En días en que el apellido Cisneros anda desacreditado por un tal Richard Swing, vale un recuerdo de otro Cisneros, Antonio Cisneros. Para ello hay que remontarse casi 20 años atrás, a marzo del 2001, cuando el poeta peruano fue invitado al festival ChilePoesía. Que no fue un encuentro cualquiera, pues reunió a 16 autores de 10 países, entre ellos los chilenos Nicanor Parra y Gonzalo Rojas, el nicaragüense Ernesto Cardenal, los brasileños Lêdo Ivo y Ferreira Gullar, entre otros.
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Del Perú viajaron Cisneros y Carlos Germán Belli, este último uno de los pocos sobrevivientes del conjunto. Cada uno leyó algunos de sus trabajos en recitales públicos en diferentes partes del país sureño. “Yo no recuerdo qué cosas leí –dice Belli–. Pero ponga usted cualquier poema”.
La fecha central del encuentro que duró una semana fue el viernes 23 de marzo, cuando todos los invitados se congregaron en la Plaza de la Constitución para un recital abierto al que acudieron unas 5.000 personas. La poesía estaba en el aire, incluso literalmente, gracias a un helicóptero que lanzó al público miles de separadores de libro con versos inscritos.
El evento también fue un simbólico ajuste de cuentas con la historia. Se usó el propio Palacio de la Moneda para que los poetas recitaran sus obras. “Parra leyó ‘El hombre imaginario’ en el famoso balcón donde Allende daba sus discursos y Pinochet hacía toda su mierda”, recuerda el poeta chileno Héctor Hernández Montecinos, que estuvo entre el público.
TOÑO, EL BOLERISTA
Pero si Parra fue el artista estelar del festival, Cisneros fue el telonero que se robó el show. Desde otro de los balcones circundantes a la plaza, en un décimo piso, el peruano hizo una aparición digna de un concierto. Para empezar, porque eligió sus entrañables “Cuatro boleros maroqueros”, y porque su estado era más propio de una gran farra que de un recital.
“Toño estaba borrachísimo, tanto que la gente tenía miedo de que se fuera a caer. Estaba en el borde del balcón –cuenta Hernández–. Sin embargo, como era un evento muy protocolar, la gente conectó con él, lo ovacionó. Aparte, él era como el chico incorrecto, el ‘enfant terrible’ de ese encuentro”.
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También guarda memoria de esa noche el escritor chileno Alejandro Zambra: “Ahí estaba yo, ahí estábamos todos, me acuerdo. Hace muy poco tiempo me encontré con el video de YouTube, nunca lo había visto. Si comparo con mi recuerdo, en el video me parece bastante más sobrio que lo que me pareció en vivo, aunque es probable que en veinte años haya cambiado mi impresión general sobre las borracheras”.
“Primero, gracias por estar acá. Yo que ustedes, no estaría acá”, empieza diciendo un Cisneros de voz etílica y cigarrillo en mano. Su preámbulo fue cariñoso y digno de un ‘stand-up comedy’, con un humor que él mismo sabía provocador. Pero allá los susceptibles. “Escribí unos pequeños boleritos cuando me abandonó una muchacha muy bonita. Me abandonó como a un perro, como a una rata, como a un peruano. Pero nunca los pude leer en público porque las feministas se habían vuelto muy poderosas”.
“No sé si alguien pensaba que se tiraría del balcón. Yo simplemente estaba emocionado de escucharlo, porque Cisneros era y es un poeta importante para mí”, agrega Zambra. Al día siguiente, el diario “El Mercurio” reportaba: “Uno de los más celebrados y aplaudidos fue Cisneros, por sus graciosas improvisaciones y cuatro boleros que provocaron carcajadas en la concurrencias”. El peruano se había ganado a su público con la alegre levedad de un bar. Nueve años después –ya más serio– regresaría a La Moneda para recibir la medalla honorífica del Premio Iberoamericano Pablo Neruda.
CONSTELACIÓN POÉTICA
El ChilePoesía del 2001 fue un encuentro único por el nivel de los poetas que reunió. El sábado 24, pasada la resaca, un barco llevó los vates de San Antonio a Valparaíso como parte de las actividades. “Yo tenía 20 años y me colé de polizón. Allí estaban Toño, Rita Dove, Alberto Blanco, Ernesto Cardenal, Adrienne Rich, Yevgueni Yevtushenko, Juan Gelman, Fue fantástico”, cuenta Hernández Montesinos.
A ese paseo no fue Nicanor Parra. Se dice que existía cierto recelo entre él y Cardenal, como una rivalidad nunca hecha explícita. Andrés Gómez, periodista de “La Tercera”, recordaba hace unos meses, a propósito de la muerte del nicaragüense, que Parra se refería a él como “Cardenal y sus guerrilleros”, mientras el otro hablaba de “Parra y sus hippies”. Cosas de escritores.
Entre uno y otro, con ánimo más conciliador, Cisneros permanece en el recuerdo gracias a su balconazo ebrio. A veces el humor y el alcohol son mejores remedios para cualquier encono.
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