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El petróleo como metáfora: el crudo destino de Venezuela
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El petróleo como metáfora: el crudo destino de Venezuela

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Pertenece al grupo de artistas para quienes material y metáfora van de la mano. En su caso, es el , sustancia vinculada a su nacionalidad, biografía y memoria familiar. Como buen , Tony Vázquez-Figueroa (Caracas, 1970) llevaba el tema del petróleo en el subconsciente. Sus inicios profesionales se dieron en una agencia de publicidad, como creativo. A los 27 años, una crisis vocacional lo llevó a estudiar arte en Cuba. Aunque entonces agitaba ideales de izquierda, su estadía en la isla, al ver cómo funcionaba el sistema, lo hizo reconsiderar la realidad que le habían “pintado”. En la isla no había materiales para pintar, por lo que empezó a utilizar alternativas. Descubrió el betún de Judea, como se llama al bitumen diluido con trementina, que le gustó por sus posibilidades para generar veladuras sobre la tela.

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Desde La Habana vio surgir a Hugo Chávez. Continuó luego sus estudios en Nueva York y Londres, y al regresar a Venezuela, en abril del 2002, participó en una marcha pacífica. PDVSA, la industria petrolera, estaba en huelga y había paralizado al país. Fue testigo de la represión surgida en medio del caos del golpe de Estado en Puente Llaguno, el paso vehicular sobre la avenida Urdaneta, en el centro de Caracas, a dos calles del Palacio de Miraflores. Vázquez-Figueroa recuerda las bombas lacrimógenas, las piedras lanzadas a los policías y la respuesta de los francotiradores. Al compañero que tenía al lado le dispararon en la pierna. “La gente pensaba que había logrado derrocar al dictador, pero Chávez regresó tres días después”, recuerda.

Tony Vázquez-Figueroa: "En Venezuela no había nada, salvo cacao y café. Y, de repente, a fines del siglo XIX, se descubrió el petróleo. El cambio fue tan rápido, que todavía estamos dando vueltas". (Foto: Mario Zapata / El Comercio)
Tony Vázquez-Figueroa: "En Venezuela no había nada, salvo cacao y café. Y, de repente, a fines del siglo XIX, se descubrió el petróleo. El cambio fue tan rápido, que todavía estamos dando vueltas". (Foto: Mario Zapata / El Comercio)
/ Mario Zapata N.

El artista venía de estudiar a Cézanne, a Matisse, a Giacometti, y no entendía para qué le servía aquello en esa realidad caótica. “Entendí que todo lo que pasaba tenía que ver con el petróleo. Era todo tan crudo, que recordé mi trabajo en Cuba y retomé mi trabajo con betún de Judea”, cuenta. El golpe sucedió hace más de 20 años, el mismo tiempo que Vázquez-Figueroa viene estudiando cómo el petróleo no solo cambió la historia de su país, sino también la forma en que este proyectó su imagen, su cultura, incluso los deportes. “En Venezuela, el desarrollo del béisbol, nuestro deporte nacional, viene de los campos petroleros”, señala.

Vinculado a sus inicios en la publicidad, parte de su trabajo dialoga con las imágenes amables que a mediados del siglo pasado promocionaban el progreso venezolano: carteles de aerolíneas, cruceros o anuncios de plataformas petroleras. Testimonios visuales que construyeron el imaginario del rico país llanero antes de la catástrofe. “Para ese proyecto recolecté todos los avisos publicitarios sobre Venezuela realizados durante el ‘boom’ petrolero en Estados Unidos. En ellos se advierte la mirada del imperio sobre la identidad venezolana, considerada ‘el jardín de Estados Unidos’. Un relato plagado de errores y prejuicios. Esa mirada impuesta distorsionaba también la visión de nosotros mismos”, explica.

–Sembrar el petróleo–

Vázquez-Figueroa estuvo en el Perú para participar en la reciente edición de la feria Pinta Lima, donde presentó un trabajo inspirado en derrames de petróleo registrados en fotografías satelitales sobre cuerpos de agua. Reflexionando más allá de Chávez y el latrocinio cometido por él y continuado por sus cómplices, el artista piensa que es la dependencia nacional del petróleo lo que ha generado la autodestrucción de su sociedad.

La belleza industrial en sus mejores épocas, plasmada en  “Modern tool” ( 2023 ), parte de la serie “Fiebre de archivo”, resina sobre impresión digital. (Foto: Tony Vázquez-Figueroa)
La belleza industrial en sus mejores épocas, plasmada en “Modern tool” ( 2023 ), parte de la serie “Fiebre de archivo”, resina sobre impresión digital. (Foto: Tony Vázquez-Figueroa)

“La clave para entender Venezuela está en un artículo escrito por Arturo Uslar Pietri en 1936, titulado ‘Sembrar el petróleo’, una frase que hoy todos los venezolanos conocemos. El escritor hablaba de tomar las rentas petroleras para reinvertir en otras industrias y dejar de ser monoproductores. Venezuela era un gran exportador de cacao y café, pero una vez que se descubrió el petróleo, se abandonaron esas industrias. Hoy el café se tiene que importar”, lamenta.

“Sembrar el petróleo” fue también el título de un proyecto emprendido por Vázquez-Figueroa, donde reflexionaba sobre aquellas desaparecidas industrias. En una de sus obras realizadas hace 10 años, presentaba la escultura de una cafetera realizada en bitumen, el viscoso residuo de la destilación del petróleo crudo. En el museo, la cafetera de grandes dimensiones se disolverá muy lentamente frente a los ojos del público, en un proceso que tomará décadas, hasta quedar solo un pegajoso charco negro. Así, el material se conecta con la metáfora: la cafetera da cuenta de un país que abandonó no solo el negocio del café, sino otras industrias hoy disueltas.

¿La lentitud con la que el bitumen se disuelve puede compararse al tiempo que le tomará desaparecer a la dictadura chavista? El creador no quiere imaginar plazos tan largos. Quiere pensar que el gobierno de Maduro se irá más temprano que tarde y que los venezolanos habrán aprendido ciertas lecciones. Sin embargo, lamenta que parte de sus paisanos hayan perdido la fe. “La gente se abstrae de la política y no quiere participar”, dice.

Pero también es importante para el artista reconocer que la visión que se tuvo en Venezuela de los cuarenta años de paz y prosperidad entre fines de los años 50 y el ascenso de Maduro fue más bien un paréntesis en una historia especialmente violenta, un espejismo sustentado por los ingresos de las petroleras. “En Venezuela no había nada, salvo cacao y café. Y, de repente, a fines del siglo XIX, se descubrió el petróleo y llegó la Standard Oil de Rockefeller. El cambio fue tan radical y rápido, que todavía estamos dando vueltas, sin saber qué pasó realmente. Vivíamos una fantasía. Una burbuja que iba a explotar tarde o temprano”, añade.

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