Arriba, en el segundo piso, nadie ha tocado su taller. En el caballete reposa su último cuadro, a la espera de la pincelada del maestro. Han pasado 10 meses desde la partida de Venancio Shinki, y esa obra resulta uno de los tantos vacíos a los que Elda di Malio intenta adaptarse. Ella ha ido abandonando sus espacios en el primer piso de la casa para ocupar los de su esposo, en lo alto: su televisión, sus sillones, su taller y el cuadro a medio hacer resultan dulce compañía.
"Yo misma me sorprendo, no me hallo sola en mis espacios", dice. En los últimos meses, en las treguas que le da su enfermedad, Di Malio no ha dejado de mirar fotos, buscar archivos, revisar críticas y comentarios sobre su obra y la de su marido. Ha cumplido con el pedido del Instituto Cultural Peruano-Norteamericano, que rinde homenaje a la pareja de artistas con un libro que reúne además de todos estos documentos, un ensayo crítico del reconocido historiador del arte Luis Eduardo Wuffarden y una selección cronológica de las obras más representativas de ambos pintores.
Mañana miércoles, en la presentación del libro, Elda di Malio tendrá palabras solo para agradecer. "No quiero hablar. Tengo miedo de emocionarme y hacer un papelón", afirma.
—¿Qué significa para ti la publicación de este libro?
Al principio me fue muy difícil decidir aceptar o no. Por varios motivos: siempre hemos tratado de ser independientes Venancio y yo. Cada uno ha hecho su trabajo por su lado, nunca hicimos una muestra en conjunto. Te soy sincera, el motivo que me empujó para aceptar fue el hecho de permanecer juntos de alguna manera.
—¿Cómo sientes la vida sin Venancio?
Todavía lo siento cerca, parece mentira. Quieras o no, tratas de pensar que está junto a ti. Pero sí te sientes sola. Sobre todo cuando tienes que tomar decisiones difíciles, como este libro, por ejemplo. ¿Qué habría pensado él? ¿Qué hubiera querido? Todo lo pienso en función suya todavía. El tiempo pasa y te va ayudando, pero hay momentos duros [pausa]. Sobre todo porque me ha tocado en una etapa en la que estoy enferma. Y eso lo hace más difícil. ¡Pero así es la vida, y tratas de aceptarla por dura que sea! Intento ser fuerte, pero me quiebro en muchos momentos. Y soy llorona por naturaleza.
—Libro en común—
—Siempre he pensado que la arquitectura clásica de la obra de Venancio tiene que ver con tu presencia en su vida y con los viajes a Italia que compartieron...
Exactamente. Él descubrió el mundo clásico cuando fuimos a Europa por primera vez, en 1983. Ver la arquitectura y los monumentos clásicos lo influenciaron muchísimo. Le dio otra concepción a su pintura.
—¿Podríamos decir que, simbólicamente, tú eres la columna italiana que él pinta en su vida?
La verdad, nunca le pregunté a Venancio el origen de los elementos y símbolos en sus cuadros. La gente me lo pregunta y no sé qué contestar. Será porque yo nunca he querido explicar mi pintura, dejaba que la gente la interprete. Él sí la explicaba más.
—Es que a él le gustaba contar historias...
Efectivamente. ¡Para todo tenía una anécdota! Me sorprende que yo nunca se lo haya preguntado. Es curioso. Yo veo un cuadro suyo y lo interpreto a mi manera. Para mí, fue siempre muy importante mantener nuestra independencia, respetar mucho el espacio del otro.
—¿Y del otro lado, cómo sientes que la obra de Venancio influenció en tu trabajo?
Yo busqué a Venancio como profesor. Era una época en que estaba el taller Jueves, antes de entrar a Bellas Artes, y nos habíamos quedado sin profesores. Siempre tuve la suerte de tener maravillosos maestros: Leslie Lee, Juan Acha, Mahia Biblos. Pero llegó un momento en que todos partieron y yo busqué a Venancio Shinki porque me encantaba su pintura. Comencé a entender la pintura abstracta a través de las explicaciones que hacía Venancio. Y me gustó. Sin querer, empecé con él a hacer algunos experimentos abstractos. Pero al tomar distancia, encontré mi trabajo igualito al de Venancio. Y decidí romper con el abstracto para hacer lo mío.
—¿Y cómo surgió tu lenguaje propio?
A raíz de un sueño que tuve, con peces y redes. ¡Cantidades! ¿Qué podría simbolizar? Convertí los peces en personajes y las redes en la presión que siente el hombre en el quehacer diario. Aquello que nos amarra, que nos sujeta. Así nació mi pintura.
MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Galería Icpna Miraflores, Av. Angamos Oeste 120.
Cuándo: miércoles 6 de setiembre, 7 p.m.
Comentaristas: Luis Lama y Luis Eduardo Wuffarden.
Ingreso: libre.