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Drones en Dinamarca: la nueva cara de los ataques híbridos que inquietan a Europa y a la OTAN
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Drones no identificados sobrevolaron durante la madrugada de este jueves 25 varios aeropuertos y una base militar de Dinamarca, en el segundo incidente de este tipo en menos de una semana, lo que ha encendido las alarmas en la OTAN y en la Unión Europea sobre un patrón creciente de ataques híbridos en el continente.
El miércoles 24 por la noche, poco antes de las 10 p.m., aparatos desconocidos fueron detectados en las terminales aéreas de Aalborg, Esbjerg, Sønderborg y en la base aérea de Skrydstrup. El aeropuerto de Aalborg, en el norte del país y uno de los más grandes, tuvo que suspender sus operaciones durante varias horas, mientras que en el resto no había vuelos programados a esa hora.
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Los drones, que volaban con las luces encendidas y podían verse desde tierra, se alejaron por su cuenta ya por la madrugada del jueves tras recorrer las instalaciones. Ni la policía ni las Fuerzas Armadas danesas lograron neutralizarlos y tampoco fueron identificados sus operadores.
Las autoridades locales calificaron el episodio de “ataque híbrido” y señalaron que la operación parecía obra de un “actor profesional” por su carácter simultáneo y coordinado en distintos puntos del país. “El objetivo es sembrar miedo, crear división y asustarnos”, afirmó el ministro de Justicia, Peter Hummelgaard.
Rusia como principal sospechoso

Este incidente se suma al registrado el lunes, cuando varios drones sobrevolaron el aeropuerto de Copenhague y obligaron al cierre del tráfico aéreo durante cuatro horas. La primera ministra, Mette Frederiksen, describió entonces el suceso como “el ataque más grave contra una infraestructura crítica” en Dinamarca hasta la fecha.
El ministro de Defensa, Troels Lund Poulsen, recalcó que, si bien no existe una amenaza militar directa contra el país, la situación forma parte de un patrón de operaciones no convencionales. “Estamos frente a un actor profesional y a un ataque híbrido sistemático”, advirtió en una conferencia de prensa.
Señaló que no hay “ninguna amenaza militar directa” contra Dinamarca y, aunque reiteró que no se puede establecer ninguna “conexión directa” con Rusia, mencionó que “hay países o actores que pueden tener interés en que se reduzca el apoyo a Ucrania”.
Rusia, señalada de manera recurrente por gobiernos europeos en episodios similares, rechazó toda responsabilidad. Su embajada en Copenhague habló de “provocación orquestada” y el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, calificó de “infundadas” las sospechas.
Las autoridades danesas no descartan activar el Artículo 4 de la OTAN, que prevé consultas urgentes entre los aliados en caso de amenazas contra uno de sus miembros. “Es una de las opciones en estudio”, reconoció Poulsen, aunque aclaró que aún no se ha tomado una decisión definitiva.
El secretario general de la alianza atlántica, Mark Rutte, afirmó que los incidentes se toman “muy en serio” y que se trabaja junto a Dinamarca para reforzar la seguridad de las infraestructuras críticas. “La OTAN está comprometida a garantizar la protección de sus miembros frente a este tipo de ataques híbridos”, señaló en un mensaje publicado en la red social X.
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Las preocupaciones de seguridad en el norte de Europa se han intensificado tras la serie de incursiones registradas en las últimas semanas. El presidente francés, Emmanuel Macron, sostuvo que los aliados deben reaccionar “más fuertemente” a las provocaciones rusas. “No podemos permitir que eche raíces la idea de que Polonia, Estonia o Rumanía están en una situación débil, porque el siguiente paso sería Alemania y luego nosotros”, afirmó en una entrevista.
Dinamarca, consciente de su proximidad geográfica a Rusia y del aumento de incidentes, se unirá este viernes 26 a un grupo de países de la Unión Europea que discutirá la creación de un “muro de drones” como medida de defensa común.
Guerra asimétrica
Sebastien Adins, docente de Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), señala a El Comercio que Rusia no busca un conflicto a gran escala, sino debilitar a la OTAN de manera indirecta.
“Es un muy buen ejemplo de lo que en inglés se conoce como ‘asymmetric warfare’, es una expresión de una guerra asimétrica en el sentido de que Rusia, por un lado, trata de posicionarse como una gran potencia; pero, por otro lado, —y el mismo Vladimir Putin también lo reconoce—, tiene una gran asimetría militar en comparación con Estados Unidos y la OTAN”, explica Adins.

De acuerdo con el especialista, el gasto militar ruso equivale a apenas un 10% del de la OTAN, lo que refleja una brecha considerable. En esa lógica, la única manera que Moscú tendría para debilitar a la alianza no sería a través de un ataque directo, sino mediante este tipo de incidentes.
El contexto político, añade, es clave. “Lo que ellos están tratando de hacer es, para decirlo coloquialmente, tantear un poco cuál es el nivel de cohesión que tiene la OTAN”, sostiene Adins. “Ya vimos lo que pasó en la última reunión, la última cumbre entre Trump y Putin en Alaska, y todos los honores que recibió el presidente ruso”, agrega.
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El internacionalista recuerda también que las recientes sanciones económicas del líder republicano afectaron a casi todas las naciones del mundo, excepto a Rusia. “Hay, de hecho, entre las dos naciones una agenda de cooperación energética. Putin entiende que, a comparación de Biden, realmente tiene un presidente más afín, y eso trata de explotarlo”.
Divisiones en Europa
Adins aclara que esta estrategia no es nueva. Desde los años noventa, autores de geopolítica rusa ya hablaban sobre el fenómeno de fomentar divisiones entre los países occidentales. “Y qué mejor ocasión, según la perspectiva rusa, que explotar esa brecha que hay entre Washington y las capitales de Europa Occidental”.
El especialista recuerda que dentro de la Unión Europea no existe consenso pleno respecto a Rusia. El primer ministro de Eslovaquia, Roberto Fico, sostiene que Putin ha sido “injustamente demonizado” por Occidente. En su país, solo el 40% cree que Rusia es responsable de la guerra en Ucrania, mientras que la mitad considera a Estados Unidos como la principal amenaza para la seguridad. En Bulgaria ganan terreno partidos con afinidad prorrusa, y Hungría mantiene una agenda de cooperación con Moscú pese a las tensiones bilaterales.
No obstante, Adins advierte que por ahora “a nadie conviene tener una gran escalada”. Rusia enfrenta un deterioro económico, mientras que en Estados Unidos una de las promesas de campaña de Donald Trump fue mantener una política más aislacionista. “No hay forma de poder justificar entre el público estadounidense una guerra con Rusia”, concluye.
Una serie de eventos
Lo que pasó en Dinamarca no son casos aislados. El 10 de setiembre, 19 drones rusos violaron el espacio aéreo polaco, de los cuales cuatro fueron derribados por la aviación de Polonia y de sus aliados. Fue el incidente más grave sufrido por un país de la OTAN desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania en febrero del 2022.

Días después, Rumanía denunció la presencia de drones rusos en la región de Tulcea, lo que obligó a desplegar cazas F-16. Bucarest calificó el hecho de “agresión”, mientras que Estonia informó el 20 de setiembre de la incursión de tres aviones de combate rusos MiG-31 que permanecieron durante 12 minutos en su espacio aéreo sobre el golfo de Finlandia.
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En el Reino Unido, el 16 de setiembre fueron detenidos dos hombres sospechosos de pilotar un dron en el espacio restringido de Windsor, durante la segunda visita de Estado del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Aunque el caso no estuvo vinculado a Rusia, contribuyó a la percepción de vulnerabilidad de las infraestructuras aéreas.
Sabotaje GPS y ciberataques
Los drones forman parte de un repertorio más amplio de tácticas que los expertos en seguridad califican de guerra híbrida: acciones que buscan desestabilizar a un adversario sin llegar a un enfrentamiento militar directo. En este concepto también entran los sabotajes a señales de GPS y los ciberataques.
El 23 de setiembre, el avión militar en el que viajaba la ministra de Defensa española, Margarita Robles, sufrió un intento de perturbación de su GPS al volar cerca de Kaliningrado, el enclave ruso en el Báltico. Quince días antes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, experimentó un problema similar durante un trayecto a Bulgaria, y el inspector general de la Bundeswehr, Carsten Breuer, denunció interferencias en varios vuelos sobre la región.
En junio, Polonia responsabilizó directamente a Rusia de perturbaciones graves en la señal GPS que afectaron amplias zonas de su territorio y obligaron a desviar un vuelo comercial de Ryanair procedente de Alicante hacia la ciudad de Bydgoszcz.
A estas acciones se suman ciberataques contra aeropuertos europeos. El pasado fin de semana, terminales en Bruselas, Londres, Berlín y Dublín sufrieron interrupciones en sus sistemas informáticos, en un ataque cuyo origen aún no ha sido esclarecido.
La sucesión de incidentes refuerza la percepción de que Europa enfrenta una campaña de presión prolongada. “El objetivo no es destruir, sino generar incertidumbre y poner a prueba nuestras defensas”, afirmó un alto funcionario europeo citado por medios locales.
Como respuesta, Dinamarca anunció recientemente la adquisición de armas de precisión de largo alcance, una decisión motivada por la convicción de que Rusia seguirá representando una amenaza durante los próximos años.
La próxima semana, Copenhague acogerá una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, un encuentro que se celebrará en medio de la tensión creciente y con la seguridad aérea convertida en prioridad.










