Sofía (Vanessa Zeuner) y Carla (Eliana Córdova) interactúan a través de una aplicación de juegos, cuya anfitriona virtual es A.R.I. (Daniela Zea).
Sofía (Vanessa Zeuner) y Carla (Eliana Córdova) interactúan a través de una aplicación de juegos, cuya anfitriona virtual es A.R.I. (Daniela Zea).

“A.R.I.” se escapa de lo convencional. Lo que ofrece en los treinta minutos que dura, es un trabajo que se ve con poca frecuencia dentro de las propuestas virtuales nacionales.

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Más que una obra de teatro como se podría esperar, La Maldita Compañía –responsable de la pieza– desarrolla el episodio de un thriller televisivo a partir de la amistad entre dos adolescentes. Adrede o no, da pistas de su decisión de hacer un producto que coquetea con “Black Mirror” al evitar las actuaciones en vivo, en tanto que sentencia el norte en los créditos, cuando hace referencia a un guion y no a un libreto.

No queda claro si se trata de un objetivo de LMC, pero lo que consigue es cuestionar si lo que se ve en la pantalla debe ser considerado teatro o no. Si bien se trata de la misma interrogante que viene rondando desde hace un año, la formulación de la propuesta pone en jaque a los conceptos que más o menos habían resuelto el tema (el término teatro virtual, por ejemplo) y expande la problemática. En el caso de “A.R.I.”, sería mucho más preciso decir que se trata un híbrido.

Tomo el término del ciclo Modos Híbridos (que organizó el Complejo Teatral de Buenos Aires el año pasado), cuyas propuestas borraron los límites entre lo que se entiende como teatro y lo que se comprende como cine y televisión. Sin embargo, por lo menos en esta ocasión, queda claro que el pulso inicial fueron las ganas de hacer teatro y, por más que el resultado se aleje muchísimo de él, es suficiente como para ser considerado como tal.

EL CAMINO HACIA UNA DISTOPÍA

Con “A.R.I.”, LMC consigue trasladarnos a un futuro con muchos parecidos al presente, pero en el que la inteligencia artificial se ha masificado. En ese mundo, Sofía (Vanessa Zeuner) y Carla (Eliana Córdova) –ambas de 16 años– interactúan a través de una aplicación de juegos, cuya anfitriona virtual es A.R.I. (Daniela Zea).

La iluminación y la puesta en escena en cada una de las habitaciones de las adolescentes son grandes aciertos de la producción. Varias tonalidades de rojo prenden el cuarto de Sofía, cuya decoración minimalista es el contrapunto ideal al de Carla, lleno de posters, funkos y dividido entre el color de la penumbra y el melón. Ese cuidado se pierde en el lugar verde que habita A.R.I.: si se busca ubicarla en el vacío, situarla en un rincón de la casa no es lo óptimo porque se nota la línea en donde las paredes convergen. Pero, por el tratamiento de la historia y los recursos audiovisuales, esto último termina siendo un dato menor.

Otro aspecto para subrayar es la edición. El encargado fue José Miguel Pecho y, así como lo afirma en uno de los videos promocionales de la obra, la coloración y los efectos crean una atmósfera de inocencia. ¿Qué es lo peor que les puede pasar a un par de chicas que juegan por internet?

Pecho fluye con el texto de Sebastián Ramos y Marianne Carassa –quienes también ofician de directores–, y nos muestra un primer conflicto adornado por un tutifruti virtual. Lo que al inicio parece un vacuo desencuentro entre adolescentes –que por momentos hace que la obra parezca estar pensada para ese público–, pronto se convierte en un problema mayor. “A.R.I.” no se trata solamente de la relación entre dos chicas que jamás se vieron en el mundo real y que, al mismo estilo de las aplicaciones de citas, fueron unidas por los algoritmos; tiene que ver con cómo la inteligencia artificial recoge información de los usuarios, aprende, toma decisiones sin consultar a los humanos, incluso sin respetar su privacidad, y se escapa de las manos.

El giro en la trama se sostiene en Sofía, y Vanessa Zeuner ofrece una interpretación convincente: desde negar que guardar un secreto, pasando por sentirse avergonzada, hasta darse cuenta que ha sido espiada y sentirse vulnerable. Incluso desde antes, en las peleas de su personaje con Carla (Eliana Córdova), Zeuner demuestra sus capacidades al convertirse en una muchacha que constantemente se guarda sus penas.

Paradójicamente, la propuesta de la obra juega en contra de las actuaciones más teatrales, tales como la de Córdova. Sobre un escenario, su personaje haría un buen tándem con el de Zeuner, pero las exigencias para la pantalla son distintas. Similar caso es el de Zea, cuya A.R.I. podría dejar de lado un poco de inocencia para acercarse a lo tremebundo a partir de un rostro más neutral, por lo menos mientras se desencadena el problema.

“A.R.I.” rompe con los planos medios hacia el final, cuando se ha hecho evidente que las protagonistas no controlan a A.R.I, quien no deja de repetir que rompió las reglas porque quiere que “la pasen bien”. Sofía termina en un rincón de su cuarto y una cámara la filma manteniendo cierta distancia desde la altura de la cama, mientras que Carla se voltea, dejándose grabar por una minúscula cámara situada en su escritorio. La tensión se acentúa con un suave zoom in.

FICHA

Directores y autores: Sebastián Ramos y Marianne Carassa

Protagonistas: Vanessa Zeuner, Eliana Córdova y Daniela Zea

Producción: La Maldita Compañía

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