está todo perdido: qué pasará en “Record of Ragnarok 4”, el anime más intenso de Netflix
MAG.
“IT: Bienvenidos a Derry”, ¿tendrá temporada 2 por HBO Max?
MAG.
ICE también podrá multar a inmigrantes indocumentados: cuáles son las sanciones y a cuánto asciende el monto
MAG.
Tormenta de nieve cambiará el clima en EE.UU. la próxima semana: conoce las zonas que sentirán las modificaciones de temperaturas
MAG.





