Celos entre hermanos: por qué ocurren y cómo resolverlo con amor

En consulta es recurrente recibir a padres de familia afligidos porque sus hijos pelean entre sí cuando son pequeños: por juguetes, por sentirse menos preferidos, por la llegada de un nuevo hermano, o porque uno tiene más habilidad que otro.

Los celos entre hermanos son una parte común del desarrollo infantil, especialmente cuando llega un nuevo integrante a la familia. Suelen estar relacionados con el miedo a perder la atención y el cariño de los padres. Los niños pueden manifestarlos de distintas formas: rabietas, peleas o incluso regresiones a etapas anteriores del desarrollo.

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Generalmente se produce porque uno de los hijos se siente desplazado respecto al otro u otros. A todos nos gusta recibir la atención de los demás, de hecho, es una fuente de reforzamiento importantísima y muchas veces actuamos en base a si vamos a obtener atención de los demás o no. Por eso, no es tan extraño que cuando vemos que esa cantidad de atención que estábamos acostumbrados a recibir peligra, intentamos ponerle solución.

Los celos entre hermanos no solo se producen cuando llega un nuevo bebé. Pueden producirse también cuando alguno de los hermanos hace algo nuevo y se lleva todas las miradas de atención, como por ejemplo empezar a hablar o caminar.

Tampoco tienen por qué producirse del hermano mayor hacia el pequeño, sino que puede ser también al revés o darse entre mellizos o gemelos, por diferentes motivos, como que uno saque mejores notas en el colegio o se le dé mejor un deporte.

Un error es pensar que entre hermanos no exista el celo, la tendencia de los padres es reprimir al menor quien los expresa. Debemos entender que los celos son una respuesta natural y adaptativa.

Pero si hay una buena noticia, es que se puede aprender y enseñar a los hijos a gestionar mejor esa respuesta para que no se mantenga con el tiempo.

CÓMO TRABAJAR LOS CELOS ENTRE HERMANOS

1. Enseñar a expresar sus emociones de forma adaptativa, sin gritar y sin pegar. Esto les ayudará a poder transmitir a los demás cómo se sienten y a poder gestionar conflictos de una manera respetuosa con los demás.
2. Es muy importante como padres no comparar entre hermanos, ni poner etiquetas (por ejemplo, el mayor es el responsable y el pequeño es el relajado), ya que puede influir de manera importante en su autoestima y generará o mantendrá los celos.
3. Reafirmar el papel de cada hermano. Según decía María Montessori: “El niño que ha aumentado su propia independencia con la adquisición de nuevas capacidades, solo puede desarrollarse normalmente si tiene libertad de acción”. ¿Cómo podemos utilizar esto para tratar los celos entre hermanos? Pues dando margen a la independencia, permitiendo que tengan su propio espacio y dejando también que pongan en práctica por sí mismos las nuevas capacidades que adquieren cada día, aunque muchas de ellas hayan de basarse en el ensayo-error.
4. Involucrar desde el principio al hermano mayor. Una forma ideal de que el hermano mayor no sienta celos es involucrarle desde el principio. Se ha de contar con él, explicándole que mamá está embarazada y que dentro de unos meses serán uno más en la familia y todo lo que ello supone. De esta forma, el niño lo verá como algo natural. Sin embargo, debemos tener en cuenta que esto no significa que tengamos que dotar al hermano de algunas responsabilidades que, en realidad, no le corresponden.
5. Tiempo individual: dedicar tiempo exclusivo a cada hijo, haciendo actividades que disfruten juntos y mostrando cariño y atención individual. Jugar con cada uno de los hijos. Para ellos, los padres somos personas de las cuales solicitan su atención. Dediquémosles tiempo de calidad, no el que nos sobra.

Es importante evitar celos entre hermanos porque esto generará un buen clima familiar, fomenta una relación saludable y, asimismo, le ayudamos a los hijos a desarrollar habilidades emocionales. Para lograrlo, es esencial que los padres establezcan límites claros y fomenten la comunicación entre hermanos.

Recuerda, padre de familia: tú eres el que los cría, no el psicólogo ni los docentes. Es tu responsabilidad el saber que eres responsable del ser que estás formando.