Estas últimas semanas, hemos presenciado distintos actos en el país. Hay tres en particular que han resaltado. ¿Qué tienen en común? Los protagonistas fueron agresores que en su momento recibieron una denuncia, pero hasta el día de hoy siguen libres, demostrando que son casos que solo se quedan en redes sociales y no trascienden.

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Se trata de tres personas. Rodrigo Monasterio Tudela, acusado de ultrajar y estafar a una taxista; Willy Gabriel Villavicencio Yahuana, acusado de golpear a un chofer de bus; y Ricardo Amiel Pérez Gianoli, quien golpeó al trabajador de un edificio.

Rodrigo Monasterio Tudela agredió a mujer que le brindó el servicio de taxi.
Rodrigo Monasterio Tudela agredió a mujer que le brindó el servicio de taxi.

Los casos

Respecto a Rodrigo Monasterio, fue denunciado por la taxista María Isabel Gonzáles debido a que, aparentemente en estado de ebriedad, la insultó, golpeó y realizó tocamientos indebidos después de negarse a pagar el servicio de transporte.

La agredida sostuvo que Monasterio le pidió hacer un pequeño desvío para hacer compras en un grifo. Tras algunos minutos, intentó sentarse en el asiento del copiloto y fue entonces cuando le tocó sus partes íntimas y le torció el brazo. “Cuando estábamos llegando a un semáforo, el chico de la nada me agarra el seno. Yo grito y él, como retándome, me agarra mi parte íntima”, señaló. La taxista llamó a su novio para que fuera por ella a la cuadra 6 de la calle Diez Canseco; sin embargo, él también resultó agredido. La mujer pide justicia a las autoridades.

De acuerdo con el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec), Monasterio nació el 16 de noviembre de 1983 en Lima y vive en San Isidro.

Rodrigo Monasterio Tudela (foto: Reniec).
Rodrigo Monasterio Tudela (foto: Reniec).

Sobre Willy Villavicencio, el hombre agredió con dos puñetazos a un chofer porque este no se detuvo donde se lo exigía, un lugar que no era un paradero establecido en la ruta. Tras recibir los golpes, el chofer Juan Casimiro continuó su camino, aunque comentó que su agresor pudo haber ocasionado un accidente, ya que el vehículo estaba en marcha.

La indignación de muchas personas permitió identificar al responsable, quien golpeó al chofer y le ocasionó un moretón en el ojo derecho. Casimiro narró que uno de los pasajeros lo defendió, pero reiteró que continuó conduciendo para no poner en riesgo a los demás usuarios. La denuncia fue presentada en la comisaría de Sol de Oro, en Los Olivos.

Willy Villavicencio agredió con dos puñetazos a un chofer.
Willy Villavicencio agredió con dos puñetazos a un chofer.

Según el Reniec, la fecha de nacimiento de Willy es el 30 de marzo de 1979. Nació en Ayabaca, Piura, y vive en el distrito de Lima.

Willy Gabriel Villavicencio Yahuana (foto: Reniec).
Willy Gabriel Villavicencio Yahuana (foto: Reniec).

Finalmente, el caso de Ricardo Pérez, de 28 años, ocurrió en el distrito de Miraflores. El hombre fue captado agrediendo a un trabajador de un edificio. La grabación muestra a Pérez rodeando con su brazo a quien sería el conserje del edificio. Pocos minutos después, aprovecha la proximidad con su víctima para propinarle una serie de golpes.

El trabajador del edificio le pidió a Pérez mover su vehículo de la puerta principal, ya que este obstaculizaba el ingreso de otros autos a la cochera. Dicha petición incomodó al sujeto, quien bajó repentinamente las escaleras y optó por agredirlo.

Ricardo Pérez fue captado agrediendo a un trabajador de un edificio.
Ricardo Pérez fue captado agrediendo a un trabajador de un edificio.

El video fue rápidamente difundido a través de la red social X (antes Twitter). En dicho espacio se identificó a Ricardo Pérez, quien se desempeña actualmente como boxeador. Además, se supo que ya había sido intervenido en diferentes ocasiones por la Policía Nacional.

Agentes de la Municipalidad de Miraflores llegaron hasta el domicilio de Pérez, registrado en San Isidro, pero los padres del hombre aseguraron que ya no vive allí. El hombre nació el 28 de enero de 1996 en Lima.

Ricardo Amiel Pérez Gianoli (foto: Reniec).
Ricardo Amiel Pérez Gianoli (foto: Reniec).

Falta de fiscalización

El presidente y fundador de la Asociación Pro Seguridad Ciudadana (Aprosec) César Ortiz Anderson explicó a El Comercio que, lamentablemente, la población está empezando a asumir y normalizar la violencia. “Los peruanos están conviviendo con una delincuencia que está en la esquina de donde viven. No hay espacios seguros, se está dañando el tejido social. Cuando esta violencia no es castigada y hay impunidad, la gente hace lo que le da la gana, y quienes tienen un poco más de dinero están ejerciendo una violencia directa contra gente considerada humilde, como taxistas o porteros”, dijo.

Resaltó que estos casos no se regulan ni castigan, lo que da como resultado que se multipliquen. “Hoy ya no se suele hacer caso a los delitos menores como los robos. Esto está ocurriendo todos los días. La gente abusa de su posición económica para querer imponerse sobre el resto de la gente. La policía no tiene capacidad de respuesta. A menos policías en la calle, tienes menos capacidad de resolver los problemas de seguridad ciudadana. Además, los alcaldes deberían hacer un trabajo de mayor fiscalización dentro de su jurisdicción. Es cuestión de voluntad política”, mencionó.

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El licenciado en criminología por la Universidad de Texas A&M-Texarkana y fundador de la Consultora Nacional de Criminología, Sebastián Flores Martín, afirmó a este diario que la violencia está a flor de piel en la sociedad por distintos factores, como el entorno mismo, que fomenta la violencia. “Las personas se adaptan al entorno en el que se encuentran e imitan ciertos patrones conductuales. Es importante buscar maneras de reducir la oportunidad del delito y bajar los índices de violencia mediante la concientización sobre la importancia de buscar ayuda psicológica para canalizar el estrés. La incompetencia por parte de las autoridades y el sentido de abandono que siente la población también afectan su comportamiento”, dijo.

El especialista añadió que la impunidad frente a estos casos es evidente, lo cual trae consigo muchas consecuencias. Las principales son que se emite un mensaje de que en la sociedad no hay ni control ni orden, y que el infractor no va a afrontar ningún tipo de penalidad. “Si estos agresores son sancionados por las faltas o delitos que han cometido, esto demostrará que la ley se cumple y que nos encontramos en una sociedad donde hay control. Existe la necesidad de que haya políticas públicas claras e integrales que se apliquen de manera coordinada entre todos los actores encargados del control social. Actualmente, todas las autoridades actúan de manera autónoma y con criterios y recursos distintos. Esta es la razón principal por la cual la criminalidad sigue en aumento”, mencionó.